Tegucigalpa – Aunque no existen registros oficiales, las muertes de migrantes tras su deportación son una noticia cada vez más común en Honduras, convirtiendo este flagelo en un fantasma que acecha al país centroamericano.

-Huir de la violencia es la segunda causa que empuja los flujos migratorios desde Honduras.

-Desde que Trump llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, el cupo de refugiados se ha ido reduciendo progresivamente.

Uno de los últimos casos registrados corresponde al del hondureño Luis Alonzo Tábora, un inmigrante que fue asesinado el pasado lunes 23 de septiembre a las tres horas de haber sido deportado a Honduras desde Estados Unidos.

El hoy occiso era originario del municipio de Pimienta, Cortés, lugar al que se trasladaba cuando desconocidos le quitaron la vida.

Este hondureño fue deportado a la ciudad de San Pedro Sula, lugar donde aterrizan los vuelos con hondureños deportados por la vía aérea desde Estados Unidos, y en el proceso de traslado la familia del inmigrante decidió comprar refrescos y cargar gasolina. Justo en ese momento el deportado quien optó por no abandonar el vehículo fue atacado a balazos perdiendo la vida de forma automática.

 En el hecho también resultó herido, Franklin Josué Escobar Ramírez, amigo de la víctima, quien fue trasladado al Hospital Mario Catarino Rivas de San Pedro Sula.

El vehículo en el que se transportaban era un Toyota, Tacoma, color negro, con placa PCV 0758.

De acuerdo a relatos de testigos cuando los familiares realizaban las compras de golosinas un desconocido se acercó al vehículo estacionado y sin mediar palabra empezó a disparar contra el hondureño recién deportado.

Al momento del levantamiento del cuerpo, el hondureño aún portaba las zapatillas que brinda el Servicio de Inmigración de EE.UU. a los indocumentados.

Al igual que este hondureño, muchos han perdido la vida de forma violenta tras ser deportados.

 Cabe señalar que miles de migrantes alegan temer por sus vidas antes de la deportación pero casi nunca son escuchados por parte de las autoridades migratorias.

Es este también el principal argumento de miles de hondureños que solicitan la condición de refugiados tanto en México como en Estados Unidos pero pocos son reconocidos con este estatus migratorio.

Contrariamente las condiciones de solicitud de asilo cada vez son más difíciles para los indocumentados que huyen porque sus vidas son amenazadas principalmente por maras y pandillas.

En ese sentido, cabe señalar que EE.UU. anunció el jueves que reducirá a 18 mil el número de admisiones de refugiados para el año fiscal 2020 (que va de octubre de 2019 a septiembre 2020), la cifra más baja desde hace décadas y alegó que su intención es tomar decisiones “basadas en la realidad”.

Se trata de un número considerablemente inferior al «techo de refugiados» impuesto por las autoridades estadounidenses para el año fiscal 2019, que establecía la admisión de 30 mil personas.

EE.UU. afirmó que está trabajando para “atacar los problemas en la fuente» donde se originan y que, por eso, «está trabajando duro para resolver los conflictos en Siria y Afganistán, fortalecer las economías y los Gobiernos de los países de Centroamérica y fortalecer el Gobierno legítimo de Venezuela contra la tiranía de (Nicolás) Maduro”.

En realidad, Trump ha recortado la ayuda para los países del Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Honduras y Guatemala), y ha alcanzado acuerdos con ellos y con México para limitar el número de solicitantes de asilo que llegan a territorio estadounidense.