Las atletas costarricenses Noelia (i) y Andrea (d) Vargas, quienes integran la delegación de Costa Rica para los Juegos Panamericanos de Lima 2019, durante un entrenamiento en el estadio de Puriscal, unos 40 kilómetros al oeste de San José (Costa Rica). EFE/Jeffrey Arguedas

San José – Si algo caracteriza a las hermanas Andrea y Noelia Vargas, vallista la primera, marchista la segunda, es la perseverancia y la disciplina, dos cualidades que las han hecho crecer en el deporte y convertirse en grandes representantes del atletismo de Costa Rica, algo que quieren ratificar en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

Lejos de los reflectores y la atención que atraen deportes como el fútbol, las hermanas Vargas han ido consolidando su «gen» de atletas y, al mando de su mamá y entrenadora Dixiana Mena, han derribado mitos e impuesto récords.

La más experimentada es Andrea, quien a sus 23 años combina el deporte con sus obligaciones familiares (es casada y madre de una niña de 4 años) y con su carrera de abogada.

«Admiro a mi familia, que siempre ha estado inmersa en el deporte; a mi hermana, que es demasiado perseverante y fuerte; y a mi mamá, que nunca ha desistido y cree en nuestro talento», declaró a EFE Andrea, quien también destacó el apoyo de su esposo y de su hermano.

Para muchos fue una sorpresa que Andrea se colgara la medalla de oro en los 100 metros vallas de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018. Pero no para ella y su familia, pues es el fruto de los años de entrenamiento, disciplina y perseverancia.

En 2018 Andrea Vargas derribó varios mitos: fue la primera mujer costarricense en competir en un Mundial de atletismo bajo techo, el disputado en Birmingham (Inglaterra), y también fue la primera mujer en la disciplina del atletismo en ganar oro para Costa Rica en los Centroamericanos y del Caribe.

Ahora la gran meta es brillar en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, unas justas en las que Costa Rica solo ha ganado cinco medallas de oro, seis de plata y nueve de bronce a lo largo de la historia.

«Me estoy preparando muy fuerte para los 100 metros con vallas. Espero poder tener una medalla, pero sé que va a ser muy fuerte, las competidoras están muy bien. Espero bajar mi marca personal y dar un buen resultado a Costa Rica», apuntó.

Andrea destacó que la medalla obtenida en Barranquilla la llenó de confianza y seguridad en sí misma tras bajar de los 13 segundos su marca personal, lo que la hace soñar en grande, incluso con el récord mundial en un futuro no muy lejano.

«Es un sueño por el que estoy trabajando, uno nunca puede pensar que no se pude», apuntó.

Si de sueños se trata, las hermanas Vargas poco a poco han ido demostrando que pueden hacerlos realidad, como lo harán en Lima cuando integren la delegación de su país.

«Los Panamericanos son los primeros Juegos en los que vamos a estar juntas. Es muy bonito compartir con mi hermana y con mi mamá. Yo soy de las más pequeñas del grupo y espero bajar la marca en los 20 kilómetros marcha en Lima», comentó Noelia.

La joven sigue los pasos de su hermana en el deporte y en los estudios porque está cursando la carrera de leyes.

Ambas coinciden en que el estudio, el deporte y su familia las hace sentirse plenas y no extrañan salir a fiestas u otras actividades que las chicas jóvenes de su edad suelen practicar.

Para Noelia, el objetivo primordial en Lima 2019 será seguir mejorando su tiempo, competir con las mejores del continente y seguir construyendo su sueño de clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2022 y asistir también con su hermana.

Las hermanas afirman que se apoyan mutuamente para superarse en el deporte y que no existe ningún tipo de rivalidad: «Somos muy unidas», concuerdan.

Las hermanas Vargas entrenan a las órdenes de su madre usualmente en el humilde estadio de Puriscal, su comunidad natal situada en las montañas del suroeste de San José.

La madre y entrenadora, Dixiana Mena, relata que en casa son una familia unida, pero cuando ingresan en la pista la relación es estrictamente profesional entre entrenadora y atletas.

«Es una experiencia demasiado linda, es una experiencia de unión, ellas me respetan mucho y yo a ellas. Tenemos un trabajo bien planificado, con objetivos claros. Somos un equipo de trabajo, una familia en el deporte», aseguró.

Mena comentó que nunca se han detenido a pensar en las dificultades y señaló que el secreto del éxito es «la perseverancia, la disciplina y la fuerza».

«Nadie ve lo que ellas entrenan, lo que ellas sacrifican, las dos son muy valientes», aseveró.

Para Mena, la gran meta es clasificar a las dos atletas a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y a partir de allí seguir creciendo para coronar los años de trabajo y perseverancia que comenzaron en la humilde plaza de Puriscal cuando sus hijas eran apenas unas niñas.