Los Ángeles – Marcadas por una inusitada polarización política, las elecciones del próximo 3 de noviembre están alentando a latinos a cambiar radicalmente su voto respecto a los comicios de 2016. Tal es el caso de la doctora Julie Anne Castilla, republicana de siempre, quien votará por el exvicepresidente Joe Biden, o el asesor empresarial Giancarlo Sopo, que dejó las filas demócratas y apuesta por la reelección del presidente Donald Trump.
Pese a que una abrumadora mayoría de votantes en Estados Unidos conserva su filiación política y respalda a los candidatos de sus partidos, no es extraño ver electores que cambian su apoyo, especialmente para las elecciones presidenciales, y los latinos no son la excepción. De hecho, forman parte de un grupo de electores que en los últimos dos años cambiaron de preferencia en mayor proporción que la población general.
«CRUZAR LA LÍNEA»
En entrevista telefónica con Efe desde su consultorio en Scottsdale, Arizona, Castilla, de raíces peruanas, cuenta que este año decidió “cruzar la línea de sus creencias conservadoras y pasar al lado de los demócratas”, a pesar de que en 2016 voto en favor de llevar Donald Trump a la Presidencia.
“Trump ha sido un presidente horrible. Él no hizo nada bien con el coronavirus desde el principio; ha sido un manejo muy malo”, explica la médica especialista en ginecología.
No solo el manejo de la pandemia de la covid-19 ha pesado para que Castilla se aleje del presidente. La falta de ética, las mentiras y el “narcisismo” de Trump también influyeron en su decisión.
“Muchos de mis compañeros psiquiatras dicen que él es narcisista, tiene solo palabras para él mismo y solo cuida de él. No tiene compasión y no es sensible con los problemas de los demás”, añade.
Las acusaciones de colusión de Trump con Rusia y otros escándalos que marcaron los últimos cuatro años de gobierno pesaron igualmente en la decisión de la republicana, que no preveía en 2016 el actual panorama.
Castilla, quien ejerce su profesión en Arizona desde hace 27 años, recuerda que en 2016 estaba cansada del gobierno de Barack Obama (2009-2017) y pensaba que el país necesitaba una cara nueva.
“Yo y muchos estadounidenses estábamos listos para un cambio, y el señor Trump tenía un buen negocio, una historia de tener mucho éxito y mucha influencia. Queríamos que alguien cuidara de la economía”, dice al justificar su elección de 2016. Cuatro años después el resultado del trabajo del republicano no le ha gustado para nada, especialmente con el virus, y decidió irse con Joe Biden.
Pero lo que el exvicepresidente logró con Castilla no lo pudo hacer con Sopo, un demócrata que está haciendo campaña por la reelección del mandatario.
“Los demócratas han sido captados por lo que se puede describir como el ala chavista del partido. No tengo ningún interés de estar en un partido que no comparte mis valores fundamentales sobre la libertad”, dijo a Efe Sopo, sobre las razones que lo llevaron a abandonar las filas del partido azul.
Sopo, de 37 años y raíces cubanas, dice que esperó que Biden se mantuviera del lado moderado; pero, en su opinión, el exvicepresidente se ha unido a la extrema izquierda para complacer a los socialistas de su partido.
«CONVENIENCIA POLÍTICA»
“Voy a dar un ejemplo muy concreto: Durante décadas Biden se opuso a usar fondos de los contribuyentes para pagar abortos, y el año pasado cambió su posición”, advierte.
Sopo cataloga este cambio de pensamiento de Biden como de “conveniencia política”. También ve al demócrata como un hombre débil, que “no tiene una ideología definida y se lo lleva el viento”.
El mayor temor de este latino es que Estados Unidos pueda convertirse en un país como Venezuela o Cuba.
“Yo espero tener mi primer hijo y criarlo con las mismas oportunidades que yo tuve”, declara.
Precisamente la necesidad de un buen futuro fue lo que le animó a este experto en relaciones públicas a votar por Hillary Clinton en 2016 e incluso a viajar junto a su esposa desde Virginia a Florida para hacer campaña por la candidata.
“Pensaba que Clinton hubiese sido como su esposo, un demócrata de centro, y que la economía iría hacia arriba como en la época de Bill”, argumenta.
¿CUÁLES VOTANTES CAMBIAN DE PARTIDO?
Un reciente estudio del Centro Pew encontró que aproximadamente uno de cada diez votantes (9 %) se inclinaron o hicieron el cambio al otro partido en los últimos dos años.
Si bien el cambio a nivel individual no ha resultado en cifras significativas, los porcentajes cambian cuando se divide a los electores por grupo racial.
Entre los votantes no blancos, grupo que incluye a los hispanos, el estudio halló que 10 % de los demócratas de 2018 se han pasado ahora el Partido Republicano, mientras que aproximadamente el doble de esa proporción de los republicanos de 2018 (21 %) se han cambiado al Partido Demócrata.
Al respecto, Castillo aclara que se quedará en el Partido Republicano pero que eso no le impide votar por la que considera mejor opción, y que todos los que conoce que votaron por Trump en 2016 apoyarán esta vez al candidato demócrata.
“Biden sabe cómo funciona el Gobierno, respeta la Constitución; es ético, buena persona, simpático, muy estable, valora las familias, y lo más importante: no quiere dividir. Va a ser un presidente para todos, y es el único que nos ayudará con el coronavirus y a reconstruir la economía”, concluye.
Por su lado Sopo dijo que se cambió al partido rojo por el presidente Trump, una decisión que aplaudieron sus amigos republicanos.
“Tiene que ser reelegido. Recuperó la economía de manera histórica, especialmente para los hispanos. No nos hemos metido en guerras innecesarias. Trump va a luchar por nuestros valores y contra la izquierda radical y creará empleos, que es lo más importante”, augura el cubano.