Tijuana (México).- La línea fronteriza de México y Estados Unidos está a pocos metros del deportivo Benito Juárez de Tijuana, donde miles de migrantes centroamericanos esperan la llegada de sus compañeros de caravana para solicitar asilo.

En este deportivo, unos 3.000 migrantes esperan al resto de los 5.000 que salieron en caravana el pasado mes de octubre de Honduras para, en conjunto, solicitar asilo en Estados Unidos. Repiten constantemente: «la unión hace la fuerza».

«Mi plan es esperar a una semana si nos dan el permiso cruzamos todos y sino vamos a cruzar como ilegales», afirma David, un adolescente hondureño que viaja con su amigo Malaquías, quien confía en quedarse a trabajar en Tijuana sino cruza a Estados Unidos.

Ubicado en la popular zona norte de Tijuana, desde la cancha de fútbol del deportivo puede observarse fácilmente la kilométrica y alta valla fronteriza, un horizonte esperanzador para los centroamericanos pero al mismo tiempo un reto.

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Unos 3.000 centroamericanos descansan en este lugar como pueden y en el lugar que mejor les acomoda. No son las mejores condiciones pero al menos cuentan con servicios sanitarios, comida y atención médica.

«Si hubiera un trabajo yo me quedaba, es lo que necesitamos un trabajo pero veremos que Dios dice», apunta un tanto incierto el joven David.

Aunque se mueven juntos, ambos originarios de Santa Bárbara, tiene planes distintos.

«Está muy difícil por lo soldados ya anduvimos en la zona de Playas de Tijuana «, dice Malaquías, quien acepta la entrevista «pero acostado y sin dejar de ver su teléfono móvil».

«Hay mucha seguridad, está ‘perro’ (difícil) cruzar por aquí no hemos visto (señala la barda frente al deportivo), pero se ve que está más perro, ya veremos que pasa», añade.

En cambio a David las dudas no le asaltan, dice que lleva tres días en Tijuana y sabe que tiene que esperar a que llegue toda la caravana «para tomar una decisión» y él no avizora otra que no sea cruzar la frontera.

«Para Honduras no; mi plan no es regresar. Yo vine para ir Estados Unidos no para quedarme en México», cuenta de manera firme.

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«Yo aquí no me quedo porque, aquí se gana igual que en Honduras, entonces ¿para que venimos?» se cuestiona David y se responde: «entonces mejor me regreso y si no mejor que me deporten» y cierra con sus dos opciones «O Estados Unidos u Honduras, aquí (Tijuana) no me quedo, el ambiente no me gusta».

Pero más que el ambiente, los amigos no soportan el racismo y la discriminación que se ha destapado en Tijuana luego de que grupos de vecinos y autoridades han criticado a los centroamericanos

Aquí es más complicado, atrás (otros estados de México) nos ayudaban más y aquí no nos ha dio nada bien», cuenta David, quien creen que mucha gente mexicana no les dice nada «pero con la mirada lo expresan, nos miran raro».

Mientras que Malaquías dice que la gente mexicana «es buena» porque durante su travesía les han ayudado «tal vez la gente del otro lado les viene a meter cizaña a los mexicanos, les viene a meter cosas en la cabeza sobre nosotros».

Unos 9.000 migrantes centroamericanos que entraron a México durante el último mes en diversos momentos, se movilizan en al menos tres grupos por el territorio mexicano camino de la frontera con Estados Unidos.

De la primera caravana, 3.000 han llegado a Tijuana, donde esperan al resto de su grupo; una segunda caravana se encuentra en el centro del país, en los estados de Guanajuato y Jalisco, y otra tercera todavía se encuentra en el sureste mexicano.