Tegucigalpa (Especial Proceso Digital / Joel Perdomo) – El Museo Arqueológico de Comayagua, situado en el corazón de la ciudad, es un inmueble colonial español construido a finales del Siglo XVI, que en cuyo interior discurrieron acontecimientos memorables que marcan la historia de Honduras; en el periodo republicano, aquí funcionó la Primera Casa Presidencial, El Congreso Nacional y la Corte Suprema.
Comayagua está situada a unos 90 kilómetros al norte de Tegucigalpa, es considerada la capital del turismo religioso, también el génesis de la historia de Honduras, que fue capital desde 1825 hasta 1880, entre esos años, el país dio pasos importantes en cuanto a su constitución y emancipación política.
El Museo luce impecable y radiante, entre sus 10 salas exhibe la cultura lenca y primitiva; visitarlo es como retroceder en el tiempo para conocer gran parte de la historia, entre sus clásicas paredes resguarda objetos valiosos que tienen que ver con los acontecimientos políticos y religiosos que datan de hasta 2000 años A.C.
Una persona puede saber de la historia de Honduras, en un corto recorrido de 20 minutos, ahí están listos los guías para explicar la presencia de cada objeto, ellos son conocedores, educados y amables, hacen del paseo un cuento sobre los orígenes de la nación.
Un verdadero patrimonio
En la entrada hay cuatro amplios corredores divididos por un hermoso jardín, previo a iniciar un recorrido por sus salas, se encuentran tres antiguas máquinas que conformaron la primera imprenta, fueron traídas por Francisco Morazán en 1828, en ellas se imprimieron los dos primeros libros de Honduras, Rudimentos de Aritmética y el diario oficial La Gaceta.
Ahí se conserva la primera fachada de lo que fue el reloj más antiguo de América (1100 ADC), que está en la Catedral Inmaculada Concepción; ésta entre otras reliquias, se pueden apreciar ahí. Previo a la llegada de la pandemia ocasionada por el coronavirus, el museo recibía unos 100 turistas al día y ahora busca recobrar vida en medio de las medidas de bioseguridad ante la amenaza del COVID-19.
Una de sus primeras salas está dedicada a la paleontología, aquí se encuentran plantas y huesos de ancestrales animales como el Oso Perezoso Gigante, colmillos de mastodontes, con miles de años de antigüedad según los estudios antropológicos, una obsidiana que usaban los Lencas para hacer puntas de flechas, esto entre otros objetos de abundante valor histórico.
Sus salas grafican la historia
La segunda sala muestra el arte rupestre, con esencias de petroglifos y pictogramas; aquí está El Cedral, un sitio descubierto cerca del Lago de Yojoa; la Cueva del Gigante con 9 mil 400 años de antigüedad, la más atávica que se ha encontrado en Honduras, se dice que era un lugar muy sagrado para la cultura indígena.
En el siguiente salón, el periodo formativo, se ven las primeras piezas en barro encontradas en el Valle de Comayagua, además un retrato de dos pirámides del primer parque arqueológico de Honduras (El Chical) situado en Yarumela, La Paz, que data de 2000 AC. También un entierro lenca con 950 años de antigüedad.
Luego hay un panorama alusivo a la época clásica y preclásica, 300 ADC, el turno de las cerámicas aquí está la única estatuilla hecha en barro en honor al Emperador Canquigue y a sus dioses, y es que en vasijas plasmaron el juego de pelota, jaguares, monos y murciélagos, figuras que fueron importantes para ellos. Son objetos auténticos y originales.
Obras de valor cultural histórico
En el anterior, se halla la sala de intercambio, el periodo precolombino en Honduras, en ese cuarto se tienen piedras de moler usadas por los ancestros, además vestimenta de los lencas, una piedra jade encontrada en la represa Francisco Morazán, la representativa pintura lenca “Estuco”.
A unos cuantos pasos más, la quinta sala, aquí se encuentra una lápida del sacerdote Juan Segis-mundo Flores y Gallo, que practicó la santa inquisición en Comayagua, la página más negra de la religión católica. También dos antiguos sellos, uno de la casa presidencial y otro del primer colegio del país.
Este museo conserva una pintura original de la virgen Dolorosa del siglo XVIII y cuadro de la Santa Cena que tiene más de 145 años, también los dos primeros escudos de guerra que tuvo Comayagua, y algunos utensilios de bronce y plata traídos por el sacerdote Manuel de Jesús Subirana, el defensor de los pueblos indígenas.
Pinturas de oro y tradiciones
En la siguiente habitación hay una cama, candeleros y baúles, es un cuarto del siglo XVII que perteneció a la familia Trinidad Castillo; y el primer cuadro de la Virgen de La Merced pintado a mano por José Miguel Gómez, jefe de una tribu hondureña, esta obra alcanzó bastante valor monetario porque usó oro en su pintura.
Aquí yacen, objetos del periodo republicano, en una vitrina se encuentra la primera silla presidencial usada por los Jefes de Estado, ahí están las espuelas del caballo de Cabañas, su espada, las armas de esa época, artefactos utilizados en la guerra contra El Salvador y el primer buzón en el que funcionó el primer correo nacional.
En el museo pernocta un espacio especial para graficar las tradiciones de la ciudad, como el baile de los diablitos, la obra teatral el Martirio de San Sebastián, las procesiones religiosas, el Juan Casco y las alfombras, una costumbre vigente desde 1963 en Comayagua.
Aquí nace el Estado de Honduras
En el jardín aún se conservan dos piedras grandes que funcionaban como molinos y eran manejadas por bestias. Finalmente se encuentra un amplio salón principal y uno más pequeño donde se hacen exposiciones artísticas. A la espera de que pueda mejorar el tema sanitario para poder brillar de nuevo.
“Este Museo es la cuna de la patria, porque es el lugar donde nació el Estado de Honduras, un 11 de diciembre de 1825, es un patrimonio que debe ser conocido por cada compatriota”, así lo dijo Nahúm Valladares, un historiador hondureño.
Esta es una de las casas de mayor referencia en el país, ya que por sus amplios corredores pasearon orgullosamente, Dionisio de Herrera, Francisco Morazán, Diego Vigil, Juan Antonio Márquez, José Trinidad Cabañas, Santos Guardiola, Florencio Xatruch, Porceano Leiva y Jefes de Estado.
La primera Constitución de Honduras
El edificio fue confiscado por el entonces presidente José María Molina en 1860 para convertirla en Casa Presidencial dos años después, hasta cuando la capital es trasladada definitivamente a Tegucigalpa en 1880 por el entonces mandatario Marco Aurelio Soto, un propulsor de la explotación minera en Honduras.
En una de sus principales habitaciones del corredor este de la casa, se reunieron los 11 diputados que estuvieron el 29 de agosto de 1824 en Cedros, Francisco Morazán y fue allí donde se realizó la Asamblea Nacional Constituyente, para redactar la primera Constitución de la República de Honduras.
La Asamblea Constituyente fue presidida por el abogado Pedro Nolasco Arriaga (1793 – 1860), que dio paso a que en 1825 se eligiera a Dionisio de Herrera, como primer Jefe del Estado, también se nombró la comisión para crear -el 3 de octubre- el primer Escudo Nacional, además se sentó por vez primera la soberanía del Estado.
Estado libre, soberano e independiente
Honduras fue miembro de la Federación Centroamericana integrada por los Estados de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, hasta 1839 cuando el general Francisco Ferrera, se aparta y decide declarar al país un Estado libre, soberano e independiente.
En el interior del ancestral inmueble, se formó la división territorial de Honduras, que inicialmente constaba de siete departamentos. Todo esto ocurrió en esta hermosa y peculiar edificación, considerada una de las mansiones de la época y hoy en día uno de sus más importantes patrimonios culturales.
Desde su construcción en 1548 por el conquistador español Francisco del Barco y Santiponce, quien fuera el principal beneficiario para repartir lotes de terrenos a órdenes del gobernador Francisco de Montejo, que, con el visto bueno de Alonso de Cáceres, el fundador de Comayagua (1537) “este precioso inmueble acoge hechos inéditos de Honduras”.
Una herencia protegida eternamente
Fue hasta 1804 cuando Guatemala envía a un asesor jurídico y un experto en leyes para la intendencia de Comayagua, el entonces coronel Norberto Serrano Polo, quien la habitó durante varios años porque era propiedad del ayuntamiento de la ciudad.
Cuando muere el señor del Barco y Santiponce, heredó la vivienda a su nieta doña Juana del Barco, quien decide colocar todas las oficinas de la intendencia de Comayagua (1840), posteriormente pasó a ser propiedad de José Joaquín Fernández, padre de Juan Lindo expresidente de Honduras.
El historiador hondureño Nahúm Valladares, dijo a Proceso Digital que se le eriza la piel cuando habla del Museo de Comayagua, porque en él hay miles de historias plasmadas que marcan un antes y un después en la existencia de Honduras.
Dos remodelaciones
Desde su construcción el colonial edificio, ha sido restaurado en dos ocasiones, con los permisos pertinentes, una en la administración del presidente Tiburcio Carías Andino en 1944, donde hacen varias modificaciones con el ánimo mejorar sus condiciones, tuvo tres colores, blanco, azul y amarillo.
El más reciente retoque a su estructura fue en enero de 2018, por gestiones del gerente del museo, el abogado Héctor Enrique Portillo Machuca y la colaboración de la Cooperación Española en Honduras.
“Esta es una casa que debe ser llevada a todos los rincones de la patria, salir de las cámaras, lentes y fotografías, para que el pueblo pueda conocer este lugar que es prácticamente el símbolo de nuestra nacionalidad,”, dijo Valladares.
Un homenaje merecido
Aprovechó la oportunidad para felicitar al Banco Central de Honduras (BCH) por incluir en el billete de 200 lempiras la fachada de tan representativo inmueble, como motivo de los doscientos años de independencia patria “creo que mejor homenaje este patrimonio no pudo haber”, precisó.
Así que sobran los motivos para visitar Comayagua y su maravilloso museo, el fermento y efervescencia de la historia patria; todo esto se logra con un pago simbólico de 40 lempiras en un horario 8:30 AM a 4:00 PM de lunes a domingo, porque por sitios como este Honduras seguirá contando con destinos atractivos para los amantes de la historia y la cultura. JP