Madrid – Las muertes de migrantes, sobre todo en el Mediterráneo Central, el aumento de desplazados en zonas de conflicto y afectadas por desastres naturales, y las amenazas de medidas de mano dura en Europa y EE.UU. están en el foco de la ONU como los grandes desafíos pendientes, junto al llamamiento global a la financiación para promover una migración segura, ordenada y regular en 2025.

En 2023 murieron en todo el mundo más de 8.500 migrantes, la cifra más alta de la última década, y el balance hasta el 7 de diciembre de este año es de 7.190 fallecidos o desaparecidos, según los datos facilitados a EFE por ONU Migraciones en España.

La ruta más mortífera actualmente es la del Mediterráneo Central, con más de 1.500 fallecidos o desaparecidos este año, seguida de la Atlántica (990) y la que va de Afganistán hacia Irán (878).

Lo que tampoco ha dejado de crecer en los últimos años es el número de personas forzadas a desplazarse internamente en sus países o territorios a causa de conflictos o desastres naturales: ha pasado de 37,9 millones en 2004 a 75,9 millones en 2023.

Un portavoz de la Oficina de ONU Migraciones en España explica a EFE que gran parte de los esfuerzos de la organización están ahora mismo centrados en Somalia, donde casi la mitad de la población enfrenta niveles históricos de sequía, y en la crisis humanitaria «cada vez más grave» en Yemen, con muchos migrantes expuestos a abusos, explotación y violencia de género.

También en Sudán, país del que este año han huido más de 1,2 millones de personas hacia Egipto, en aumentar la capacidad de respuesta para ayudar a los ucranianos desplazados por la invasión rusa y en asistir hasta principios de 2025 a unas 400.000 personas en el Líbano en el contexto de la frágil tregua con Israel.

Europa se aleja

En Europa la Ruta Canaria, una de las más peligrosas del mundo, superó hasta finales de noviembre los datos de todo 2023 con 41.756 personas rescatadas, el número más alto desde que Frontex tiene datos (2009).

España terminará 2024 con nuevos récords de llegadas irregulares de migrantes por mar y también ha sido el año con más muertos en el intento de pasar de Francia al Reino Unido (al menos 65), a pesar de que París y Londres han anunciado en repetidas ocasiones medidas para blindar el Canal de la Mancha.

No obstante, la entrada de migrantes de forma irregular a Europa cayó un 40 % hasta diciembre con respecto a un año antes, según datos de Frontex, en parte por el descenso de un 60 % en las llegadas a Italia y Malta debido al férreo control de Libia y Túnez en sus costas.

Precisamente Italia ha abrazado sin complejos una política de mano dura con el plan de su primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni, de construir en Albania dos centros desde los que pretende repatriar rápidamente a los inmigrantes rescatados en el Mediterráneo central que no tengan derecho al asilo.

El plan permanece suspendido a la espera de que la justicia europea se pronuncie, pero es visto como un modelo susceptible de ser imitado por la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y varios Estados miembros de la UE, que están abiertos a crear centros de deportación en terceros países pese a que esa idea ya se descartó hace unos años por las dudas sobre su encaje en la legislación comunitaria e internacional.

Von der Leyen quiere intentar tener antes de mediados de 2026, cuando entrará en vigor el pacto europeo de migración y asilo, un listado de países considerados «seguros» donde poder deportar a los migrantes que no tengan derecho a protección internacional en la UE.

Miedo a Trump en América

Los crecientes obstáculos para los migrantes que se atisban en Europa se concretarán seguramente antes en América, donde esta misma semana el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, ha recordado que pretende construir el muro fronterizo con México y que llevará a cabo las prometidas deportaciones masivas.

Desde hace semanas hay miedo y preocupación generalizada tanto en la frontera norte de México como en la sur, con miles de indocumentados varados y un flujo constante de caravanas de migrantes procedentes de los países del centro y el sur del continente.

Tras el récord histórico de más de medio millón de cruces en 2023, durante este año más de 300.000 migrantes han cruzado rumbo al norte la peligrosa selva del Darién, frontera natural entre Panamá y Colombia.

Las autoridades panameñas atribuyen el descenso a las medidas tomadas por el presidente José Raúl Mulino -en el cargo desde el pasado julio-, entre ellas un acuerdo con EE.UU. para deportar migrantes y el cierre de pasos no autorizados en el Darién, y Colombia está intentando atajar la crisis humanitaria en su frontera norte que está detrás de muchos cruces irregulares.

ONU Migraciones cifra en 8.200 millones de dólares (7.800 millones de euros) las necesidades de financiación en 2025 para cumplir tres objetivos estratégicos: salvar vidas y proteger a las personas en movimiento, impulsar soluciones a los desplazamientos y facilitar vías de migración regular. EFE