Agua Caliente (Honduras) – Las advertencias de EE.UU., México y Guatemala no han frenado la migración de miles de hondureños, que en número de 3.000, según las Naciones Unidas, iniciaron hace una semana una caravana hacia suelo estadounidense.
El primer flujo de migrantes salió el pasado día 13 desde San Pedro Sula por el punto fronterizo aduanero con Guatemala de Agua Caliente, donde toda esta semana han seguido cruzando, con un riguroso control, hombres, mujeres y niños, en un drama que ha acrecentado la separación de la familia hondureña.
Una avanzada de esa caravana llegó el jueves a México, donde el Gobierno informó el jueves que ya ha comenzado a recibir solicitudes de refugio por parte de migrantes hondureños.
El miércoles, centenares de migrantes abandonaron su país por una nueva ruta, la de El Amatillo, fronteriza con El Salvador, país cuyas autoridades habían registrado hasta el jueves 1.235, aunque sin la certeza de que todos iban con la intención de alcanzar a los de la caravana que salieron el sábado pasado.
La migración masiva pasó al plano político desde que Tegucigalpa y Washington acusaron a sectores políticos de promoverla, aunque migrantes consultados por Efe en Agua Caliente aseguran que lo hacen por cuenta propia.
La mayoría de los migrantes que quieren llegar a EE.UU., y en menor grado a México, aduciendo falta de trabajo e inseguridad, buscan salir sin pasaporte, llevando solamente su carné de identidad o partida de nacimiento.
En condiciones normales, los ciudadanos del denominado Triángulo Norte de Centroamérica, que integran El Salvador y Guatemala, cruzan de un país a otro con un trámite rápido que consiste en un registro migratorio, para lo que basta mostrar el carné de identidad.
A raíz de la caravana que salió de San Pedro Sula, los controles son más rigurosos para evitar que los hondureños lleguen a México y, por consiguiente, a EE.UU., países que también han advertido que aplicarán con firmeza sus leyes migratorias.
En el caso de EE.UU., incluso amenazó con retirarle de inmediato a Honduras la ayuda económica, si no frenaba la caravana.
Estados Unidos también ha afirmado que los migrantes «están siendo engañados con falsas promesas de parte de líderes con fines políticos y criminales», lo que fue recalcado el miércoles por su encargada de Negocios en Tegucigalpa, Heide Fulton.
Las amenazas de Washington a Honduras y las advertencias de México a los migrantes no han frenado la salida masiva de hondureños en los siete días que han transcurrido desde que salió la caravana desde San Pedro Sula.
La situación migratoria sigue siendo impredecible y hay quienes no descartan que nuevas caravanas masivas estén por darse en estos días en el país centroamericano.
El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, quien ha sido blanco de duras críticas por parte de muchos migrantes en Agua Caliente y sectores políticos de oposición, ha dicho que «esta movilización irregular fue organizada con fines políticos».
La intención de la oposición es «afectar la gobernabilidad, la imagen y buen nombre, la estabilidad y la paz de Honduras y de los países que están en la ruta hacia los Estados Unidos», enfatizó.
Los señalamientos en ese sentido, incluso del gobernante Partido Nacional, van dirigidos al Partido Libertad y Refundación (Libre), cuyo coordinador es el expresidente Manuel Zelaya, y el Liberal.
En ese enzarce político, Zelaya ha dicho que EE.UU. «legal y moralmente está obligado a dar asilo» a los migrantes «por el estado de terror y muerte, provocado por la violencia militar, fraude, privatizaciones, y crimen organizado de la dictadura de JOH (Juan Orlando Hernández) que ellos sostienen y apoyan».
Analistas coinciden en que el tema se ha politizado y vuelto altamente mediático, y que además la culpable de la nueva crisis que vive Honduras es la clase política, por no haber creado condiciones, desde que el país retornó a la democracia en 1980, para reducir la migración irregular, que viene desde hace unos 50 años.
En términos económicos, los inmigrantes hondureños que en más de un millón viven en Estados Unidos, entre residentes legales y de manera irregular, representan un aporte importante para su país por las remesas familiares que envían, las que en 2017 rondaron los 4.000 millones de dólares.
Honduras, con nueve millones de habitantes, de los que más del 60 por ciento son pobres, tiene más de dos millones entre desempleados y subempleados, según diversas fuentes.
Muchos de los empleados ganan muy bajos salarios, lo que contrasta con un alto coste de los alimentos, las medicinas, la educación, los servicios públicos, por lo general deficientes, y los combustibles, entre otros productos y servicios.
Esas y otras causas han multiplicado la pobreza en el país.