Tegucigalpa – El párroco de la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel de Tegucigalpa, Juan Carlos Martínez, en la homilía de este domingo abogó ante los “señores del poder” trabajo y oportunidades para los pobres de Honduras.

“Necesitamos concientizar a los señores del poder y de las finanzas para que hagan lo posible para darle a la gente trabajo”, manifestó el párroco en la homilía correspondiente a la fiesta del Corpus Christi o Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

A renglón seguido, criticó el neoliberalismo globalizado que busca el beneficio rápido y desmedido.

En relación a la lectura del día enfatizó que “Jesús no despide a la gente” y que por el contrario les manda que se sienten en grupos.

“Dice el Evangelio que el Señor Jesús tomó el pan, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los dio”, reflexionó.

Añadió que solo cuando se reconoce que los bienes son del Padre se pueden poner a disposición de los demás.

“No es reconocer a Dios como padre de todo y fuentes de nuestros bienes y seguir acaparándolos egoístamente”, zanjó.

En ese sentido, caviló que no nos podemos desentender de los pueblos hambrientos, de los que viven hundidos en la miseria.

“La vida no se nos ha dado para hacer dinero y consumir compulsivamente”, externó.

En ese sentido, aseveró que la vida consiste en aprender a colaborar en la humanización de nuestro mundo empezando por nosotros mismos.

Finalmente, invitó a seguir a Jesús y como él dar pan al hambriento no solo de carne sino de palabra.

A continuación Departamento 19 reproduce la Lectura del día, tomado del santo evangelio según san Lucas (9,11b-17):
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.»
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos
cincuenta.»Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo,
pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente.
Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.