Tegucigalpa – “El consumismo es una enfermedad del sistema capitalista”, fustigó la Iglesia Católica durante la homilía celebrada este domingo en la catedral metropolitana San Miguel Arcángel de esta capital y que fue oficiada por el párroco, sacerdote Juan Carlos Martínez, quien cuestionó que se ha despertado en nuestra sociedad ese deseo insaciable de cosas.

La parábola no nos invita a ser injustos sino a ser sagaces poniendo nuestros bienes al servicio de los más necesitados.

-“Ciertamente la globalización neoliberal, es la globalización del mercado que crea riqueza para unos pocos y empobrecimiento para muchos”, cuestionó el prelado.

El prelado se refirió a la parábola del administrador astuto contenido en el evangelio de Lucas, que tiene como mensaje que “es imposible amasar una fortuna sin antes hacer harina a los demás”.

Indicó que la clave del mensaje de Jesús es que nosotros estamos en la misma situación que el administrador que tiene la soga al cuello y es hora de tomar una decisión, ante el reino de Dios, puede esperar, el administrador injusto actuando sagazmente se ha asegurado una vida nueva.

“Jesús quiere decir que ante la actual situación en que vivimos, el que quiera ser su discípulo ha de actuar con decisión y sagacidad, lo que elogia Jesús es la sagacidad, lucidez y habilidad con la que procedió este administrador para superar las dificultades”, apuntó Martínez quien añadió que desconcierta también la máxima final “ganen amigos con el dinero injusto para que cuando les falte, les reciban en las moradas eternas”.

Esas palabras significan que ya como el dinero no tiene curso legal en el más allá, tampoco se trata de reservar la entrada a la vida eterna, sino de distribuir un poco de amor en este mundo que peligra en convertirse en una jungla.

En ese sentido, Jesús viene a decir que necesitamos imitar no la deshonestidad del administrador, sino la habilidad para solucionar los problemas, es como que dijera procuren con sus bienes compensar al espíritu de amor que llevan dentro, el único que les aporta vida verdadera, si se dejan esclavizar por la riqueza no encontrarán vida, la alegría u la paz. La parábola no nos invita a ser injustos sino a ser sagaces poniendo nuestros bienes al servicio de los más necesitados y por eso dice, “ganen amigos con el dinero injusto”.

Acotó que sólo cuando compartimos nuestro dinero y lo usamos para crear fraternidad se hace posible el reino de Dios en la tierra y los cristianos necesitan tomar conciencia de la necesidad de aprovechar bien la vida de manera solidaria. “No pueden servir a Dios y al dinero, hay que aclarar que en el texto griego no dice dinero, sino Mammón que era el dios cananeo del dinero, es decir no se puede servir al Dios de Jesús y al Mammón, el dios del dinero”, acotó el religioso.

Añadió que ciertamente que llamamos Señor a Dios, pero el que manda de verdad en nuestras vidas muchas veces es el dios dinero y “el dinero puede convertirse en un ídolo para nosotros, el dinero puede seducirnos y alienarnos podemos llegar a pensar que todo se compra con el dinero, las cosas más importantes de la vida humana, la amistad, el amor, la salud, la libertad, el sentido de la vida, parece que a todo le podemos poner precio, no se pueden comprar todas esas realidades con el dinero”.

El sacerdote cuestionó que “el sistema neoliberal en el que estamos instalados gira todo alrededor del mercado y la especulación financiera, se idolatra la economía, toda la actividad está en función de la misma, ciertamente la globalización neoliberal, es la globalización del mercado que crea riqueza para unos pocos y empobrecimiento para muchos”.

Fustigó que “el consumismo es una enfermedad del sistema capitalista, uno puede entregar el corazón a muchas realidades convirtiéndolas en dios, pero éstas terminan por hacernos esclavos de los demás y de nosotros mismos y sólo Dios como absoluto nos libera de los ídolos, nos sitúa correctamente en el camino de la vida”.

Criticó que actualmente para muchos hombres y mujeres  el ideal supremo consiste en ganar más para tener más, se ha despertado en nuestra sociedad el deseo insaciable de cosas, el consumismo, nada más destructor en el mundo de hoy que la sobrevalorización de la riqueza que genera un sistema mundial injusto que anula a la persona y destruye las relaciones comunitarias.

“Jesús nos invita en el evangelio de este domingo a no poner nuestro corazón en el tener, en las cosas, si no a apoyarnos y a abandonar nuestra vida en Él; Jesús nos invita a liberar nuestro corazón de todo aquello que nos da una falsa seguridad para cimentarnos en aquello que nos hace vivir plenamente; necesitamos que nuestro corazón ansioso se serene y que nos abramos al misterio de su presencia”, recomendó.

Oró porque Dios nos ayude a vivir nuestra vida al servicio del amor no al servicio del dinero y a tener más presente a los pobres y necesitados.