Tegucigalpa – La Iglesia Católica hondureña reflexionó este domingo durante la homilía oficiada en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel de la capital por el cura párroco, Juan Carlos Martínez, que la actual sociedad se deja deslumbrar por el éxito, progreso, desarrollo y crecimiento económico, “pero la historia ha demostrado que esa no era la solución”.

“La sociedad del bienestar, ve el mundo radiante con la luz del éxito, el mundo solo a la luz del progreso, del desarrollo, del crecimiento económico y del sometimiento de toda realidad a la razón, pero la historia ha demostrado que esa no era la solución”, reflexionó el sacerdote.

Al respecto, subrayó que Jesús es la luz por la que nos debemos dejar deslumbrar, “Jesús es el único al que hay que escuchar, el hijo escogido”.

Acto seguido, criticó que el mayor problema es “nos hemos hecho” incapaces de escuchar la voz de Jesús en el interior.

“En estos tiempos difíciles necesitamos más que nunca escuchar a Jesús, El Señor, ¿pero hay espacio para escuchar a Dios?”, cuestionó.

En ese sentido, invitó a la feligresía a la luz de la palabra decirle s Jesús “tú eres mi luz y mi alegría”.

Cabe señalar que este mensaje corresponde al segundo domingo de cuaresma, tiempo preparatorio para el Triduo Pascual (tres últimos días de la Semana Santa) que concluye con la celebración del Domingo de Resurrección.

A continuación Departamento 19 reproduce la lectura del día:

Lucas 9:28-36
Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar.
Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante,
y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías;
los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía.
Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor.
Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.»
Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.