Tegucigalpa – Leopoldo Serrano, es un padre de la Orden Franciscana, que lucha por los derechos de los pobres y de los que sufren adicciones. Originario de Guarita, Lempira es un misionero solidario, amigo de la justicia, defensor de la fe y de los mas necesitados. 

Con una obra discreta pero enorme y de años, en favor de los desposeídos, el padre Leopoldo ha sido noticia a nivel nacional en las últimas semanas, cuando se cansó de esperar y decidió empezar una caminata desde la ciudad de San Pedro Sula hacia Tegucigalpa, con el objetivo de reunirse con la presidenta Xiomara Castro para que ayudara a culminar el proyecto habitacional para los damnificados de la comunidad La Reina en el municipio de Protección, departamento de Santa Bárbara.

La Reina es uno de los poblados mas afectados por los fenómenos Eta e Iota, cuando los meteoros la arrasaron y casi nada quedó en pie allí, solo la voluntad de levantarse de sus pobladores y del padre Leopoldo.

Con su marcha, el padre Serrano logró conseguir la solidaridad de la ciudadanía hondureña, un detalle que se mostró mientras realizaba su travesía de siete días hacia Casa Presidencial.

Ese respaldo ciudadano contribuyó a que la presidenta Xiomara Castro le atendiera y que le prometiera finalizar el proyecto habitacional para los damnificados de La Reina.

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La aldea La Reina fue una zona que desapareció del mapa tras ser enterrada por un alud tras el paso de los huracanes de noviembre de 2020.

Más de 300 familias que residían en la zona quedaron desamparadas al perder sus casas y no tener una idea de cómo iniciar la recuperación de sus vidas.

Ante esta situación, el sacerdote Leopoldo Serrano, de la parroquia San Roque en Santa Bárbara, inició su acompañamiento para evitar que la comunidad se desintegrara y decidiera emigrar hacia los Estados Unidos, como suele ocurrir reiteradamente en el país frente a las multicrisis.

El padre Leopoldo Serrano realizó una caminata de SPS a Tegucigalpa para exigir que se complete el proyecto habitacional de la colonia San Francisco en Macuelizo.

Serrano ha luchado desde entonces para que los habitantes de la aldea La Reina tengan sus casas, ha hecho gestiones reiteradas, llamados al gobierno, ha procurado ayudas y en fin ha luchado para que presten atención a los damnificados. 

Incluso ha logrado que se entreguen 318 viviendas; 290 construidas por la administración publica y 28 por la Orden Franciscana. Estas obras han favorecido a mil 200 personas.

El proyecto habitacional fue bautizado como la colonia San Francisco de Asís, sin embargo, la mayoría de las viviendas no poseen servicios básicos como agua y electricidad, sistema de aguas residuales, más la falta de calles aptas y por lo tanto las casas son inhabitables.

Igualmente los títulos de propiedad de las nuevas tierras no se han materializado.

Marcha hacia la capital

En ese sentido, el padre Leopoldo se cansó de que el gobierno no atendiera las suplicias de la colonia San Francisco y decidió hacer una marcha hacia la capital hondureña hasta llegar a Casa Presidencial.

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“Cada vez que atienden a uno de estos pequeños (pobres) me están atendiendo a mí, porque no solo es hablar de la palabra de Dios, falta tocarlos”, declaró a Proceso Digital.

Jugador de fútbol, amigo de los que sufren, el padre Leopoldo ha atendido uno a uno a los pobladores de Protección y en general de gran parte de la zona de los Valles en Santa Bárbara.

Por ellos planificó esta caminata que empezó el 27 de junio desde el puente de Chamelecón para recorrer 240 kilómetros hacia Tegucigalpa. Su búsqueda concreta: que la Secretaría de Finanzas liberara el fideicomiso destinado hacia los damnificados.

“Me duele ver cómo la gente sufre, ver que no tiene energía eléctrica, sin tener agua potable, no hay transporte, dinero, ni medicina, las familias no tienen fuentes de trabajo”, expuso.

Agregó que, muchas personas duermen en el suelo, a pesar que tienen una casa, no tienen cama, poseen una hornilla de tierra en los patios, pero no tienen sus tres tiempos de comida.

“Las casas ya están, la gente ya está viviendo, solamente faltan los servicios básicos y que se terminen las calles”, externó.

A medida que en su peregrinación más se acercaba hacia la capital hondureña, el padre Leopoldo, con su salud deteriorada, sus pies llenos de llagas por el esfuerzo del paso forzado y con la huella del cansancio y la deshidratación, empezó ganar notoriedad en la agenda del gobierno y de los medios de comunicación pero sobre todo de la ciudadanía. 

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Proceso Digital acompañó al padre Leopoldo en un tramo de su recorrido y, por ejemplo, a la altura del desvío de San Matías, ya su paso era lento, agotado por el largo recorrido y con una sensibilidad que le sacaba las lágrimas ante la ausencia de las esperadas respuestas.

“He venido sacrificándome, mis piernas me duelen, están cediendo, son ocho días de estar mis pies con esta calle caliente” dijo cuando algún periodista hizo énfasis en su estado de deterioro.

Confesó que el tramo más difícil que sufrió fue la cuesta que va del municipio de Taulabé hacia Siguatepeque porque lo hizo durante el mediodía, con los rayos solares más fuertes.

“El mensaje es para todo el país, es mejor que nos apartemos del odio porque hay mucho en la actualidad, mientras haya odio y división, vamos a vivir en la pobreza”, reflexionó.

Rehabilitación de alcohólicos y drogadictos 

Otra faceta de la labor del padre Leopoldo en su congregación es recuperando adictos, en el proyecto “Franciscanos de la Misericordia” que es la rehabilitación de personas alcohólicas y drogadictas en Santa Bárbara.

Serrano inauguró en 2016 un centro de rehabilitación para drogadictos y alcohólicos en el sector de Valle Verde en el municipio de Macuelizo, inicialmente recogiendo personas que estaban borrachas y tiradas en las calles.

“Mi trabajo número uno es servir a los alcohólicos y drogadictos, a eso nos dedicamos la congregación de franciscanos, a rehabilitar a los alcohólicos y drogadictos”, declaró a Proceso Digital.

Relató que las personas adictas llegan al centro de rehabilitación de manera voluntaria, y la congregación se dedicaba a cuidarlos y que se rehabiliten solos. 

Sanamos a las personas, no cobramos por curarlos porque al vida no es un negocio, exclamó.

Experiencia en La Mosquitia 

Su primera misión como sacerdote fue en la selvática zona  de La Mosquitia hondureña, en el departamento de Gracias a Dios, donde estuvo en la década de los 90.

Dijo que La Mosquitia es un lugar abandonado y que estuvo visitando las aldeas para llevar la palabra de Dios y el sacramento. Allí escuchó las voces de los habitantes de la zona, sus necesidades y conoció su lengua.

Serrano recordó que en el tiempo que estuvo en La Mosquitia, apenas empezaba el tema del narcotráfico que fue en 1990-1994.

Infancia y sacerdotismo

El padre tiene 58 años y nació en el municipio de Guarita, departamento de Lempira, occidente de Honduras.

Su deseo de ser sacerdote fue por su vocación y su acercamiento a la iglesia, junto a sus padres.

Su decisión de integrar la Orden Franciscana esta vinculada a la influencia del sacerdote estadounidense Beto Gallagher, quien defendía y protegía a los refugiados salvadoreños en Guarita.

“Llegó un sacerdote norteamericano, era un franciscano capuchino, que se acercaba a los niños y a todos, me gustó todo, y dije que yo quiero hacer lo mismo”.

Serrano vaticinó que después de finalizar el proyecto de servicios básicos en la colonia San Francisco, seguirá con el proyecto de rehabilitación alcohólicos y drogadictos. AG/PD