Con una peregrinación, cánticos y oraciones, feligreses salvadoreños celebraron el 28 de octubre de 2018, la canonización del santo Óscar Arnulfo Romero, celebrada el pasado 14 de octubre en el Vaticano. EFE

San Salvador – Con una peregrinación, cánticos y oraciones, feligreses salvadoreños celebraron hoy la canonización del santo Óscar Arnulfo Romero, celebrada el pasado 14 de octubre en el Vaticano.

Los feligreses y los jerarcas de la iglesia católica recorrieron los alrededores de la Plaza Gerardo Barrio, en San Salvador, junto a una imagen de Romero y el cíngulo (cordón) que el mártir llevaba puesto el día de su asesinato, el 24 de marzo de 1980, y que el papa Francisco usó durante la ceremonia de canonización.

María Fuentes, una de las personas que acompañó la procesión, comentó a Efe que «ahora que el país tiene a un santo debemos pedirle por nuestro bienestar y para que guía a los que conducen a este pueblo».

«Él (Romero) nos amó a todos y dio su vida por nosotros», dijo la mujer.

Tras el corto recorrido, los feligreses participaron en una misa de acción de gracias, en la que pidieron a san Óscar Romero que interceda por el país y que derrame bendiciones en cada uno de los hogares salvadoreños.

El evento religioso fue celebrado en el atrio de Catedral Metropolitana de San Salvador y presidida por el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas.

En la misa también participaron el obispo de El Salvador, Gregorio Rosa Chávez, religiosos de Centroamericana, entre ellos el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes, y el nuncio apostolico de El Salvador, Santo Rocco Gangemi.

Además, asistió el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, y su esposa y primera dama, Margarita Villalta.

Romero, beatificado en mayo de 2015 en una multitudinaria misa, se caracterizó por denunciar constantemente en sus homilías los ataques de los cuerpos de seguridad contra la población civil y otras violaciones a los Derechos Humanos.

El religioso fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un escuadrón armado de la extrema derecha mientras oficiaba misa en la capilla del hospital de cáncer Divina Providencia de San Salvador, previo al estallido de la guerra civil salvadoreña (1980-1992).