Zakariae Massousi, un joven marroquí que llegó a Tremp desde un centro de menores de Girona, participa en el proyecto europeo de cooperación territorial de los denominados Interreg V-A España-Francia-Andorra (POCTEFA). EFE/Adrián Ropero

Tremp (España) – Jóvenes migrantes que están solos y buscan un sueño en Europa son noticia destacada a diario, pero también la despoblación y el envejecimiento en zonas de montaña de España o Francia que temen por su futuro sin que nadie, hasta junio de 2019, pensara en la posibilidad de casar ambas necesidades.

Ese año se puso en marcha un programa europeo de cooperación territorial de los denominados Interreg V-A España-Francia-Andorra (POCTEFA) que concluirá en 2022 y que se desarrolla a ambos lados del Pirineo, en la comarca catalana de Pallars Jussà y en la región francesa de Occitania.

La covid ha dificultado el flujo de información entre esas dos patas del programa, llamado Avenir y que busca arraigar a jóvenes migrantes en esas áreas del Pirineo, pero la iniciativa sigue adelante y quienes la llevan a cabo aseguran que con éxito.

El socio principal es la Cámara Regional de Comercio y de Artesanía de Occitania y su directora de Formación en Foix, Sylvia Pujal, explica la experiencia de estos dos primeros años.

Pujal relata a Efe que el objetivo de arraigar a estos jóvenes en una zona de montaña se va consiguiendo, ya que muchos encuentran «fácilmente trabajo» al contar con «muy buena reputación en las empresas, que saben de su implicación».

Sus palabras las ratifican en la parte española -en Tremp (Lleida)- todos los agentes que participan en el proyecto, como sucede con Mireia Badia, que forma parte de la entidad Alba Jussà, que trabaja con los migrantes.

Badia es subdirectora del apartado de Pisos vinculados a itinerarios de Inserción Laboral (PIL), en este caso tres que se han proporcionado a diez jóvenes que han alcanzado la mayoría de edad en el marco del proyecto Avenir.

Ella presume sin atribuirse mérito de que cuatro de ellos ya han conseguido trabajo, uno lo hará en breve y el resto participa en proyectos formativos. «Así que, por el momento, un éxito», subraya.

CON CARNÉ DE CONDUCIR

La prueba definitiva es el testimonio de los protagonistas y todos coinciden en alabar el proyecto, como es el caso de Abde Bentama, de diecinueve años, que llegó procedente de un centro de menores de La Seu d’Urgell (Lleida).

La decena de escogidos de Avenir participaron en una selección y Bentama fue uno de los elegidos tras presentarse cuando estaba cerca de la mayoría de edad «y sin saber qué hacer».

Encuentra Tremp «tranquilito» con sus cerca de 6.000 habitantes, quizá demasiado para su edad, pero agradece la oportunidad de obtener un trabajo de un año y permiso, por lo tanto, para acceder al mercado laboral en España, la clave de su futuro.

«Además nos han pagado el carné de conducir», algo importante en áreas de montaña para disponer de movilidad y buscar empleo, aunque él ya tiene uno a través de otro de los integrantes del proyecto, la entidad Reintegra, que orienta a personas vulnerables.

Abde es de Marruecos, al igual que otro de sus compañeros, Zakariae Massousi, con el que también comparte edad y que llegó a Tremp desde centros de menores de Girona.

Massoussi se declara «muy contento» después de conseguir también un trabajo de reparto en comercios locales mientras estudia un grado superior de electricidad en el instituto.

OBJETIVO: LA EMANCIPACIÓN

Berta y Xavi forman parte del equipo educativo de PIL, ya que el apartado de vivienda es un concepto global que definen como «de acompañamiento a jóvenes migrantes en proceso de autonomía y emancipación».

«La idea es que puedan regularizar su situación administrativa para que, cuando salgan del recurso, sean suficientemente autónomos como para llevar una vida digna como cualquier otra persona», explica Berta, mientras Xavi subraya que «los chicos están bastante bien teniendo en cuenta todo lo que han pasado».

En el instituto de Tremp, Ernest Andreu Salvany y Víctor Morató imparten clases, incluidas las de un certificado de profesionalidad del Servicio de Ocupación de Cataluña, y cuentan entre sus alumnos con participantes del programa Avenir.

El primero detalla que el temario tiene que ver con instalaciones eléctricas, que el curso incluye un módulo en centros de trabajo de ochenta horas y que eso abre «las puertas al mundo laboral».

Destaca las ganas de esos jóvenes, al igual que Morató, quien reconoce dificultades con la lengua, pero subraya su «interés» y «fuerza de voluntad».

«En muchos aspectos son más maduros que los (alumnos) que tenemos de aquí, porque la mochila que llevan es algo que les hace madurar», añade, a la vez que destaca que hay demanda en la zona de sector eléctrico industrial y «alta posibilidad de acabar trabajando aquí».

INTEGRADOS EN LOS MUNICIPIOS DE MONTAÑA

Uno de los que ya ha obtenido un empleo que estrenará en breve es Ahmed Chabou, de diecinueve años, que llegó desde Marruecos a un centro de menores de Lleida y ahora realizará labores de mantenimiento en La Pobla de Segur y Talarn, dos municipios próximos a Tremp, así como en un núcleo de este último, Vilamitjana.

Chabou se declara «contento» por ese contrato de un año mientras el alcalde de la primera de estas localidades, Alex García, destaca que el proyecto Avenir permite arraigar «gente joven a esta comarca».

La Pobla de Segur acoge también formación a través de Reintegra y allí una de sus técnicas de orientación laboral, Ariadna García, detalla que estos estudios tienen que ver con sectores como el cárnico o el de la jardinería, incluidas prácticas.

El objetivo, según García, es que obtengan «papeles a través de un contrato» y puedan desarrollarse «sin tener a alguien detrás para mantenerse». Agradece el impulso de instituciones y entidades e insta a las empresas privadas a animarse.

Otra ayuda la brinda el abogado Marc Pairó, especializado en derecho de extranjería, que les asesora «en lo que salga», según él mismo explica desde La Pobla de Segur.

Pairó subraya la dificultad de obtener un contrato de un año para acceder al mercado laboral, pero precisa que Avenir lo facilita a la espera de una modificación legislativa que flexibilice la situación con «un régimen propio para este tipo de jóvenes».

Maria Helena Vicente es la coordinadora de Alba Jussà, entidad a la que la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) de la Generalitat de Cataluña ha encargado la creación de «un espacio amable» para estos migrantes.

«Intentamos poner mucho énfasis en la parte social, en cómo estos chicos pueden participar del entramado social y cultural del territorio», indica, a la vez que destaca la labor en ese ámbito del Consejo Comarcal del Pallars Jussà, que ha aportado una dinamizadora cívica, Roser Ràfols.

El gerente de esta institución, Josep Ardanuy, alaba el conocimiento de las experiencias de la parte francesa y viceversa, pese a las dificultades de movilidad por la covid, mientras que Ràfols describe su labor como una «mediación».

Una de las acciones más interesantes desarrolladas es la de mentoría, en la que un ciudadano como el carnicero Jaume Badia ayuda a integrarse a Mohamed Azzouzi, de diecinueve años.

Azzouzi se deshace en elogios a Badia, al que califica como «familia» y agradece que le haya enseñado «cosas de agricultura, porque no sabía muchas cosas que, en mi país, se hacen diferentes».

Él ya trabaja y el carnicero habla de una relación de «sincera amistad» con «Moha», al que explica también costumbres de la zona y ayuda con el catalán.

Los alcaldes, como sucedía con el de Talarn, están en todos los casos «encantados» con el proyecto y si el de La Pobla de Segur, Marc Baró, elogia la «predisposición espectacular» del inmigrante que trabaja en su ayuntamiento, la de Tremp, Maria Pilar Cases, describe a estos jóvenes como «unos vecinos más de la ciudad».