Roma.- El barco de la ONG española Open Arms lleva más de una semana en aguas internacionales esperando a que algún país europeo le permita desembarcar a los 160 migrantes que lleva a bordo, entre los que hay al menos cuatro menores y tres mujeres embarazadas. 

La jefa de misión de Open Arms, Anabel Montes, dijo hoy en un vídeo desde la embarcación que «a cada día que pasa aumenta el sufrimiento» de los 160 socorridos y lamentó que «mantenerles en eterna incertidumbre» crea dificultad añadida «a las historias tan crueles y duras que han tenido que soportar». 

Montes además mostró su solidaridad con los 165 migrantes que se encuentran a bordo de otro barco humanitario, el Ocean Viking, de las ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterráneo, y que también esperan la autorización de entrada en un puerto. 

«Pedimos a los Estados que sean capaces de organizar un mecanismos para desembarcar y distribuir a todas las personas sin poner en peligro su integridad física como está pasando aquí ahora», expuso. 

Igualmente, señaló que las organizaciones humanitarias que salvan vidas en el Mediterráneo no pueden ser abandonadas a su suerte y reiteró que ellas no abandonarán a las personas que navegan en situación precaria en el mar con la intención de llegar a las costas europeas para buscar un futuro mejor.

La embarcación de Open Arms socorrió el pasado 1 de agosto a 55 personas, entre ellos dos bebés mellizos y una mujer embarazada, justo cuando la balsa neumática en la que navegaban estaba «a punto de naufragar» y entraba agua, explicó entonces el fundador de la ONG, Òscar Camps. 

Al día siguiente fueron rescatadas a otras 69 personas, entre ellas dos mujeres embarazadas, y posteriormente tuvieron que ser desembarcadas tres mujeres por cuestiones de salud.

En la madrugada del 10 de agosto, La Valeta pidió a Open Arms que asistiera a una embarcación en peligro con 39 personas y horas después se ofreció a acoger a estos últimos rescatados, desentendiéndose de los otros 121 porque, justificó el Gobierno maltés en un comunicado, estos no habían sido auxiliados en aguas de responsabilidad maltesa. 

Para no alterar la convivencia a bordo, la tripulación española rechazó el ofrecimiento de Malta y reiteró que todas las 160 personas debían ser desembarcadas. 

En Italia, el ministro del Interior y líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini, ha asegurado que la embarcación será multada si entra en aguas territoriales, de acuerdo con la nueva ley del país.

Salvini cree que la responsabilidad de estas personas es el Gobierno de Pedro Sánchez y con ironía ha declarado que en el tiempo que Open Arms lleva esperando en el Mediterráneo el barco podría haber llevado a los inmigrantes a Ibiza y a Formentera para que se divirtieran. 

«En ocho días, este barco español habría ido y vuelto a Ibiza y Formentera hasta en tres ocasiones. ¿Por qué estos pobres inmigrantes no pueden ser llevados a Ibiza y Formentera? Al menos así aprovechan y se divierten», fueron sus palabras textuales, pronunciadas en un mitin de su partido.

En España, la ciudad de Valencia se ha ofrecido a acoger la embarcación y la comunidad de Extremadura a colaborar en la acogida de los inmigrantes, pero la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ha afirmado que el barco debería conducir a los salvados al puerto seguro más cercano, que en este momento está en Italia.