Tegucigalpa – En su nueva etapa, el gobierno del presidente Hernández parece haber centrado su accionar en dos ejes básicos para transformar la nación como son las áreas de Salud y Educación, dos rostros sociales postergados y torales para el desarrollo y empuje de un país.

El acceso a la Salud y a la Educación garantizados por la Constitución hondureña ha sido paupérrimo, muy lejos de los indicadores deseados, y en cierta forma, prohibitivo para gran parte de los años. El colapso ante las demandas ciudadanas ha desbordado estas dependencias, en especial en el área de la Salud.

Es común en los hospitales públicos escuchar a los pacientes que las citas les son reprogramadas para dentro de seis meses o un año, que los medicamentos escasean y que el «No hay», es la constante. Pero el problema en la Salud va más allá de esos simples pero grandes detalles, tiene que ver con la ausencia de políticas públicas integrales, con la demanda de atención en un país donde su población crece a un ritmo que no es acorde con el crecimiento de la economía.

Hospitales públicos emblemáticos lucen colapsados en atención al paciente y en infraestructura. La corrupción se apoderó también del sistema sanitario y denuncias como las del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) y el caso del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) son reflejo de esa crisis sistémica. Solo en el caso del IHSS son más de cuatro mil millones de lempiras los que se habrían drenado y pese a la intervención que ha sido objeto la institución, ésta no termina de salir a flote.

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