Beirut – La ofensiva de las tropas del régimen sirio y sus aliados rusos en el noroeste de Siria ha forzado a cientos de miles de desplazados a huir en los últimos dos meses en el considerado último bastión opositor, según anunció la ONU mientras continúan hoy los bombardeos en la zona.
El portavoz regional de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), David Swanson, dijo hoy a Efe que ya son «cerca de 400.000 las personas» que se han desplazado en los últimos dos meses desde el sur de Idlib y oeste de Alepo en una situación que «va a ir a peor».
Desde el 29 de abril del año pasado, las tropas sirias y rusas llevan a cabo una ofensiva contra las provincias del noroeste del país: Idlib, Hama, Alepo y Latakia, prácticamente dominados por el Organismo de Liberación del Levante, alianza islamista en la que está incluida la exfilial siria de Al Qaeda y principal objetivo de Moscú y Damasco.
HUIR DEL FRENTE DE BATALLA
Según el último informe de la OCHA difundido hoy, solo entre el 15 y el 26 de enero se han desplazado 162.000 personas del sur de Idlib y oeste de Alepo, y de esa cifra 41.000 han huido desde Alepo hacia Afrín y Azaz, zonas ocupadas por Turquía en el norte de Alepo.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ONG cuya sede se encuentra en el Reino Unido pero que cuenta con una amplia red de colaboradores en el terreno, indicó que solo en las últimas 24 horas han abandonado sus hogares 40.000 personas por las hostilidades en el sur de Idlib.
La mayoría de esos civiles se encuentran en refugios o en comunidades de acogida, aunque la ONU afirmó en este último informe que 1.554 duermen en espacios abiertos o debajo de los arboles ante la «insuficiente capacidad en los centros de recepción para acomodar» a los desplazados.
Swanson aclaró que «se hace muy difícil dar cifras exactas» de personas que huyen debido a que «se han desplazado en múltiples ocasiones» y «lo que se ve en el terreno es que cada vez más y más gente se desplaza, en su mayoría, de los frentes de batalla hacia áreas bajo protección y pobladas», emplazadas, sobre todo, en el noroeste de Idlib, fronteriza a Turquía.
Turquía tiene cerradas todas las fronteras para evitar que los sirios crucen, por lo que se han asentado en esas áreas, mientras que el Ejército sirio y ruso han abierto «corredores humanitarios» para los que quieran ir a las zonas controladas ahora por el Gobierno, como a Hama.
BOMBARDEOS SIN FIN
La madrugada de hoy se produjo otra «masacre» en la que han muerto 12 personas en ataques lanzados contra Idlib y Alepo, informaron la Defensa Civil siria, conocidos como «cascos blancos», y el Observatorio.
Ambas fuentes acusaron a los aviones rusos de haber lanzado el ataque contra el Hospital Al Shami y una panadería en la ciudad de Ariha, en Idlib, aunque Moscú lo ha negado.
Los «cascos blancos», cuerpo de rescate que opera en zonas que escapan al control de Damasco, han informado de que han recuperado hasta el momento los cuerpos de 11 personas, incluidos niños, de los escombros del centro sanitario y la panadería, mientras que 50 personas fueron rescatadas con vida. Otro civil murió en el oeste de Alepo.
Desde que comenzó la ofensiva en el noroeste de Siria hasta el 23 de enero, la ONU ha confirmado la muerte de 1.587 civiles, entre ellos 306 mujeres y 467 niños, como resultado de los bombardeos y operaciones terrestres por ambas partes del conflicto.
Entretanto, la agencia estatal SANA dijo hoy que las tropas sirias están avanzando en el sur de Idlib con el objetivo puesto en la ciudad de Saraqeb, tras capturar hace dos días Maarat al Numan, ambas en la estratégica carretera M5.
Ayer, el jefe humanitario de Naciones Unidas, Mark Lowcock, dijo ante el Consejo de Seguridad que «las partes en conflicto deben detener la lucha» ya que si no se paran «veremos una catástrofe humanitaria aún mayor».
Mohamed, de 35 años y padre de dos hijos, dijo hoy a Efe por teléfono desde la ciudad de Idlib, la ciudad más grande de la provincia y bajo control de facciones opositoras, que «se oyen los bombardeos y el régimen (sirio) está cada vez más cerca».
«Estoy sentado aquí, preguntándome qué hacer con mis dos niños. No puedo ir a ningún lado», manifestó.