Son más de 85.000 los escolares que pasan la mitad del día aprendiendo inglés, según datos oficiales, a raíz de una norma del año 2000 aprobada por los votantes que fijaba un régimen de instrucción de idioma y que luego, en 2006, el Legislativo estatal perfiló con el estándar de cuatro horas, que entró en vigencia dos años después. EFE/Achivo

Phoenix (EE.UU.) – Desde hace más diez años, los aprendices de inglés en las escuelas de Arizona pasan cuatro horas diarias en aulas separadas practicando el idioma, pero en desmedro de su progreso académico, una situación criticada por especialistas y que el legislativo estatal busca revertir.

Son más de 85.000 los escolares que pasan la mitad del día aprendiendo inglés, según datos oficiales, a raíz de una norma del año 2000 aprobada por los votantes que fijaba un régimen de instrucción de idioma y que luego, en 2006, el Legislativo estatal perfiló con el estándar de cuatro horas, que entró en vigencia dos años después.

Ello ha propiciado una tasa de graduación de los estudiantes de ELL (siglas de English Language Learner) en Arizona de entre las más bajas del país, del 18 % según un análisis de la Radio Pública con base en datos del Departamento de Educación federal.

El senador republicano Paul Boyer, quien fue profesor de secundaria en Phoenix, presentó recientemente el proyecto de ley SB 1014, el cual reduce el número de horas y ha logrado ya una aprobación unánime en el Comité de Educación del Senado estatal.

Alejandra Nieland, quien ha sido estudiante de este programa y ahora maestra en el mismo, dijo a Efe que el método es «racista» y «excluyente», y que a veces es un disparador de situaciones de acoso para estos estudiantes por su «condición de segregados».

«Tengo alumnos muy brillantes de Guatemala, México, Rusia, que no pueden acceder a la educación por culpa de un sistema injusto y racista», señaló la maestra, quien confesó su frustración debido a que sus alumnos la responsabilizan de no poder asistir a clases regulares.

De hecho, esta semana, según dijo, presentó su renuncia en el Distrito Escolar Pendergast, en aras de seguir una maestría en Política en la Educación e «influir en cambios». «Es muy triste verlos en esa jaula condenados a no lograr una carrera universitaria», expresó.

Juan José, de 13 años, llegó hace dos años a Phoenix (Arizona) procedente de Colombia y es parte del programa ELL en el Distrito Escolar Alhambra, pero su madre, Leidy Ávalos, aseguró a Efe que su adaptación escolar ha sido «sumamente difícil».

«Tuvo que aprender inglés a la fuerza debido al ‘bullying’ (acoso) que sufrió en la escuela por no hablar inglés y por su atraso académico, tuve que ir a quejarme al distrito porque no le querían dar comida por no saber el idioma. En verdad, se las ha visto difícil», relató.

Por años, los especialistas han criticado esas cuatro horas diarias de inmersión al inglés en las aulas escolares para los estudiantes ELL, la mayoría de ellos hispanohablantes, ya que contradice las investigaciones que reflejan aspectos positivos de la educación bilingüe.

Anna Manzano, coordinadora del programa de lenguaje dual para el Distrito Escolar Unificado de Tucson (TUSD), el más grande del estado, dijo a Efe que el problema es el método que se usa con los alumnos, al excluirlos de las aulas.

«No estamos diciendo que no es necesario que aprendan inglés, sino que se tiene que cambiar el modelo. Si un alumno tiene un día académico de seis horas y pasa cuatro desarrollando el inglés, se verá afectado al graduarse de preparatoria o en su progreso universitario», puntualizó.

Anabel Maldonado, coordinadora de la campaña «Demand To Learn» emprendida por la filial en Arizona de la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU), manifestó que aunque los distritos escolares quieran cambiar el método de enseñanza se ven «atados» por la ley.

«Hay que contar con el apoyo de la legislatura para cambiar las leyes», aseveró.

La norma de Boyer, además de reducir el tiempo de inmersión, provee flexibilidad a las escuelas sobre cómo enseñan a los alumnos aprendices de inglés.

«La escuela es ya lo suficientemente difícil sin tener una barrera del idioma», arguyó el senador esta semana durante el debate del proyecto en el comité de la Cámara Alta estatal.