Manifestantes continúan anoche las protestas por la muerte del joven Michael Brown en Ferguson, Misuri. EFE/Archivo

Washington – Michael Brown, Magdiel Sánchez y D’Ettrick Griffin no son una mera estadística, sino jóvenes negros que han sido abatidos a tiros en los últimos años por agentes de policía blancos, que ahora repiensan su «modus operandi» para evitar que se repitan estos trágicos episodios en EE.UU.

En muchos de estos casos, el denominador común que defienden los familiares y amigos es que las víctimas no estaban armadas cuando los agentes los aprehendieron y, en última instancia, acabaron con su vida.

«Las comunidades han estado luchando esta batalla desde el inicio de los tiempos. Puede que haya escalado últimamente, pero para la gente de color esto siempre ha sido un gran problema», apuntó Judit Browne-Dianis, directora de la organización The Advancement Project, en un evento celebrado esta semana en Washington.

El acto reunió a un centenar de activistas, policías y familiares de víctimas de la violencia policial contra minorías en un céntrico hotel de la capital estadounidense.

Allí se presentó la «Guía para una actuación policial justa, segura y eficaz», un proyecto que pretende redefinir las prácticas de los más de 18.000 departamentos de policía que existen a nivel local, estatal y nacional en EE.UU.

En la elaboración de este manual han participado jefes de policía de localidades en los estados de Nueva Jersey, Mineápolis y Texas, entre otros, aunque la Conferencia de Liderazgo sobre Derechos Humanos y Civiles fue la que impulsó su redacción.

«Por fin tenemos una guía útil. He visto muchos documentos de este tipo, y ninguno tiene que ver con este», señaló Changa Higgins, de la Coalición de Supervisión de la Policía de Dallas (Texas), en su discurso.

El documento, de 12 capítulos y casi 400 páginas, recomienda diferentes medidas que buscan favorecer «la imparcialidad, la equidad, la justicia procesal, la legitimidad, la transparencia y la rendición de cuentas para restablecer la confianza en la policía y curar heridas», según el propio texto.

Para el jefe de la policía del condado de Camden, en Nueva Jersey, Scott Thomson, esta guía «sobresale» de las demás porque abarca las prioridades comunes en todos los rincones del país.

«Esto es algo que cualquier jefe de policía que tiene un problema y desea comenzar a hacer un cambio positivo en el departamento y en la comunidad puede dirigirse», consideró Thomson, que ha participado en la investigación.

En concreto, la guía provee «recomendaciones específicas» para conseguir cumplir con las directrices de un informe que creó el Gobierno del expresidente estadounidense, Barack Obama (2009-2017), en 2015, tras la muerte del joven Michael Brown en Ferguson (Misuri) a manos de un policía blanco.

Uno de los puntos más polémicos que toca el documento es la práctica del «racial profiling» («perfil racial»), mediante la cual los agentes detienen o interrogan a personas en base a su etnia o raza, es decir, sospechan de alguien solo por ser latino o negro.

«Los líderes de la Policía deben tener claro que el sesgo explícito es ilegal, ético y moralmente incorrecto, y contrario a la misión fundamental de servir de manera equitativa a todos los ciudadanos», reza la guía.

La «biblia» de los policías, como algunos la catalogan, aconseja brindar a los agentes una capacitación integral en paradas, registros y arrestos libres de sesgo, y la confección de informes detallados al respecto.

Este conjunto de recomendaciones pretende disminuir los altos números de muertes a manos de policías en el conjunto de Estados Unidos: En lo que va de año, 232 personas han recibido un disparo fatal de los agentes del orden.