Los restos de una patera vacía en la playa cercana al Parador de El Hierro, en el municipio de Valverde (Canarias). EFE/ Gelmert Finol/Archivo

Ginebra – La ruta de la migración irregular hacia Europa costó este año la vida a 1.773 migrantes y una tercera parte de estas muertes (593) ocurrieron entre los que intentaban llegar a las Islas Canarias.

En la misma ruta se habían registrado 45 y 210 pérdidas humanas en 2018 y 2019, respectivamente.

A menos de dos semanas de que acabe 2020 y coincidiendo con el Día Internacional de los Migrantes, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) presentó las cifras actualizadas de su proyecto sobre migrantes desaparecidos, que han sido 3.174 a nivel mundial desde el 1 de enero.

El aumento interanual más importante de muertes entre migrantes en ruta se ha dado en Sudamérica, donde hubo 104 decesos (venezolanos en su mayoría), comparados con una media de 40 en los años anteriores.

Además, 381 niños, mujeres y hombres murieron en la frontera entre México y Estados Unidos.

Lo más sorprendente que muestran los datos recabados es que a pesar de que la pandemia de covid-19 ha dado lugar a no menos de 90.000 restricciones de viajes y movilidad, decenas de miles de personas viven situaciones tan desesperadas que decidieron pese a eso embarcarse en viajes muy peligrosos e inciertos.

«Esos viajes se hicieron a través de desiertos, de la selva y del mar, con miles que quedaron muertos en el camino», dijo el portavoz de la OIM en Ginebra, Paul Dillon.

La pandemia ha tenido otros efectos sobre el fenómeno migratorio: la xenofobia ha aumentado en muchos lugares, al igual que la pobreza y las barreras para acceder a servicios básicos.

En estas circunstancias, al menos tres millones de migrantes en situación irregular están atrapados en algún lugar, que no es el de origen ni el destino al que esperaban llegar, pero del que no pueden salir porque no cuentan con medios ni vías para ello.

Si bien la cifra global de migrantes muertos en su travesía ha bajado este año frente a los 5.327 de 2019, la OIM sostiene que no se trata necesariamente de una indicación de que el número de vidas perdidas realmente se ha reducido ya que la pandemia ha restringido su capacidad de recopilar datos.

La misma situación están afrontando las entidades nacionales encargadas de mantener este recuento.

Dillon dijo que «esto se hace evidente en el fenómeno de los naufragios invisibles».

Se trata de casos en los que hay evidencia de que una embarcación se hundió, pero no hay pruebas suficientes que corroboren informaciones en ese sentido provenientes de familiares de las víctimas o de oenegés.

El proyecto de la OIM estima que en 2020 hubo al menos 14 naufragios invisibles en los que murieron 600 personas que no están incluidas en las estadísticas.