Washington – Más de 140 millones de personas en EE.UU. son pobres o viven con ingresos muy bajos, lo que representa el 43 % del total de la población de este país, considerado uno de los más ricos del mundo, según datos revelados hoy por la Campaña de la Gente Pobre en una audiencia en el Congreso estadounidense.

«Tenemos que cambiar la narrativa. Casi la mitad de nuestra población es pobre y 73 millones de mujeres y niños viven en condiciones de pobreza. Es obligatorio centrar nuestros esfuerzos en erradicarla», dijo el reverendo William Barber II, copresidente de la PPC.

En este sentido, Barber II reclamó a la clase política que concentre sus esfuerzos en lograr un país «con menos injusticia social, racismo y violencia» en el que no haya menores que no puedan tener una vida digna.

En Estados Unidos, el umbral de pobreza para una persona soltera menor de 65 años se sitúa en un ingreso anual de 11.700 dólares, mientras que en una familia con dos hijos se encuentra en 24.250 dólares, de acuerdo a datos del Censo.

«En total, 39 millones de niños aquí son pobres, la mitad de los que hay. En el país más rico del mundo. Esto está mal, es inmoral y no lo podemos aguantar ni un minuto más», exclamó otra de las representantes de la PPC, Liz Theoharris, ante la atenta mirada de la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

A la audiencia asistieron varias familias que viven en condiciones de pobreza a lo largo de la geografía estadounidense, desde Carolina del Norte hasta Alabama, pasando por Michigan e Illinois, entre otros estados.

Una de las familias que acudió hoy a Washington para explicar su situación fueron los Hill, formada por una madre y siete hijos que residen en Detroit (Michigan).

La matriarca de los Hill, Nicole, lamentó que en repetidas ocasiones ha temido que los servicios sociales se lleven a sus hijos por los cortes de agua que su vivienda ha sufrido por impagos.

«El derecho humano básico de tener agua limpia y accesible se niega a las personas solo porque son pobres. No porque seamos perezosos, simplemente porque no ganamos suficiente dinero. Ha habido cerca de 100.000 cortes de agua en Detroit desde 2014, es lamentable», reclamó Hill.

La mujer explicó que, a pesar de tener dos trabajos, no ha podido pagar el agua algunas veces y ha sido advertida por las autoridades de que sus hijos irían a centros de acogida.

Una de las congresistas presentes en la audiencia, la demócrata Barbara Lee, señaló al respecto que «muchas personas en EE.UU. tienen dos o tres trabajos y adquieren cupones de alimento solo para que ellos y sus hijos puedan sobrevivir». «Esto es inaceptable», añadió.

El caso de la salvadoreña Sandra Marquina, por su parte, tiene conexión con las políticas migratorias del presidente estadounidense, Donald Trump.

Su esposo, José Chicas, que llegó a Estados Unidos en 1985, en plena guerra civil de El Salvador, lleva 15 meses encerrado en una iglesia de Carolina del Norte que le ofreció protección después de que recibiera una orden del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, en inglés) de abandonar el país.

Desde el 28 de junio de 2017, Sandra y sus dos hijos solo pueden ver a José dentro del edificio religioso.

«La situación de santuario no ha sido fácil. Es como una prisión. Mis hijos y yo lo visitamos, pero él no puede ir a ninguna parte. Si lo hace, ICE lo deportará a El Salvador», apuntó entre sollozos una emocionada Marquina.

Además del dolor emocional que esta situación supone para la familia, los Chicas Marquina se encuentran ahora también en una situación de pobreza sin los ingresos del patriarca de la familia, al igual que 140 millones de personas en Estados Unidos. EFE