París.- La reforma del asilo debe ser una prioridad esencial para los próximos dirigentes la Unión Europea (UE), ya que el sistema actual no funciona y además la presión de los flujos migratorios ha socavado la libre circulación en el espacio Schengen.

Esa es la visión de las autoridades francesas tras constatar que hay un problema de confianza global en el espacio Schengen, como demuestra que haya media docena de países que en los últimos años han restablecido los controles en sus fronteras por motivos de seguridad, terrorismo o por los flujos migratorios.

Para restablecer esa confianza y que vuelva a existir una verdadera libre circulación en el espacio Schengen, desde París se marcan dos requisitos imprescindibles: reforzar la agencia europea de control de fronteras externas, Frontex, y reformar el asilo.

La primera «prioridad» es que «nuestras fronteras exteriores sean fronteras, no podemos tener una política migratoria si no sabemos quién entra en nuestro país», dijo la secretaria de Estados para Asuntos Europeos, Amélie de Montchalin en una entrevista con periodistas españoles organizada por el Gobierno francés en París.

«La segunda cosa esencial es que nos hace falta un derecho de asilo común. Si alguien llega a España y pide el asilo en España, se desplaza 600 kilómetros y lo pide en Francia, hace 500 kilómetros más y lo pide en Alemania, con ese sistema puede quedarse en Europa 4 o 5 años de media», completó De Montchalin.

La secretaria de Estado consideró que el sistema actual «no es aceptable porque no está bien organizado, no tiene los medios para cumplir bien su función y sobre todo tenemos un sistema que empuja a la gente a depositar demandas de asilo en varios países».

«Eso no funciona. Por tanto, pienso que hay un acuerdo muy fuerte hoy con España en el sentido de que hace falta una reforma», señaló.

El reto es reintroducir una responsabilidad colectiva europea en materia de migración, encontrar una solución global y asociar plenamente a todos los socios europeos a los mecanismos de lucha contra la migración ilegal y a la gestión de las demandas de asilo, que se concentran especialmente en Alemania y Francia.

Se trata, en definitiva, de hacer ver a todos los socios comunitarios, incluidos los reticentes del grupo de Visegrado, que la migración es un problema común, ya que quien entra por una playa española puede terminar en Varsovia, añadieron otras fuentes galas.

París reclama más solidaridad europea con los países de llegada y de destino de esos flujos y considera que todos los estados deberían tener la responsabilidad de acoger a los demandantes de asilo, no solo el primer país de llegada, como ocurre ahora.

«Tienen que participar, habrá que reflexionar de qué manera. Y si hacemos eso España, Italia y Grecia deberían poder controlar mejor la situación y no sufrir el fenómeno», según De Montchalin.

La posición francesa es que debería establecerse una recolocación obligatoria o en su defecto una solidaridad obligatoria con una compensación financiara elevada de los países que no quieran acoger hacia los otros para que tenga carácter disuasorio.

Entre las múltiples formas que podría tener ese mecanismo de reparto de demandantes de asilo se contempla un sistema de cuotas que tenga en cuenta el PIB y la población de cada país, mientras que como eventual castigo por mantenerse al margen se apuntan sanciones financieras en forma de recortes en fondos estructurales europeos.

Para controlar los flujos migratorios externos, que en la crisis de 2015 se concentraban en Grecia, en 2016 y 2017 se trasladaron al Mediterráneo Central (Italia, Malta) y en 2018 avanzaron al Occidental (España), además de reforzar Frontex, se apunta incluso a centros europeos en esos países para diferenciar a los potenciales migrantes con derecho a asilo de los que no, que serían devueltos.

Se trataría de clonar a mayor escala un modelo que ya existe, por ejemplo, en el aeropuerto de Charles de Gaulle, en París. Para ello, según la visión francesa, habría que buscar una solución a nivel europeo para armonizar los distintos dispositivos jurídicos.

El refuerzo de las fronteras exteriores de la UE y esos centros de identificación de migrantes vendrían en complemento a los acuerdos que ya existen con Turquía, con las patrulleras libias y con Marruecos para contener los flujos migratorios hacia Europa.

Ayudar a los países de tránsito a tener una política estructurada y estar mejor equipados frente a esos flujos y en la lucha contra las mafias de tráfico de migrantes es otro pilar fundamental.

Existen ya grupos de acción rápida e intervención en Níger, con españoles, franceses y nigerianos, para luchar contra los tráficos.

Una acción a combinar con ayuda al desarrollo, inversión y colaboración en los países de origen, especialmente africanos, para que readmitan a los migrantes sin derecho a asilo en la UE.