Rabat – Un camerunés contará al papa Francisco, durante su encuentro con los emigrantes en su visita del sábado a Rabat, su periplo migratorio hasta el país magrebí, en representación de las decenas de miles de personas que se quedaron en Marruecos en su viaje truncado hacia Europa.

Este acto constituye una de las etapas de la apretada agenda de la visita de dos días del papa a Marruecos, que tendrá un marcado carácter de diálogo interreligioso.

De unos 30 años y soltero, el camerunés hablará en francés ante el papa en presencia de otros sesenta emigrantes de distintos sexos y edades procedentes de varios países subsaharianos, cuenta a Efe Fanny Curet, coordinadora del Programa Migrantes en Cáritas Rabat.

Sin dar detalles sobre su identidad, Curet se limitó a subrayar que este hombre, que vive en la ciudad de Meknés (centro), trabaja actualmente en la ONG católica, tras ser regularizado en alguna de las dos fases del proceso migratorio marroquí, que desde 2013 ha permitido legalizar la situación de 50.000 personas, la mayoría subsaharianos.

El acto con los emigrantes tendrá lugar en la modesta sede de Cáritas en Rabat, que hoy era adecentada y pintada a toda prisa y que se encuentra a dos pasos de la emblemática Torre Hasán, en cuya explanada pronunciará el papa argentino un discurso junto al rey Mohamed VI.

Antes que el camerunés, tomará la palabra el arzobispo de Tánger, el español Santiago Agrelo, conocido por su intenso compromiso con la causa de los migrantes, para dar luego paso a las palabras de Francisco, quien hablará en español desde un humilde atril a modo de púlpito

La visita del papa a Cáritas «supone para nosotros un honor y un reconocimiento de nuestro trabajo, y también es una visita lógica conociendo el mensaje que transmite el pontífice sobre la temática de la emigración», subrayó Curet.

La emigración constituye uno de los focos de interés de la visita del santo padre, quien en su mensaje audiovisual que transmitió ayer en vísperas de su viaje reconoció la ocasión que tendrá de encontrar a los emigrantes, que para él «representan un llamamiento para construir juntos un mundo más justo y solidario».

Marruecos se ha convertido en 2017 y 2018 en punto de paso obligado en la ruta migratoria más importante entre África y Europa, lo que se ha traducido en un repunte del tráfico de pateras en el Estrecho (casi 89.000 intentos de emigración irregular abortados por Marruecos en 2018).

Esta presión migratoria ha traído nuevos retos a Cáritas: «Asistimos a una precarización progresiva del perfil del migrante en Marruecos», deploró Curet, y ello debido a las campañas de la policía marroquí para expulsar a los emigrantes irregulares apostados junto a Ceuta y Melilla hacia las ciudades interiores del país.

Si en los últimos años, gracias al proceso de regularización marroquí, los emigrantes necesitaban asistencia en cuestiones relacionadas con vivienda, escuelas o sanidad, ahora, debido al repunte de su número, Cáritas ha pasado a atender necesidades más elementales, como alimentos, ropa limpia o una ducha.

Además, entre los que llegan a Cáritas «cada vez hay más mujeres, más enfermos y más menores de edad, algunos de solo 10 ó 12 años. Mal llamados ‘menores no acompañados’, porque en realidad están mal acompañados», reflexiona Curet.

Solo en 2018 Cáritas atendió a más de 8.000 nuevos emigrantes, que ellos prefieren llamar «personas en tránsito», «aunque solo sea para devolverles el nombre de personas».

Curet insiste en que la labor de la ONG no es impedir o animar a estas personas a continuar su trayecto hacia Europa o instalarse en el país, y menos hacer tratar de ganarlos para el catolicismo, sino aplicar los valores de la Iglesia de intentar ayudar a los necesitados.

Como dijo Jesucristo en el Evangelio de San Mateo: «Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estaba desnudo y me cubristeis; enfermo y me visitasteis».