Personal de Cruz Roja atendía a algunos de los 103 inmigrantes de origen subsahariano que fueron rescatados la semana pasada por Salvamento Marítimo en las inmediaciones de la isla de Alborán. EFE/Archivo

Ginebra – La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó hoy su primer informe sobre la salud de los migrantes y refugiados en Europa, donde advierte del alto número de casos de tuberculosis o hepatitis en el colectivo, entre otros problemas, y pide a los países de acogida programas especiales para atenderlos.

El estudio, que intenta identificar los principales problemas de salud entre los 90,7 millones de migrantes que viven en el Viejo Continente (donde constituyen un 10 % de la población), busca concienciar a los gobiernos, a los que advierte que una insuficiente atención a este grupo puede perjudicar a toda la población.

La OMS identifica que los migrantes y refugiados de los 53 países analizados, por ejemplo, tienen un índice de mortalidad superior a la media en enfermedades infecciosas, sanguíneas y cardiovasculares.

El informe resalta que los migrantes suponen en muchas ocasiones una importante parte de los pacientes de enfermedades infecciosas en el total nacional, a veces por proceder de países con sistemas sanitarios deficientes o colapsados, o por haber interrumpido programas de vacunación tras huir de la guerra o la miseria.

En todo caso, y frente a algunos prejuicios, «refugiados y migrantes no traen enfermedades exóticas, algunos vienen con enfermedades ya muy conocidas en Europa y para las que hay muy buenos programas de control y prevención», señaló hoy al presentar el informe Zsuzsanna Jakab, directora regional de la OMS en Europa.

En el caso de la tuberculosis, la OMS identificó que un 8,2 % de los casos totales en Europa son pacientes extranjeros, un porcentaje que sube hasta el 32,7 % en la Unión Europea y supera el 70 % en naciones como Alemania, Reino Unido, Suiza, Suecia o Noruega.

De forma similar, un 21% de los casos de nueva infección del virus VIH son extranjeros y el porcentaje aumenta al 40 % en la Unión Europea, mientras que la prevalencia de hepatitis B crónica oscila en el colectivo entre el 3 y el 9 % dependiendo del país.

El estudio detecta además mayor riesgo a la media nacional en migrantes y refugiados ante enfermedades como la diabetes melitus o problemas cardiacos como infartos.

La organización también alerta la presencia habitual en los migrantes y refugiados de enfermedades mentales como el estrés postraumático, la depresión o la ansiedad, «comunes en gente que atraviesa largos procesos de asilo, pobres condiciones socioeconómicas, desempleo y aislamiento».

La OMS subraya que estos problemas son especialmente graves en menores de edad que viajan solos a Europa y sufren aún mayor aislamiento que los migrantes adultos.

En el terreno de la salud reproductiva, el informe advierte del alto riesgo de sufrir violencia sexual para muchas mujeres durante el tránsito, aunque en ocasiones también tras la llegada.

Alerta asimismo del mantenimiento de la mutilación genital femenina (ablación) en colectivos migrantes que viven en Europa, si bien señala que el rechazo a esta práctica aumenta en tanto se prolonga la estancia en el continente.

La OMS subraya que algunos países de la región han restringido el acceso de los migrantes a sus sistemas sanitarios (por ejemplo, naciones de tránsito de éstos en el Mediterráneo sur) y que los no regularizados con frecuencia sólo tienen acceso a servicios de urgencia, sin incluir tratamiento prenatal o posparto.

Para mejorar estas situaciones, la organización internacional recomienda mayores controles sanitarios a los migrantes cuando llegan a Europa, «sin tratos discriminatorios o que estigmaticen», que pueden ayudar a su posterior acceso a la salud pública del país y futuros tratamientos.

Asimismo recuerda que uno de los mayores riesgos para la vida de los migrantes y refugiados continúa siendo el viaje, con más de 50.000 de ellos fallecidos en aguas del Mediterráneo desde comienzos de siglo.