Tegucigalpa/Oslo (Especial Proceso Digital /Por Federico Delgadillo) – En la división farmacéutica de la General Electric en Oslo, Noruega, sobresale un ejemplar ciudadano del mundo que cuando estaba terminando sus estudios de ingeniería química en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), en Tegucigalpa, un día se detuvo en uno de sus pasillos para leer un aviso que le llevaría lejos. Hasta Europa, para lograr su gran sueño de seguir estudiando en el viejo continente, porque el futuro, para él, es superarse, con «dedicación y perseverancia».
– Estudiar en Europa, un sueño que hizo realidad.
– Cuando en Honduras no se sabía de Astrazeneca, él ya trabajaba en sus laboratorios.
– De una maestría en Química Orgánica en Suecia, al Doctorado en Noruega.
– A falta de apoyo en Honduras, se costeó sus estudios en Europa.
Aquel aviso recogía información para universitarios hondureños que quisieran estudiar en Suecia, aunque no le ofrecía ninguna beca a nadie.
SIEMPRE TUVO INTERÉS DE ESTUDIAR EN EUROPA
Para Matías Funes Maldonado, hijo del reconocido docente universitario, escritor, analista y excandadidato presidencial hondureño Matías Funes, aquel aviso en uno de los pasillos de la UNAH fue suficiente para terminar de darle pensamiento a sus sueños de irse a Europa a estudiar al menos una maestría.
Se acercaba el viaje para irse a la otra orilla del Atlántico, donde la ciencia no tiene límites, aunque sobresalir en sus prestigiosas universidades no es fácil, peor si se trata de estudiantes que llegan de países en desarrollo como Honduras u otros de Latinoamérica, marcados por la pobreza, entre otros flagelos, y de donde no siempre se tienen las mejores referencias en materia de educación.
«Desde siempre tuve un gran interés de continuar mis estudios de maestría en Europa y estuve buscando mucha información para lograr mi objetivo», dijo Matías a Proceso Digital en una reciente entrevista en San Pedro Sula, adonde vino a visitar por poco tiempo a su familia.
Al recordar aquel pasillo de la UNAH en el que se detuvo para leer el aviso para hondureños que quisieran ir a estudiar al país europeo, Matías dijo que sintió «como una chispa en mi cabeza y desde entonces empecé a buscar mucha información sobre cómo lograr estudiar en Suecia».
«Así fui recopilando más información, de manera que logré mi objetivo cuando en la Universidad de Uppsala -una de las más antiguas de los países escandinavos- me aceptaron y fui a estudiar una maestría en química orgánica», subrayó.
Durante su aprendizaje en Suecia, de dos años, por la forma en que se realizan los estudios de maestría, se debe elegir una empresa, ya sea a través de la universidad o de una empresa privada para realizar una práctica profesional.
«Entonces, yo realicé mi investigación en la empresa privada que ahora está muy de moda, AstraZeneca. Es una farmacéutica y despertó mucho mi interés también por la industria farmacéutica, sobre todo porque la química orgánica está muy relacionada en la síntesis de diferentes productos, ya sea utilizados a nivel industrial o de la empresa farmacéutica», relató Matías, acompañado de su madre, Amanda Maldonado, hondureña y farmacéutica de profesión.
Aquella iniciativa de Matías hizo que su supervisor en Suecia lo recomendara para que pudiera continuar con sus estudios de doctorado en la Universidad de Oslo, en Noruega.
«Fue así como a través de AstraZeneca luego salté a la Universidad de Oslo para estudiar un doctorado, también en química orgánica», señaló el profesional hondureño, quien, en la UNAH, donde se graduó en 2005, pese a sus notas brillantes, no recibió una oferta para que se fuera al exterior a cursar estudios superiores mediante una beca.
Desde 2016 Matías trabaja para la división farmacéutica de la reconocida mundialmente compañía General Electric, de la que muchos de sus compatriotas quizá hasta ahora creían que solamente se dedicaba a fabricar aparatos electrodomésticos, muchos de ellos de venta en Honduras, desconociendo que también tiene divisiones en las industrias de la aviación y petrolera, entre otras.
En Oslo, la división farmacéutica de la compañía se dedica a producir medios de contraste que se utilizan para hacer tomografías, diferentes estudios de resonancia magnética y trabajos en la parte química.
«Es una combinación entre desarrollo de investigación y también análisis químicos», resumió Matías, natural de Tegucigalpa.
EXPERIENCIA LABORAL EN SAN PEDRO SULA
Cuando Matías soñaba con estudiar en Europa, en principio, por su profesión de ingeniería química, se veía en Alemania, pero uno de los requisitos era hablar alemán, a lo que su lengua no respondía.
Sin embargo, sus constantes búsquedas de información sobre lo que quería estudiar le terminaban relacionando con Suecia, lo que no solo le llamó la atención, sino que también le recordaba a su padre, quien era un gran admirador de la sociedad escandinava, y así terminó viajando a ese hermoso país a sacar su maestría en química orgánica.
Antes de irse a Suecia, Matías decidió trabajar un tiempo en Honduras para tener un poco de experiencia laboral, pensando a la vez que, si no podía obtener una beca, tampoco estaría atado a eso, sino que buscaría financiarse sus estudios.
De Tegucigalpa se trasladó a San Pedro Sula, donde trabajó entre dos y tres años.
En San Pedro Sula le abrió las puertas la empresa Finotex, donde Matías fue recibido con «muy buen trato y salario», y unos ejecutivos que lo motivaban a continuar en Europa con sus estudios superiores, aunque por su alta calidad profesional deseaban que se quedara un poco más de tiempo con ellos, al grado de ofrecerle una sustancial mejora salarial.
Tres años después llegó a un acuerdo muy favorable con los ejecutivos de Finotex y viajó a Suecia, donde entre 2009 y 2011 hizo su maestría en química orgánica, en la Universidad de Uppsala, en lo que fue su primer éxito en Europa, costeándose sus estudios.
Con su cartón de la maestría en química orgánica, en 2011 regresó a la empresa Finotex, pero solo por unos pocos meses, ya que la experiencia en Suecia fue tan enriquecedora, que Matías no dudó en apostar por el doctorado en la Universidad de Oslo, y ese mismo año viajó a Noruega. Su doctorado lo inició en 2012 y lo terminó en 2015, teniendo con anticipación, desde antes de defender su tesis, un empleo asegurado.
DEDICACIÓN Y PERSEVERANCIA
Matías es uno de los nuevos hondureños que le dan brillo al país en el exterior a través del estudio y la ciencia.
En un mensaje para los jóvenes de su país, dijo que «siempre hay que dar lo mejor de uno, con mucha dedicación y perseverancia, porque eso de alguna manera va abriendo puertas y surgen las oportunidades sin necesidad de hacer tanta búsqueda».
En Noruega, Matías, un cerebro que de alguna manera Honduras ha perdido, porque difícilmente regrese al país por razones de trabajo, además de coronar el éxito, se ha terminado adaptando a su duro ambiente frío.
En este país oscurece a las 2:00 de la tarde y amanece a las 10:00, pero tiene una sociedad que le da mucha importancia a los niños y hay muchos beneficios laborales, entre otras cosas positivas para vivir, que compensan cualquier inclemencia de la naturaleza.
En San Pedro Sula, Matías conoció a su esposa, Silvia Fajardo, una ingeniera industrial, con quien más tarde se casó y terminaron haciendo su vida en Noruega, país que también les ha dado dos hijos, Isabella y Emiliano.