México – La migración podría representar un factor de riesgo para elevar los contagios por diversas enfermedades infecciosas, entre ellas la hepatitis C, una enfermedad que es prevenible y curable si es tratada a tiempo y de manera adecuada.
El doctor David Kershenobich señaló hoy a Efe que las a menudo complicadas condiciones de salud que traen consigo los migrantes, aunadas a otros factores de riesgo, pueden incidir en que enfermedades infecciosas como la hepatitis C eleven su incidencia y prevalencia en los lugares a donde llegan.
Kershenobich, director del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición «Salvador Zubirán» (Incmnsz) apuntó que actualmente en el mundo 71 millones de personas están infectadas con el virus de la hepatitis C. Sin embargo, el 90 % de ellos no lo sabe.
En México se estima qué hay unas 600.000 personas que padecen esta enfermedad.
«Es una enfermedad que puede transmitirse fácilmente pues el portador no es consciente de su condición hasta que desarrolla complicaciones», aseveró.
Desde finales de octubre miles de migrantes centroamericanos -se estima que unos 11.500 en su mayoría de Honduras y El Salvador- recorren México para llegar a Estados Unidos tras huir de la violencia y pobreza que se viven en sus países.
El especialista explicó que debido a la falta de diagnóstico al menos el 25 % de las personas infectadas llegan a desarrollar cirrosis o cáncer de hígado, por lo que es indispensable la detección oportuna ya que «es una enfermedad prevenible y curable».
El experto apuntó que la detección de esta enfermedad puede hacerse prematuramente pues la ventana de infección es de ocho días «por lo que la prueba puede hacerse en ese tiempo y salir positiva».
En México, detalló, solo 1 % de las personas infectadas de hepatitis C tiene tratamiento, por lo que es indispensable también que los pacientes tengan acceso al tratamiento para evitar complicaciones.
Esto, dijo, podría ahorrar hasta 2,4 millones de pesos (120.775 dólares) anuales por paciente pues se estima que ese es el costo que representa cada enfermo para el sistema de salud mexicano.
Señaló que México podría controlar esta enfermedad si se lograra el tamizaje, la realización de pruebas, de la población en general «lo que ayudaría a un diagnóstico y tratamiento oportuno».
El doctor Kershenobich explicó que la población debe conocer los principales factores de riesgo.
«Entre ellos están las personas nacidas entre 1945 y 1965, quienes tuvieron transfusiones antes de 1995, usuarios de drogas intravenosas, personas que hayan estado encarceladas, enfermos con VIH, pacientes en hemodiálisis y con diabetes», dijo.
Explicó que es especialmente preocupante el grupo de los diabéticos, «ya que es un padecimiento que es ya una emergencia epidemiológica en México».
Sin embargo, aseveró que la principal responsabilidad de los sistemas de salud es buscar a los llamados «enfermos ocultos» y para ello la prueba de tamizaje debería de ser rutinaria en toda la población.
«Especialmente en centros de adicciones, penitenciarios y que esto se extienda a personal médico y de enfermería, además de que se debe llegar a las zonas más alejadas del país», dijo.
Del mismo modo, señaló que hacen falta campañas de detección e información sobre esta enfermedad «pues es un padecimiento que tiene un porcentaje de curación del 96 % y esto se logra en solo 12 semanas», indicó.
Finalmente, el director del Incmnsz señaló que es necesario impulsar un registro de pacientes con la finalidad de conocer cuál es realmente la incidencia y prevalencia de este padecimiento y así poder generar guías de atención y políticas públicas para la atención integral a estos pacientes.