Integrantes de la segunda caravana de centroamericanos permanecen en el albergue "El Refugio" el martes 20 de noviembre de 2018, en el municipio de Tlaquepaque, en el estado de Jalisco (México). EFE

Guadalajara (México) – Cansados y con hijos a cuestas, decenas de centroamericanos rezagados de la segunda caravana migrante centroamericana, se plantean hoy el dilema de olvidarse del sueño americano y buscar refugio en México.

«Hay varios que ya tienen esa idea de pedir asilo, creo que son como un 20 %. Muchos vienen cansados y ya no quieren irse», dijo a Efe Arturo Marín, del albergue para migrantes «El Refugio», en Tlaquepaque, en el occidental estado mexicano de Jalisco.

En los últimos cuatro días unos 2.000 migrantes han llegado al estado de Jalisco al tomar la ruta occidental para dirigirse a Tijuana, donde ya están unos 4.000 centroamericanos que esperan pedir asilo en Estados Unidos.

La mayoría pasó al menos una noche en el albergue de Tlaquepaque y tomó su camino ante la negativa del gobierno local de ofrecerles un lugar donde quedarse como si lo hicieron con la primera caravana que salió hace un mes de Honduras y ya está en Tijuana.

Las mujeres con sus hijos enfrentan las mayores dificultades y muchas veces son las últimas en conseguir transporte o se ven obligadas a separarse de su esposo o su familia.

Kelly Galeano salió de El Salvador con su familia formada por su esposo, su hija de 10 años, su hijo de 18 y su nuera embarazada, pero en Jalisco decidió no seguir a la caravana después de perder en el camino a la joven pareja.

«Veníamos de Irapuato (Guanajuato) en un ride (autostop) que nos dieron, pero la persona que nos ayudó nos dijo que solo cabíamos dos y le suplicamos que dejara subir a mi hija chiquita, pero se quedaron los demás atrás», explica a Efe.

«El ride es masivo y los primeros en subir son los hombres, nosotras las hembras, más si andamos con niños, nos cuesta subir, cuando llegamos ya se han ido porque ya no hay espacio», agrega la mujer de ojeras marcadas y ojos cansados.

Tras casi un día sin saber de su hijo y su nuera, se encontraron en «El Refugio» al que la pareja llegó de casualidad.

Katherine Vázquez, embarazada con seis meses de gestación, y su esposo tuvieron que dormir en la carretera porque nadie quiso acercarlos a la ciudad.

Para la joven de 18 años cruzar la mitad de México ha sido «muy difícil» pues en más de una ocasión los apretones y las disputas por encontrar cómo trasladarse le han golpeado el vientre.

«Cuesta bastante poder avanzar, cuesta con los varones, sobre todo porque no lo dejan a uno. Dicen que primero mujeres y niños y los hombres son los que se suben y una tiene ver que no lo golpeen», expresa.

La experiencia ha apagado las ganas de esta familia de llegar a suelo estadounidense y en las próximas horas decidirán si se quedan en México a pedir refugio y buscar trabajo porque regresar a su país no es opción.

«Si regresaríamos fuera como entregar nuestra vida y pues hemos luchado, por eso nos venimos, porque no pasara nada a nuestra familia por la delincuencia, las pandillas, todo y si pudiéramos quedarnos, si nos dan la oportunidad, porque allá, ya no podemos», asegura.

Asegura que en su país «no hay trabajo, hay mucha delincuencia y no se puede andar en cualquier lado».

Brenda Fernández y su esposo, ambos hondureños, han decidido quedarse en México y regularizar su condición migratoria por vínculo familiar luego de que su hija Dafne nació en Chiapas en los primeros días de la caravana en México.

«Decidimos quedarnos aquí porque las dos estábamos enfermas, ya no teníamos fuerzas para seguir y gracias a dios nos van a ayudar a tramitar los papeles», narra.

La pareja quiere dejar atrás la experiencia vivida, establecerse en México y encontrar un buen trabajo.

«El sueño americano quedó atrás. Antes se pintaba de un color bonito, pero ahora no es lo mismo y más con todo esto de la caravana difícilmente creo que pasen, ya no es nuestro sueño», asegura.