Tegucigalpa – Luego que la Revista Time publicara la polémica portada con la foto de una niña hondureña ejemplificando la crisis migratoria en Estados Unidos a causa de la separación de familias en la frontera sur del país, otra menor catracha de apenas dos años vuelve a dar rostro a esta crisis que se suscita en la nación americana a causa de la implementación del programa «Tolerancia Cero».

– Al menos 888 menores hondureños fueron separados de sus padres bajo este programa, según datos oficiales.

Esta vez el periódico New York Times en su versión en inglés recogió la historia de la niña migrante hondureña, Fernanda, de apenas de dos años, quien fue sacada de Honduras por su abuela en busca de una vida mejor.

La niña, Fernanda Jacqueline Dávila, tiene 2 años, una vida breve, un largo viaje. La pequeña «Catracha» es la niña más joven que llegó a la Corte Federal de Inmigración número 14.

«Era tan pequeña que tuvo que ser levantada en la silla. Incluso la jueza con su toga negra respiró un suave «aww» mientras su último caso se subía en el cuero marrón de la silla», subraya el artículo publicado por NYT.

Sus pies sobresalían del asiento con unas pequeñas zapatillas grises, sus piernas demasiado cortas para colgar. Tenía los puños bajo las rodillas. Tan pronto como el asistente social que la había sentado allí se dio la vuelta para irse, ella soltó un gemido que se transformó en un aullido delgado, su cara arrugada como una muestra de ruptura.

«¿Cuántos años tienes?» la jueza preguntó, después de que ella tuviera que solicitar al asistente social que regresara al lado de Fernanda y las lágrimas habían cesado. «¿Hablas español?»

Un intérprete se inclinó hacia el niño y le llamó la atención, repitiendo las preguntas en español. Las colitas marrones de Fernanda rozaban la parte de atrás de la silla, pero ella permanecía en silencio, con los ojos bien abiertos. «Ella está… está moviendo su cabeza», dijo la jueza, mirando hacia abajo desde el banco a través de lentes de borde negro. Esta tarde, en la corte de inmigración de Nueva York, la Jueza Randa Zagzoug tuvo que escuchar cerca de 30 niños, de 2 a 17 años. Fernanda era la número 26.

La pequeña Fernanda, nacida de una madre adolescente cuatro meses después de que su padre murió en un accidente vial, había sido criada por sus abuelos paternos en un suburbio de clase obrera de Tegucigalpa, la capital del país centroamericano. Héctor Enrique Lazo y Amada Vallecillos adoraban a su nieta. Ella era la única parte de su hijo que les quedaba.

Pero en julio -de acuerdo al señor Lazo- la abuela materna de Fernanda, Nubia Archaga, la llevó a la frontera americana.

La señora Archaga se entregó a la Patrulla Fronteriza con la pequeña en brazos, dijo en una entrevista, pero a la tercera mañana, después de su llegada, Fernanda fue sacada del centro de detención donde habían estado alojados. La señora Archaga dijo que escuchó a su nieta llorar y gritar, «mami, mami,» sólo unos momentos después.

«Decidí traerla para que pudiera estar en un ambiente mejor y tener un futuro mejor», dijo Archaga, entre lágrimas, después de que fuera liberada de la detención hace unos 10 días. «Quería que la niña tuviera una vida mejor», añadió.

De vuelta en Honduras, sus abuelos paternos estaban consternados. El señor Lazo acusó a la abuela de llevarse a la niña porque creía que entrar en los Estados Unidos con un niño sería más fácil.

Después de llamar a un número de teléfono gratuito publicitado en la televisión hondureña para llegar a las autoridades estadounidenses, finalmente encontró a Fernanda. Pero por todo el papeleo notarial que había enviado al consulado y al refugio, todas las veces que había hablado con un voluntario americano, todavía no tenía ni idea de cuando volvería a ver a su nieta.

«Solo queremos que la niña vuelva a nuestro país. Estamos desesperados», dijo Lazo. «Es tan linda. Me preocupa que sea dada en adopción. Estamos sufriendo inmensamente. No quiero que se olvide de nosotros».

Unas semanas más tarde, en Nueva York, la jueza accedió a la petición de la familia de Fernanda de que se la devolviera.

Antes de Fernanda, fue Yanela Denisse Varela Sánchez también de dos años que dio rostro a la crisis migratoria en EEUU.

La chiquitina nacida en Puerto Cortés, pero de padre yoreño y madre intibucana, se robó el corazón de millones que se sintieron impactados al verla en la portada de la prestigiosa Revista Time, en la que se muestra un fondo rojo, a Yanela llorando frente al presidente Donald Trump y con el título «Welcome to America» (Bienvenidos a América).

Los directivos de la casa editora dejaron claro que su portada representa la realidad de la política migratoria de EEUU.

Como resultado de la política de tolerancia cero, cerca de 2 mil niños procedentes de México, Guatemala, El Salvador y Honduras habían sido separados de sus padres entre el 19 de abril y el 31 de mayo, llevándolos respectivamente a centros de detención y albergues en diferentes Estados.

Cabe señalar que en una reciente entrevista con Proceso Digital, la Canciller María Dolores Agüero reveló que un total de 888 menores hondureños fueron separados de sus padres bajo el programa Tolerancia Cero de los que aún falta reunificar a 138 infantes. Departamento 19