Tegucigalpa – Este viernes murió por causas naturales monseñor Mauro Muldoon, obispo emérito de la Diócesis de Juticalpa.
Nacido en Boston, Massachusetts en 1938, pero considerado un hijo predilecto de Olancho, el prelado deja una huella imborrable y un camino pastoral en Juticalpa.
Muldoon fue ordenado sacerdote en 1966, luego fue enviado a Centroamérica como joven misionero franciscano.
Su primera asignación fue de vicario parroquial de la catedral Inmaculada Concepción de Juticalpa, donde entre otros logros, renovó el santuario según las nuevas normas del Concilio Vaticano II.
El 2 de febrero de 1983, el Santo Padre Juan Pablo II, le nombró prelado ordinario de la iglesia de Olancho.
Desde su retorno a Olancho, el 26 de febrero de 1983, y su consagración como primer obispo diocesano de la nueva diócesis de Juticalpa, el 8 de octubre de 1984, el religioso se destacó por su sentido de solidaridad, compromiso y humanismo con su congregación, especialmente con aquellos más desposeídos.
El prelado logró también incrementar enormemente el número de sacerdotes en ese territorio cristiano y fundó las congregaciones de vida consagrada netamente olanchana: Hermanas Franciscanas Cooperadoras Parroquiales de la Asunción y Hermanas Misioneras de N.S. de la Presentación.
Además, en su labor espiritual, Muldoon apoyó la tarea perenne de la formación cristiana de las hermanas y hermanos laicos como colaboradores y participantes plenos del ministerio y como miembros de los diferentes movimientos apostólicos.