Nueva York – Vacaciones pagadas para todos los trabajadores, atención sanitaria para los indocumentados, avances en la ley del aborto, legalización de la marihuana recreativa… la ciudad de Nueva York y su estado viven una auténtica revolución progresista, la otra cara de la moneda en los EE.UU de Donald Trump.

A la espera de que el Partido Demócrata decida quién se enfrentará a Trump en las presidenciales de 2020, está claro que esta formación «ha girado a la izquierda», según Roger Senserrich, politólogo de la Universidad Pompeu Fabra afincado en EE.UU. como asesor de políticas de bienestar en diversos «think tanks» (laboratorio de ideas).

Senserrich cree que hay estados demócratas como Minesota o Massachusetts que están aplicando políticas aún más progresistas, pero reconoce que todo lo que sucede en Nueva York se mira con lupa y tiene «una mayor repercusión», sobre todo si el alcalde Bill de Blasio y el gobernador Andrew Cuomo compiten para ver quién se visualiza como la alternativa progresista del país.

Hay que tener en cuenta el fenómeno Alexandria Ocasio-Cortez. La latina que se ha convertido en la congresista más joven, tras desbancar en las primarias del distrito 14 de Nueva York al candidato del poder establecido demócrata.

Con la buena acogida de sus propuestas y su frescura, obligó a dirigentes como Cuomo a escorarse posteriormente más a la izquierda, tal como hizo para ganar en las primarias a gobernador a la actriz Cyntia Nixon, quien junto a Ocasio forman parte del ala más izquierdista del Partido Demócrata liderado por Bernie Sanders.

La que fue directora de la campaña de Ocasio en Queens, Virginia Ramos, recordó a Efe que la base del éxito de la joven congresista ha sido convertirse en la alternativa a un poder establecido «que no nos está representando», con ideas sociales muy avanzadas para lo que es el mapa político de Estados Unidos.

Tanto es así que Ramos admite el interés de la debilitada socialdemocracia europea por que Ocasio participe en eventos políticos en el Viejo Continente, algo que «hemos pospuesto» porque la congresista quiere primero hacerse valer como referente de su distrito, El Bronx-Queens.

En este contexto, Andrew Cuomo, del aparato demócrata y amigo de Hillary Clinton, ha prometido una vez ya renovado como gobernador legalizar la marihuana recreativa, una cuestión que va más allá del debate interno sobre salud pública ya que hasta ahora ha generado muchos problemas de criminalización de capas sociales desfavorecidas, afroamericanos y latinos principalmente.

Además, Cuomo y los demócratas han recuperado el pleno control del Senado estatal y se proponen facilitar el registro del votante y legalizar el sufragio anticipado y por correo, en un paquete de medidas que permitirá ampliar el censo con gran número de ciudadanos de origen inmigrante, muy críticos con las políticas republicanas.

Del alcalde neoyorquino Bill de Blasio, Senserrich valora sobre todo que haya implantado la escolarización pública a partir de los tres años, algo impensable en otras ciudades de Estados Unidos por falta de presupuesto.

En su discurso anual sobre el estado de la ciudad, De Blasio prometió hacer de Nueva York «la gran ciudad más justa de Estados Unidos» y en su agenda política ya está desplegando algunas iniciativas destacadas, como dar una cobertura sanitaria universal que incluya a los inmigrantes indocumentados, en una ciudad en la que hay 600.000 ciudadanos sin seguro médico, lo que costará al consistorio 100 millones de dólares anuales.

De Blasio también quiere que la Gran Manzana sea la primera ciudad de Estados Unidos en la que, de forma universal, todos sus ciudadanos que trabajan puedan disfrutar de al menos diez días de vacaciones pagadas al año.

La nueva ley que impulsa beneficiará a más de 500.000 neoyorquinos que actualmente aún no tienen días libres, ya sean empleados a tiempo completo o parcial. Esto incluye a 180.000 trabajadores de servicios profesionales, a 90.000 de ventas minoristas y 200.000 de la hostelería, hoteles y servicios de comidas.

Mientras Steve Bannon, exasesor de Donald Trump, ha recorrido Europa en apoyo a dirigentes ultraderechistas como Mateo Salvini o Le Pen con su «The Movement», de alguna manera Europa ve ahora como muchas de sus políticas del estado del bienestar están cruzando el Atlántico y empiezan a implantarse en lugares tan emblemáticos como Nueva York, cuna del capitalismo y ciudad natal del actual presidente de EE.UU.