Migrantes africanos siguen llegando este miércoles a la Garita Siglo XXI del Instituto Nacional de Migración (INM), en la ciudad de Tapachula en el estado de Chiapas (México), tras cruzar la frontera desde Guatemala. EFE

Tapachula (México) – Las autoridades mexicanas continúan con los controles en la frontera sur del país, mientras aumentan las denuncias por maltrato a los migrantes y a la espera de la llegada de la Guardia Nacional a la zona limítrofe con Guatemala.

El canciller de México, Marcelo Ebrard, anunció este miércoles que se entraba en la fase de «implementación» de la Guardia Nacional en el sureste del país, tras la creación de una comisión con distintos funcionarios públicos.

Pero hasta las 14.00 hora local (19.00 GMT) no se ha visto presencia de efectivos de ese cuerpo de seguridad que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acordó desplegar en la frontera para frenar el flujo migratorio y así evitar la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos.

Aunque no han llegado los efectivos, las condiciones de los miles de migrantes que permanecen en el sur del país, y sus posibilidades de avance, empeoran por momentos.

Tal y como constató Efe, se han mantenido los puntos de revisión constantes a todos los vehículos que transitan por la carretera federal desde Suchiate hasta Arriaga, a lo largo de la costa del estado de Chiapas.

Y pese a ello, el flujo migratorio es notorio y constante en Ciudad Hidalgo, Suchiate y Talismán, localidades fronterizas con Guatemala.

En las estaciones migratorias se ven largas filas de migrantes -muchos de ellos de fuera del continente americano- que se registran a diario para acceder a la oportunidad de refugio en territorio mexicano.

Otro grupo igual de numeroso ha permanecido por varios días esperando a cumplir los requisitos que dicta el Instituto Nacional de Migración (Inami) para obtener su tarjeta de visitante por razones humanitarias.

Aunque, aseguran, prevalece el maltrato y la falta de información en estos puntos de atención migratoria.

Bernarda, una mujer salvadoreña de unos 40 años, reconoció a Efe estar «decepcionada» del trato recibido tanto por el Gobierno como por los mexicanos.

«Somos personas humildes. No somos adineradas pero estamos acostumbradas a trabajar. Y llegamos acá para establecernos con lo suficiente», comenta la mujer.

Pese a estas buenas intenciones, Bernarda asegura que en cuatro meses se ha sentido discriminada en muchas ocasiones. «Un taxista me intentó robar ayer, y otras veces son algo groseros en la Comar (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados)», denuncia.

Bernarda ha tramitado sus papeles y los de su familia para así radicar en México, al menos un tiempo, y ha decidido vivir en el centro del país, donde retomaría su oficio de comerciante.

Por otro lado, los motines o riñas al interior de estaciones migratorias como la Siglo XXI, en Tapachula, son recurrentes por la falta de personal políglota y, sobre todo, por la sobrepoblación.

Situaciones de violencia que han sido incluso reportadas por las autoridades.

Carlos Urbina, de 33 años, salió de Nicaragua buscando cumplir el sueño americano, pero hoy tiene otro pensar.

Hace un mes que salió de este centro de internamiento para migrantes, donde lo mantuvieron 17 días con, asegura, otros miles de extranjeros.

«Es un mundo que existe, un mundo de gente que está privada de su libertad. Con incertidumbre se vive allá adentro, te topas con gente de todo tipo de cultura. Para soportar allá dentro, lo esencial es estar quieto y esperar a que los días pasen», remarcó a Efe.

Señaló que las autoridades mexicanas deben reorientar el protocolo de atención al migrante cuidando la integridad de las personas.

«Lo más importante es la higiene de las personas», señala Urbina, pues dice que esta era tan mala en el albergue abarrotado que era como «un maltrato».

El joven nicaragüense, especialista en agricultura, considera que pese a las penurias padecidas en la estación migratoria, finalmente decidió que México es su mejor opción para vivir.

Este miércoles, el canciller mexicano explicó que se instaló una «mesa permanente» con Honduras, Guatemala y El Salvador para estar en constante comunicación ante la problemática migratoria.

También indicó que este viernes se reunirá con gobernadores de estados del sur para buscar un combate conjunto al fenómeno.

Pese a que el Gobierno mexicano sigue manteniendo su posicionamiento oficial de respeto a los derechos humanos, el cambio de política de cara a EE.UU. ya ha hecho saltar las alarmas de activistas y defensores de migrantes.

También lo han hecho noticias como la muerte de un migrante, un joven guatemalteco de 33 años, de un infarto tras ser detenido por las autoridades, tal y como informó el propio Inami este martes en un breve texto.

Denuncian persecución de migrantes en el estado mexicano de Tabasco

Tenosique (México) – Deportaciones, criminalización, hostilidad y violencia hacia migrantes son los primeros efectos del refuerzo de las fuerzas de seguridad en el suroriental estado mexicano de Tabasco, colindante con Chiapas, denuncian este miércoles migrantes y activistas.

«Es una olla de presión. Ha habido muchísima persecución y detenciones masivas de forma cruel e inhumana», dijo a Efe Alexandra Lestón, del Hogar de Refugio para Personas Migrantes La 72, con sede en el municipio de Tenosique, fronterizo con Guatemala.

Apenas este 12 de junio, el Instituto Nacional de Migración (Inami) informó del retorno vía aérea de 108 hondureños desde Villahermosa, capital de Tabasco.

«En su mayoría familias con niños, quienes tenían una condición de estancia irregular en México», puntualizó el organismo.

Ello podría indicar que los migrantes están buscando nuevos puntos de entrada a México, pues habitualmente cruzan por la frontera entre Guatemala y Chiapas, más al sur.

La defensora de migrantes aseguró que los operativos y retenes con apoyo de militares y la Policía Federal son constantes y que estos se mantienen en el tramo carretero El Ceibo-Tenosique.

Y también por vía fluvial desde el río San Pedro en Guatemala hasta la zona del Pedregal (Tenosique), en territorio mexicano.

A decir de la activista, la estación migratoria en Tenosique, con capacidad para 70 personas, fue rebasada en su capacidad por cerca de 250 migrantes.

En tanto colapsaron los servicios consulares para asilo y visas humanitarias en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).

«Vemos que el colapso de las instituciones es otra manera de frenar la migración porque no es posible tener acceso a una migración si no hay inversión en las instituciones», evidenció.

Comentó que los agentes migratorios, la policía militar y la Policía Federal, vigilan la estación migratoria en Tenosique, lo mismo en los tramos carreteros de aquella ciudad fronteriza.

En la estación migratoria regional de Tenosique, la agencia Efe constató la presencia de elementos del Ejército y de la Policía Federal.

También corroboró el hacinamiento de ciudadanos centroamericanos que exigen su inmediata repatriación.

«No somos presos, solo buscamos una oportunidad de trabajo. Necesitamos que nos saquen de aquí, que el cónsul hondureño nos haga el favor de liberarnos», dijo Joel Mejía, de nacionalidad hondureña.

Mayra Reyes, otra hondureña que viaja en compañía de su hija de 14 años, dijo sentirse prisionera de las autoridades migratorias.

«Parecemos prisioneros, aquí no se puede comprar nada, pedimos que nos despachen luego», urgió la mujer.

Hombres, mujeres embarazadas, familias con niños enfermos, amanecieron bajo improvisadas carpas en el exterior de la estación migratoria.

En tanto, otro grupo permanece agolpado al interior de las mismas instalaciones en condiciones precarias de salud que es atendida por Médicos Sin Fronteras.

Lestón reveló que un grupo de Médicos Sin Fronteras, estuvo en la zona fronteriza y notificaron que las personas y familias migrantes detenidas «no tienen acceso a la salud» y que muchos, entre ellos niños, padecen infecciones.

Lestón expuso que la «criminalización y militarización» ya existía desde hace tiempo, incluso antes del choque diplomático de la pasada semana entre México y Estados Unidos, cuando el presidente Donald Trump amenazó con imponer aranceles a todos los productos mexicanos como castigo por no frenar el flujo migratorio.

Finalmente, se llegó a una acuerdo para evitar esta medida de graves consecuencias, que implica reforzar la seguridad en la frontera sur de México.

«Vemos que -López Obrador- no tiene ni la más mínima congruencia con el discurso de la cuarta transformación en materia de migración (?) pero entendemos que al final quien manda en política migratoria es Estados Unidos», sostuvo.

La activista lamentó que México se convirtiera en el «muro de contención» de Estados Unidos, un discurso opuesto a lo prometido por López Obrador cuando ganó la presidencia de México.