Madrid – Un total de 23.097 personas migrantes consiguieron regularizar su situación en España tras seguir un programa de formación para insertarse en el mercado laboral, después de dos años de vigencia del arraigo para la formación, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
Para ello, el migrante que lleva viviendo en España al menos dos años en situación irregular se compromete por escrito a formarse en alguna profesión demandada por el mercado laboral y, a cambio, obtiene los papeles; primero para residir mientras estudia y, después, si consigue un empleo en aquello en lo que se ha formado.
Este viernes se cumplen dos años desde que entró en vigor esta figura, un recurso que generó muchas expectativas entre el aproximadamente medio millón de personas que se estima que viven en España en situación irregular, pero, en este periodo, apenas 1.347 personas de las que se acogieron a esta figura consiguieron un contrato laboral una vez terminados sus estudios.
El perfil de beneficiario es el de un hombre de 25 a 34 años, y el país de origen más frecuente es, con diferencia, Marruecos (11.002), seguido de Colombia (2.608), Argelia (1.339) y Senegal (1.282).
Estas personas pasaron, de media, dos años y medio en situación de irregularidad, un periodo significativamente inferior respecto a otras figuras de arraigo, como el social, en el que se suelen superar los cuatro años.
Una regularización muy a corto plazo
El presidente de la Asociación Marroquí para la Integración de Inmigrantes, Ahmed Khalifa, explica a EFE que esta figura fue vista, en un primer momento, como «una salvación» y «un gran alivio para muchísimas personas».
Sin embargo, a la hora de tramitarlo detectaron una gran «confusión» por parte de las oficinas de Extranjería y diferencias de criterios incluso entre provincias de la misma región.
«Sirve para regularizar la situación de muchas personas, pero es una regularización muy a corto plazo, después lleva a la irregularidad de nuevo porque los requisitos que se piden, muchas personas no los pueden cumplir», explica el portavoz de la asociación, aunque considera que sigue siendo «una buena noticia».
Es el caso, por ejemplo, de Ahmed Guelai, de 54 años, llegó a Málaga (sur) en 2022, año en el que solicitó el arraigo para la formación, con el que ya consiguió un permiso de residencia de un año y ha pedido plaza en dos cursos, uno de fontanería y otro de limpieza de grandes superficies, que empiezan en septiembre, según relata a EFE.
De momento, el arraigo ya le ha dado la tranquilidad de vivir en España de forma regular y la posibilidad de viajar a Marruecos a visitar a su madre, de 86 años, a la que hacía cinco años que no veía.
El abogado y portavoz de Extranjeristas en Red Paco Solans coincide en que la creación de esta figura «despertó bastante ilusión» al principio, pero su implementación fue «bastante caótica».
«Un respiro» tras cinco años en situación irregular
Sí ha funcionado esta figura para las personas que la han solicitado desde entidades sociales como Cáritas, que crean alianzas con empresas para garantizar que, si todo sale bien, los solicitantes tendrán un contrato de trabajo al finalizar su curso.
Es el caso de la colombiana Erika Lizeth Paz, quien tras cinco años en situación irregular accedió a este arraigo gracias a la entidad católica y, con él, pudo formarse en atención sociosanitaria para personas dependientes y trabajar atendiendo a personas mayores en sus domicilios.
«Es un respiro a todo el tiempo que estuve esperando este momento, no veía la hora de ponerme a trabajar», relata esta joven, madre de dos hijos de 11 y 7 años para quien esta solución ha sido «una luz» en su vida después de años sin ver una salida y le aporta «tranquilidad» y «estabilidad». EFE