Varias personas descansan en la Playa de Nahla (Marruecos). A los familiares de las decenas de jóvenes que naufragaron el pasado sábado en una patera cerca de las costas de Casablanca, en el oeste de Marruecos, cuando salían hacia España, sólo les queda esperar que las olas les devuelvan sus cadáveres. Hoy mismo, y según fuentes de la autoridad local, dos cadáveres más han aparecido en la playa de Nahla, en la periferia norte de Casablanca, desde donde la patera salió ese sábado. EFE/ Mohamed Siali

Playa de Nahla (Marruecos) – A los familiares de las decenas de jóvenes que naufragaron el pasado sábado en una patera cerca de las costas de Casablanca, en el oeste de Marruecos, cuando salían hacia España, sólo les queda esperar que las olas les devuelvan sus cadáveres.

Hoy mismo, y según fuentes de la autoridad local, dos cadáveres más han aparecido en la playa de Nahla, en la periferia norte de Casablanca, desde donde la patera salió ese sábado.

Madres, padres, hermanos y amigos, gente modesta con signos de cansancio, esperaban ayer en la playa sin que se apreciara ningún esfuerzo concreto de las autoridades para buscar a los desaparecidos.

Sin embargo, el ministerio de Interior precisó en un comunicado, emitido el mismo día del naufragio, que las autoridades movilizaron sus recursos para averiguar si hay más cadáveres en el agua de entre estos candidatos al «dorado» europeo.

«Ven que los chicos que emigran a Italia y España consiguen dinero para ayudar a sus padres y comprar coches, y también ellos se animan a ir allí a trabajar, para aliviar la carga de sus familias», dijo a Efe Noredín Sarguini, amigo de varios de los desaparecidos y presente en la playa.

Según medios marroquíes, el total de inmigrantes que viajaban en la patera ascendía a 56 personas, de las cuales tres fueron rescatadas con vida y quince (entre ellas una mujer) han aparecido ahogados y arrojados por las olas en la costa, por lo que habría todavía cerca de cuarenta desaparecidos.

Casi todos procedían de la ciudad de Kelaat Sraghna, en el centro del país, y varias aldeas circundantes. Desde la región han viajado hasta la playa sus madres, con la esperanza al menos de recuperar los cadáveres de los emigrantes, varios de ellos menores de edad.

Para protegerse del sol, los familiares se concentraban ayer bajo dos tiendas de campaña facilitadas por un voluntario local. Algunas de las mujeres lloraban, otras estaban más serenas, pero todas abatidas por el dolor.

«Es posible que (a los cadáveres) los saquen las olas durante los grandes cambios de la marea: al final de la tarde o al amanecer», explicó un vecino dirigiéndose a las familias, que no tienen nada más que hacer sino mirar hacia las olas.

La comida se la traen algunos habitantes de las aldeas vecinas a la playa.

Sarguini explicó que integrantes de redes de emigración ilegal habían traído el pasado viernes a las víctimas en un camión hasta Mediuna, en las afueras de Casablanca, y por la noche los habían conducido a escondidas hasta la costa para embarcarse.

Algunos testigos, vecinos de la playa donde se produjo el siniestro, explicaron a Efe que al poco tiempo de comenzar a navegar la embarcación neumática, de unos 12 metros de longitud, volcó a causa del oleaje.

«El que organizó este viaje es un criminal, hubiera hecho menos daño si les hubiera robado el dinero sin causarles la muerte», gritó uno de los familiares.

Según testimonios de sus amigos, las víctimas pagaron entre mil y tres mil euros a esa red que había organizado con éxito en las últimas semanas otro viaje clandestino que partió de Kelaat Sraghna y tenía España como destino. La embarcación utilizada entonces tardó 50 horas en llegar a las costas de Cádiz (sur de España), y el relato de aquellos viajeros animó a otros jóvenes a imitarlos.

Sarguini explicó que los siniestrados consiguieron el dinero para viajar de distintas maneras: algunos fueron ayudados por sus padres, otros lo pidieron prestado y otros lo ahorraron de humildes trabajos que habían ejercido.

Este naufragio es uno de los más graves registrados en los últimos años, y confirma que las salidas en patera ya no se limitan al Mediterráneo, sino que se producen a lo largo de la costa de Casablanca, a más de 350 kilómetros de la de la península en línea recta.

La Gendarmería marroquí ha detenido a seis personas por su supuesta pertenencia a la red que organizó esta tentativa de emigración, y durante la operación confiscó un camión y dos coches, probablemente utilizados para transportar a los emigrantes.

Según las últimas cifras oficiales del pasado mes de agosto, las autoridades marroquíes han abortado en lo que va de año 57.000 intentos de emigración clandestina, que se suman a los 89.000 del pasado año.