Tegucigalpa – No lo acobijan las paredes de una biblioteca, tampoco está rodeado de esos eruditos con caras de genios que degustan de la buena lectura. A don Rigo, lo acompañan decenas de libros que vende en una bulliciosa vía de Comayagüela desde hace 16 años, por donde pasan impávidos muchos transeúntes sin percatarse que la cultura reclama un hueco en calle.

– Las lecturas de Gabriel García Márquez y Ramón Amaya Amador son sus preferidas.

Es la historia de Rigoberto Raudales García, de 59 años, quien ofrece libros de todo tipo en una acera del Bulevar Comunidad Económica Europea (CEE), en la capital hondureña.

rigo proceso digital

Proceso Digital conversó con el misionero de la cultura, quien asegura todos los días se enfrenta a la indiferencia de las personas por la buena lectura, y que se traduce en un desmedido gusto por las tecnologías, especialmente los aparatos móviles.

Para lograr ganar adeptos a la causa de la cultura, Rigoberto se ubica todos los días desde las 7:00 de la mañana en la transitaba calle e instala un puesto ambulante de venta de libros para ofrecérselos a los transeúntes que pasan por la zona.

don rigo sol

A pesar de colocar su expendio de libros bajo la sombra de un negocio abandonado, por momentos recibe los fuertes rayos del sol que no lo desalientan para continuar la faena.

Definió la lectura como un viaje y una enseñanza de conceptos de vida que aumenta la visión del mundo del lector.

“Leer un libro es viajar y cuando leo adopto la posición del autor y no hay nada como leer descripciones de Gabriel García Márquez y Ramón Amaya Amador”, dijo el entrevistado.

libros

Rigoberto Raudales vende todo tipo de libros, ya sea técnicos como de medicina y matemáticas, hasta novelas clásicas, cuentos infantiles, revistas, cuentos cortos, libros religiosos, universitarios, de cultura general y otros.

Sobre los precios, el vendedor manifestó que son variados, pero más accesibles que el de las librerías de la capital hondureña.

Reveló que maneja una clientela de estudiantes y personas de clase media alta, a quienes les infunde la importancia por leer y cultivarse a través de las letras.

curiosidad

A diferencia de la clientela fija, los compradores comunes que transitan por el referido bulevar capitalino se acercan por curiosidad, consultan por el precio de un libro y terminan comprándolo.

Misión de culturizar

Rivas comentó que su misión es transmitir la cultura a través de los libros arguyendo que son un tesoro y una fuente inagotable de conocimiento.

“Estuve en misiones internacionales con gente de cultura, desde muchacho me gustó leer y he comprendido que la única forma de liberar la sociedad es a través de la cultura”, manifestó.

don rigo perfil

Lamentó que en el país existe un grave problema al argumentar que pocos hondureños se dedican a leer un libro y mucho menos a los buenos escritores.

Explicó que los jóvenes hondureños leen un libro porque fue asignado como una tarea en las escuelas y colegios, y no como un gusto que fue plantado desde el hogar.

Calificó como “raro” el hábito de leer en la actualidad, al tiempo que se decantó por afirmar que las personas que leen tienen un concepto más amplio de los momentos que vive la población en la actualidad.

El vendedor de libros detectó que la mayoría de los profesionales que se gradúan de las universidades poseen el defecto de no seguir actualizándose, sino que solo buscan cobrar un salario para satisfacer sus necedades.

Aseguró que la lectura de libros permite tener un mayor análisis al momento de elegir a las personas que gobernarán el país.

lectura

Reclamó que una de las dificultades de las personas que se dedican al arte y la cultura, es no ser tomado en cuenta por los empresarios y las autoridades en la transmisión y difusión de la cultura.

Don Rigo puntualizó que otro problema de la difusión de la cultura es que las personas de clase alta poseen libros que nunca han leído y que prefiere botarlos o quemarlos en lugar de donarlo.

Bajo el lema de culturizar, el vendedor ambulante subrayó que busca todos los días actualizarse, comprar y leer nuevos libros para ofrecer alternativas a su clientela.

enciclopedia

Relató que logra adquirir los libros mediante un proveedor que se los trae del extranjero y que no es mayor ganancia la que logra mediante esta actividad.

Tecnología no desplaza los libros

A su criterio, la tecnología es el desarrollo del país, sin embargo, lamentó que la mayoría de los hondureños utilizan mal esta herramienta.

perfil zurdo

“Con el buen manejo del Internet podes ver las maravillas del mundo, pero los jóvenes y hasta adultos se meten a otro rollo, como la pornografía”, criticó.

Definió que debido al excesivo uso de los teléfonos celulares provocan en los hondureños una cultura robotizada, desplazando el hábito de leer.

“Definitivamente se ha perdido el hábito de la lectura por la tecnología y el celular que está haciendo una cultura robotizada, que no tiene capacidad de análisis científico ni social”, mencionó.

Consideró que portar un celular hoy en día es un estatus a diferencia de las sociedades culturizadas que prefieren un libro.

Dificultades del negocio

Relató que sus inicios no fueron fáciles debido a que tuvo que cambiar de lugar, del centro de Tegucigalpa hacia Comayagüela, por una orden municipal.

Raudales admitió que en la venta ambulante de libros existe una competencia desleal, aludiendo que la mayoría lo ven como un negocio y no como amor a la cultura.

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“La mayoría vieron que era un negocio y lo pusieron como fuente de ingreso y no para orientar a la población”, declaró.

Resaltó que la diferencia entre su persona con el resto de los vendedores de libros es que él orienta a los clientes, mientras que el resto solo busca llenar su bolsillo.

Afirmó que la mayoría de los vendedores ambulantes no han leído un libro “si alguien me pregunta por una obra yo los orientó con el prólogo, epilogo y el tema que desea”.

Reveló que tuvo una empleada que quiso quedarse con su puesto de venta de libros. Ante esta situación, el vendedor decidió despedirla y encargarse personalmente del negocio. Evitó que le arrebataran una de sus grandes pasiones.

También dijo que hay clientes que prefieren pagar más de mil lempiras en una librería que 100 lempiras en su puesto ambulante, aunque se trate del mismo libro que buscan.

Por 16 años, 12 años solo en el sector de La Granja, Rigoberto Raudales García sigue transmitiendo la cultura a los capitalinos a través de la venta de libros para que un día la sociedad hondureña pueda liberarse de la ignorancia.

Su día lo finaliza al mediodía cuando con carretillas carga sus libros para guardarlos en una bodega de una empresa de helados.

“Lo importante es que el que me compre libros los lea, porque si compras un libro y lo dejas en un rincón de tu casa es un legajo de papel que no sirve de nada, pero si lo lees es un gran tesoro”, concluyó.

Y se marcha feliz aunque solo un libro venda durante todo el día. La vida de don Rigo es como “un libro abierto” y su negocio la pasión por propagar la cultura mediante la lectura.