Más de un centenar de refugiados y migrantes bloquearon este viernes las vías de la principal estación ferroviaria de Atenas, en protesta por el bloqueo policial que no les ha permitido viajar al norte del país para unirse a una caravana que pretende cruzar ilegalmente la frontera con Macedonia del Norte. EFE

Atenas – Más de un centenar de refugiados y migrantes bloquearon este viernes las vías de la principal estación ferroviaria de Atenas, en protesta por el bloqueo policial que no les ha permitido viajar al norte del país para unirse a una caravana que pretende cruzar ilegalmente la frontera con Macedonia del Norte.

Decenas de personas, incluidos niños, se sentaron y tumbaron sobre las vías mientras algunos decidieron caminar en paralelo a su recorrido hacia el norte, lo que provocó la cancelación de decenas de trayectos de trenes nacionales y suburbanos.

La ocupación comenzó anoche después de que, a pesar de haber comprado billetes para viajar hasta Salónica, la Policía prohibió su salida de Atenas para no empeorar la situación en el norte del país.

Según informó la Policía de Salónica a Efe, desde la tarde del jueves unas 700 personas procedentes de distintas partes del país han acampado fuera del campo de refugiados de Diavatá -suburbio de esta ciudad del norte de Grecia-, en respuesta a una llamada en redes sociales para viajar y cruzar juntos la frontera.

De acuerdo con un portavoz del Ministerio de Migración, el llamamiento, así como los rumores de apertura de la frontera, partieron de cuentas falsas en redes sociales que pedían a los refugiados que se uniesen a la «Glitter of Hope Caravan» (Caravana del Brillo de la Esperanza).

Todos ellos exigen su traslado a la frontera para poder continuar su viaje a otros países europeos, con la esperanza de una vida mejor que la que pueden labrarse en Grecia actualmente.

«Es un plan que lleva tiempo gestándose por gente que quiere abandonar Grecia y que se materializó hace dos días. La mayoría de refugiados en este país tienen muchísimos problemas, como yo por ejemplo, que viví siete meses en Moria, el peor campamento que se conoce en el mundo», contó a Efe un joven afgano que no quiso decir su nombre.

En su país era músico, un rapero que llegó a participar en el concurso televisivo «The Voice» pero en Grecia no ve futuro. Ni siquiera se le ha concedido aún el estatus de refugiado, un proceso largo pues tiene que esperar un año para la próxima entrevista.

Según el secretario de Política Migratoria del partido gubernamental Syriza, Miltiadis Klapas, el rumor circulaba desde hace dos meses y no ha tenido el poder de convocatoria que se esperaba.

«Vamos a intentar buscar una solución y convencerles de que no podrán cruzar la frontera. Se les devolverá el dinero de los billetes. Sabemos que buscan esperanza, pero es una situación que no depende solo de Grecia. Es un problema europeo», dijo a los medios.

Desde Salónica, el coordinador regional del Ministerio de Migración anunció que ningún tren saldrá desde Atenas a Salónica hasta próximo aviso con la intención de «contener las movilizaciones hacia el norte y las fronteras».

Con un fuerte despliegue policial, las autoridades han acordonado el campo de Diavatá para que no aumente la cifra de personas concentradas en tiendas de campaña a su alrededor, que recuerdan a los primeros días del campamento improvisado de Idomeni.

En 2016, esa pequeña aldea junto a la frontera reunió a decenas de miles de personas que también exigían la apertura de las fronteras. Un éxodo masivo que degeneró en crisis humanitaria en parte también por los bulos que azuzaban a los desesperados.

La situación en Diavatá es muy tensa con enfrentamientos entre refugiados y agentes, como esta mañana, cuando un grupo de alrededor de 40 mujeres con algunos niños intentaron romper el cordón policial y fueron reprimidas con gases lacrimógenos.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) emitieron hoy un comunicado advirtiendo de que «además de posibles consecuencias legales, los que participen en estos movimientos pueden acabar en condiciones funestas al quedarse sin refugio, alimentos u otros servicios básicos adecuados».

Además pidieron que no se confíe en la información que se comparte a través de redes informales, pues «suele ser engañosa o totalmente incorrecta».