El migrante nicaragüense Wilfredo Sevilla (izq) y su hijo Wilson, de 17 años (dcha), que cruzaron a Estados Unidos por un canal por Los Algodones, un lugar que colinda con Yuma (Arizona), posan para Efe ayer, 26 de junio, en Phoenix, Arizona (EE.UU.). EFE

Phoenix (AZ) – Las peligrosas corrientes y crecidas de los ríos y canales fronterizos entre México y Estados Unidos no asustan a quien está desesperado por lograr un futuro mejor. Se encomiendan a «Diosito» y se lanzan al agua con niños y equipaje, dicen a Efe algunos de los que han salido con vida.

«Nos dijeron que el agua solo nos llegaría a las rodillas, pero seguía subiendo y uno ya no podía con los niños y las maletas. Una señora que venía con un niño más chiquito que el mío se quedó atrás, y ya no supe de ella», dice a Efe María Paniagua.

La inmigrante nicaragüense sabe que tuvo suerte al atravesar con éxito un río para llegar a Estados Unidos con sus hijas de 17 meses y 11 años.

No tuvieron tanta fortuna un hombre cuyo cuerpo apareció el martes en el río Bravo cerca del puerto de entrada Eagle Pass, que une EE.UU. y la ciudad mexicana de Piedras Negras, ni una mexicana de 19 años que apareció ahogada este miércoles en un canal en Clint (Texas).

«La recuperación de un cadáver es una de las tareas más duras realizadas por los agentes de la Patrulla Fronteriza», dijo en un comunicado Raul L. Ortiz, oficial de esta agencia federal en el denominado Sector del Río, en Texas.

Y es una tarea a la que lamentablemente están acostumbrados, pues en lo que va del año fiscal, que comenzó en octubre de 2019, han encontrado 21 cadáveres en el Río.

Desde el 1 de octubre de 2018 hasta la fecha se han incrementado en un 57 % el número de personas ahogadas en el Sector de Del Río, en comparación con el mismo período del año pasado.

Pero también hay alegrías y en este año fiscal los agentes fronterizos han rescatado a más de 400 inmigrantes indocumentados de las turbulentas aguas del río, incluidos niños pequeños.

Las recientes e impactantes imágenes del salvadoreño Óscar Alberto Martínez y su hija de 23 meses Valeria flotando boca abajo a orillas del río Bravo después de haber intentado cruzar desde México es un retrato cruel de los verdaderos peligros que enfrentan los inmigrantes.

«Lo sabemos, sabemos de los riesgos pero también confiamos en Diosito; claro que uno siente mucho miedo por sus hijos, tuve que pasar al más chico en mis hombros, pero veníamos con la voluntad del Señor», indica a Efe el nicaragüense Wilfredo Sevilla, de 42 años.

La familia de Wilfredo, compuesta por Francis Johana, de 41 años; Wilmar, de 10 años, y Wilson, de 17 años, decidieron tomar el riesgo y cruzar un canal por Los Algodones, un lugar que colinda con Yuma (Arizona).

«Tardamos como media hora en cruzarlo, pero bueno, ya estamos aquí y sobrevivimos», explica Johana sobre una experiencia de la que nunca olvidará el haber visto a su hijo pequeño en hombros de su padre en medio del canal.

Randy Davis, jefe interino de la Patrulla Fronteriza en el Sector Del Río, asegura que es «imperativo» que los inmigrantes que desean ingresar a Estados Unidos lo hagan a través de los puentes internacionales y no se aventuren por las aguas.

En las últimas semanas, los agentes de migración en el sector de Del Río han sido testigos de verdaderas tragedias y varios incidentes casi mortales ante la falta de precaución de los inmigrantes.

El mes pasado agentes de la Patrulla Fronteriza rescataron a un hombre que intentó cruzar el río con un niño de 3 meses atado a su pecho. Mientras el hombre luchaba por mantenerse a flote, el niño estaba bajo el agua y casi se ahoga.

Una situación similar vivió Elías Puaquiza, de Ecuador, que al ver que su hija se hundía mientras cruzaban un canal por la frontera de Mexicali con California la agarró de la camiseta para no perderla.

«Uno hace lo que sea para que no se hundan los niños, y pues con los nervios y ver el agua subiendo más allá de la cintura, uno actúa así», explica como puede Puaquiza, quien venía en un grupo de ocho personas, cinco de ellos menores.

Los dramas son constantes en la zona fronteriza y en mayo pasado una balsa de uso recreativo con nueve personas volcó y tres personas murieron ahogadas, incluido un bebé de 10 meses y un niño de 7 años, mientras que otra menor de 7 años sigue desaparecida.

A ello hay que sumar el fallecimiento de cuatro personas que murieron a mediados de mes en los canales y la red de alcantarillado en El Paso (Texas), víctimas posiblemente de un repentino aumento del nivel del agua en el río Bravo.

«Es preocupante lo que está ocurriendo en nuestras fronteras, los agentes de la Patrulla Fronteriza están rescatando a personas, pero también han tenido la ardua tarea de recuperar cadáveres de aquellos que mueren en las caudalosas aguas del Río Bravo, incluidos niños de tan solo 10 meses», reconoció Davis.