Roma – La madera de las barcazas que dan esperanza a los migrantes que llegan a la isla italiana de Lampedusa se convierte en cultura y arte con los violines que dan esperanza y trabajo a los presos de la cárcel de Ópera de Milán: es el proyecto «Metamorfosis» de la Fundación Casa de Espíritu y de las Artes que desde hace años trabaja con los detenidos.
El filántropo, escritor y poeta Arnoldo Mosca Mondadori, cofundador de la fundación con Marisa Baldoni, explica a EFE que el proyecto quiere, por una parte, «contar el drama de la migración y dar esperanza al convertir las barcas en objetos de belleza y arte» y «por otra, dar esperanza también a las personas detenidas que transformarán las tablas de las barcazas en instrumentos de música».
Por eso esta semana llegaron a Roma diez barcazas abandonadas en las costas de Lampedusa y que se convertirán en instrumentos como violines, violas o violonchelos para que los niños puedan practicar música y crear una pequeña «Orquesta del mar».
Todo empezó una de estas barcas llegó cuando al taller de fabricación de violines de la Prisión de Opera, donde trabajan detenidos desde de 2013 bajo la dirección de prestigiosos maestros del Instituto Stradivari de Cremona, y se empezó a hacer un violín.
«Al principio no pensábamos que se pudiera tocar. En cambio, no solo pudo, sino que dio vida a un sonido que toca el alma», asegura Mosca Mondadori.
Así nació el ahora famoso «Violín del mar», construido con las láminas coloreadas de las barcazas de los migrantes y que hace algunos días fue presentado al papa Francisco y tocado por Carlo Maria Parazzoli, primer violín de la Orquesta Nacional de la Academia de Santa Cecilia, para luego iniciar un periplo internacional.
Luego se contactó con la ministra de Interior, Luciana Lamorgese, para que levantase el bloqueo judicial que pesaba sobre algunas barcazas, varias de ellas restos de naufragios, para poder trasladarlas de las costas de Lampedusa al taller de carpintería de la cárcel situada en las afueras de Milán.
«El objetivo es que los reclusos construyan estas herramientas, asignándoles un trabajo valioso. Cuando los instrumentos estén terminados, queremos prestarlos a los mejores músicos para que cuenten el drama contemporáneo de la migración», comenta el fundador.
“Los niños y las personas más frágiles se amontonan en el fondo de tan solo 80 centímetros de las barcazas y cuando estos barcos vuelcan en el mar, son los primeros en quedar atrapados», explica Mosca Mondadori, que tiene previsto llevar las escuelas a la cárcel para que puedan conocer los dos dramas: la migración y de la perdida de la libertad.
Con las diez barcazas transportadas a la prisión se fabricará un segundo violín, una primera viola y un primer violonchelo, mientras se espera que en 2023 los internos fabriquen 6 violines supervisados por el artesano Francesco Tuccio y el luthier Enrico Allorto, que ayudará personalmente a elaborar los instrumentos junto con los reclusos.
En diciembre de 2022, los instrumentos estarán listos para formar un primer cuarteto de cuerda: la Fundación establecerá un programa musical para que los instrumentos puedan ser tocados y transmitan «una cultura de conocimiento, aceptación e integración a través de la belleza y la armonía».
Los reclusos tardan de dos a 3 años para aprender a hacer un violín y necesitaron dos meses para construir el primero. Pero no hay prisa: «El tiempo es un tesoro y en la cárcel lo que más sobra es tiempo», subraya Mosca Mondadori.