Phoenix – Un grupo de religiosos y voluntarios recorrieron varios centros de detención en el sur de Texas (EE.UU.) para observar de primera mano el «dolor» que experimentan los migrantes centroamericanos en su travesía por llegar a Estados Unidos.

«No es lo mismo ver con tus propios ojos la problemática a escucharla de otros o verla por la televisión», dijo a Efe Tatiana Hoecker, coordinadora del Programa de Misiones Globales de la Diócesis Episcopal de Texas, sobre la gira «Walk in Love».

La decena de religiosos y voluntarios que fueron parte de la gira hicieron un recorrido por las ciudades fronterizas de San Antonio, McAllen y Brownsville entre el 15 y 17 de mayo pasado, y ya preparan otro recorrido para principios de julio.

«Lo que ellos han vivido pone en perspectiva mi vida y las diferencias que tenemos, por eso es importante ayudar», señaló Hoecker.

Durante el recorrido también escucharon a agentes de la Patrulla Fronteriza, quienes confirmaron que se encuentran abrumados por el desmedido aumento de migrantes y solicitantes de asilo en la frontera centro-sur de Texas.

«No están equipados para procesar la gran cantidad de migrantes y solicitantes de asilo que llegan a la frontera, por lo que no satisfacen efectivamente sus necesidades humanitarias», comentó la religiosa.

Los participantes ofrecieron tacos de desayuno a unos 75 agentes de inmigración, pero al margen de la gira, cada lunes miembros de las iglesias St. Peter & St. Paul preparan 600 tacos y los llevan al centro de detención de McAllen.

«Se trata de arrojar la luz de Cristo, no avivar el fuego de la discordia, sobre realidades muy complicadas que experimentan las personas dentro de nuestras comunidades», dijo en un comunicado sobre la gira el obispo del oeste de Texas David Reed.

Anne Hodges-Copple, obispo de Carolina del Norte y nativa de Austin (Texas), y quien fue parte del recorrido, indicó que la decisión de participar fue más «emocional que intelectual».

«Solo necesitaba estar presente, no con ninguna predisposición, no con ninguna agenda, solo escuchar y ver lo que Dios está tratando de decir en este momento», dijo.

Señaló que fueron sus raíces tejanas, así como la creciente población de feligreses centroamericanos que llegan a Carolina del Norte, lo que influyó en su decisión de ir a la frontera.

«He hecho viajes a América Central, pero lo que está sucediendo en la frontera es desgarrador, confuso y doloroso», añadió.

En abril pasado, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) detuvo en la frontera suroeste a 109.144 migrantes, el número más alto desde 2007.

«He sido voluntaria y voy a las estaciones de autobuses a ayudar a los inmigrantes, he ido a (la ciudad mexicana de) Matamoros a brindarles apoyo, veo su situación y las condiciones en las que salen de sus países (…) solo quieren una mejor vida», dijo Hoecker.