La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay. EFE/Archivo

Berlín – La inclusión de refugiados y migrantes en los sistemas educativos nacionales avanza de manera insuficiente, a pesar de que el derecho de estos niños a una educación de calidad es en teoría reconocido por gran parte de los gobiernos de los países que los acogen, denuncia la Unesco.

El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2019, presentado hoy en Berlín, señala que en ocho de los diez principales países de acogida de refugiados, también de bajos ingresos como Chad, Etiopía y Uganda, se ha progresado en materia de inclusión.

Canadá e Irlanda figuran entre los líderes mundiales en políticas de educación inclusiva para inmigrantes, agrega el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

No obstante, otros países niegan o dan acceso limitado a los solicitantes de asilo a sus sistemas educativos, como ocurre por ejemplo en Australia, Hungría, Indonesia, Malasia y México.

En otros, los refugiados tienen acceso a la educación, pero en escuelas separadas, no formales, comunitarias o privadas, algunas de ellas no certificadas.

En esta situación se encuentran, por ejemplo, los rohingá en Bangladesh, los burundeses en Tanzania, los karen en Tailandia y muchos afganos en Pakistán.

En otros países, como Kenia, Líbano y Jordania, el esfuerzo de inclusión es patente, pero factores logísticos impiden que haya una verdadera interacción entre la población refugiada y la nacional.

El informe reconoce asimismo las considerables inversiones realizadas por países como Ruanda e Irán para lograr la interacción entre ambos grupos y que Turquía se ha comprometido a incluir a todos los refugiados en su sistema educativo nacional para el año 2020.

El mismo compromiso han manifestado siete países en África Oriental, promesa que Uganda ya ha podido cumplir, subraya.

«La educación es la clave de la inclusión y la cohesión. El aumento de la diversidad en el aula, aunque es un reto para los maestros, también puede mejorar el respeto por la diversidad y es una oportunidad para aprender de los demás. Es la mejor manera de hacer que las comunidades sean más fuertes y más resilientes», declaró la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.

En este sentido, el informe advierte de la necesidad de que los maestros reciban formación especializada para cubrir las necesidades de refugiados y migrantes y lograr así una educación de calidad.

La Unesco hace asimismo un llamamiento a los donantes a triplicar las inversiones en la educación de los refugiados, ya que son precisamente los países de ingresos bajos y medios los que albergan al 89 % de los refugiados.

Informó además de que la proporción de estudiantes de origen extranjero en los países de ingresos altos aumentó entre 2005 y 2017 del 15 % al 18 %.

No obstante, el abandono escolar en 2017 en la Unión Europea (UE) dobló en los niños migrantes al de los nativos y en 2015 la propensión a adquirir competencias básicas en lectura, matemáticas y ciencias en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) fue un 32 % menor.

«Los países no pueden pensar que el trabajo se completa una vez que los inmigrantes están en la escuela. Están siendo excluidos de muchas otras maneras. Terminan en circuitos escolares más lentos o en establecimientos de escasos recursos en barrios con problemas», señaló Manos Antoninis, director del informe.

Según este documento, el número de migrantes y refugiados en edad escolar en todo el mundo ha aumentado un 26 % desde 2000 y podría llenar medio millón de aulas.

Pero al mismo tiempo, en los dos años desde la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes de 2016, los refugiados han perdido 1.500 millones de días de clases.