Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – El gobierno de Nicaragua al frente de Daniel Ortega y Rosario Murillo, se ha convertido para los políticos hondureños en una especie de refugio dorado, unos para pasar el agua post golpe de Estado, y otros, como el sitio perfecto para evitar cualquier acción de extradición. Ortega, odiado y querido, se ha vuelto así en el amigo de las ideologías extremas de Honduras: la izquierda y la derecha.
El anuncio que el régimen de Daniel Ortega había otorgado la nacionalidad nicaragüense al ex ministro de la presidencia, Ebal Diaz, hombre cercano y de confianza del círculo del ex mandatario, Juan Orlando Hernández, sacudió la opinión pública hondureña, que seguía las andanzas de Díaz, implicado en denuncias de presunta corrupción, entre ellas la adquisición de las llamadas casas-contenedores, un proyecto habitacional con más sombras que luces.
Ebal Díaz también ha sido mencionado en irregularidades por tráfico de influencias, el caso de las placas, y el presunto desvío de fondos a otras dependencias, cuando estuvo en el gobierno del expresidente Hernández, último que guarda prisión en una cárcel de Nueva York, Estados Unidos, donde fue extraditado por delitos de narcotráfico y enfrentará un juicio en enero de 2023.
Díaz, en el pasado proceso electoral se postuló por una diputación que perdió, tras una reñida disputa con una de sus contendientes. En ese momento, fue acusado de haber regado dinero para que le favorecieran con el inflado de marcas, obligando a las autoridades del Consejo Nacional Electoral a vigilar de cerca los resultados del conteo, quedando al final fuera del mismo.
Antes de la derrota electoral del Partido Nacional, y de Ebal Díaz como diputado, este exfuncionario había protagonizado una serie de viajes al extranjero, principalmente a países como México y Nicaragua, a los cuales solía decir que iba por motivos personales, y siempre decía que regresaría a Honduras porque no era delincuente, que iba a dar la cara en el país y que no tenía cuentas pendientes con nadie. Díaz siempre se mofaba de sus adversarios, de las críticas y de la prensa.
La última vez que fue visto en el país, fue desde una terminal aérea, cuando había sido extraditado el ex presidente Hernández, luego, con el tiempo, surgieron fotografías y cortos videos de su estadía en Nicaragua. Haca ahí, le acompañó también otro ex hombre cercano al ex gobernante Hernández, su secretario privado y ministro de la que fuera la Sedis, Ricardo Cardona.
Dos “nicas” no extraditables
Cardona, también se fue a Nicaragua y estaba en la mira de los operadores de justicia por hallazgos ligados a presuntas irregularidades en la administración pública. Tanto Ebal Díaz como Ricardo “Tito” Cardona, huyeron con sus familias hacia la tierra del poeta Rubén Darío, donde el régimen de Daniel Ortega les otorgó la nacionalidad.
Una nacionalidad que tiene como principal ventaja para los ahora “nuevos nicaragüenses”, evitar cualquier petición de extradición que haga cualquier estado, incluido Honduras. Nicaragua se ha vuelto así para estos dos ex funcionarios, un asilo dorado en donde no cabe la figura de la extradición. A Ebal Díaz ahora se le ve haciendo bicicleta de montaña en los senderos nicaragüenses.
En su momento, Ebal Díaz fue señalado como parte de los “5 jinetes del apocalipsis” que tomaba las decisiones con Juan Orlando Hernández (JOH), así lo expresó el ex presidente, Porfirio Lobo, cuando denunció que esos jinetes “canjearon” a su esposa, la ex primera dama, Rosa Elena Bonilla, con la MACCIH, previo a que ésta fuera sacada por la clase política cuando sus investigaciones empezaron a incomodarlos. La MACCIH junto a la Fiscalía llevaron a juicio a la ex primera dama, donde fue condenada por corrupción, pero al irse la Misión del país, el juicio le fue anulado por errores detectados.
Se ordenó repetir el juicio y en marzo de 2022, la exprimera dama volvió a ser condenada por los delitos de corrupción, pero con penas más bajas que las impuestas en el primer juicio y sentencia.
El otorgamiento de la nacionalidad nicaragüense a Ebal Díaz y Ricardo Cardona, cayó como un balde de agua fría a las autoridades hondureñas simpatizantes y defensoras del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La presidenta Castro, se abstuvo de participar en la cumbre de las Américas, porque Estados Unidos había excluido de la misma a regímenes autoritarios como Nicaragua, Cuba y Venezuela. Castro por motivos políticos e ideológicos se ha decantado por estos gobiernos, al margen de los abusos de derechos humanos y de represión que hacen a sus opositores.
Hoy Daniel Ortega, decide dar la nacionalidad a dos rostros visibles del gobierno de JOH, que tanto ha cuestionado Castro y el actual partido en el poder, el izquierdista Libertad y Refundación (Libre). Dos exfuncionarios que representan, a su vez, el ala más conservadora de la derecha hondureña. Se asegura que más de cuarenta ex funcionarios de JOH estarían solicitando la nacionalidad en Nicaragua.
Los favores a la izquierda
Esos favores de Daniel Ortega a la derecha hondureña, cobijada en la figura de JOH, de quien se dice, tiene también ligues en Nicaragua y planeaba irse a ese país, antes de ser extraditado, también han sido otorgados a líderes allegados al ex presidente Manuel Zelaya, de izquierda, cuando se produjo el golpe de estado en junio de 2009.
Muchos exfuncionarios de Zelaya, incluido él mismo, encontraron refugio en Nicaragua, siendo el más visible de todos ellos, el ex ministro de la presidencia, Enrique Flores Lanza, quien permaneció por casi una década en ese país, a donde se refugió, tras montársele en el país una serie de casos de presunta corrupción que atribuyeron a persecución política post golpe de Estado. Flores Lanza retornó este año al país, al aplicársele una amnistía política amplia e incondicional aprobada por el parlamento hondureño en el gobierno de Xiomara Castro.
Otra familia ligada a Libre y a los Zelaya Castro, es la familia Sarmiento, oriunda de Olancho, quien se refugió en Nicaragua y solicitó asilo político, tras sentirse perseguida después de los acontecimientos del golpe de Estado. Otros personajes políticos vinculados a Libertad y Refundación se acogieron a las bondades que les ofrecía el régimen orteguista.
De ahí que tanto los gobiernos de derecha como el de izquierda que ha tenido y tiene Honduras, nunca hayan tomado posiciones de condena abierta en el concierto de naciones a los abusos de Daniel Ortega contra su pueblo, la oposición y la libertad de expresión, incluyendo a los ex comandantes que le acompañaron en la gesta histórica de la revolución nicaragüense de 1979.
El discurso político de los gobiernos de Hernández y ahora de Xiomara Castro frente a los desmanes en Nicaragua, tiene como trasfondo, ese refugio dorado que la administración Ortega-Murillo ofrece a “sus hermanos” de izquierda o de derecha, con réditos públicos que se conocen en el concierto de naciones del mundo, pero los réditos privados, esos están por descubrirse en el transcurrir del tiempo, dicen los analistas.
En tanto, la salida de Ebal Díaz y Ricardo Cardona, pone presión a los operadores de justicia para evitar que se vaya el resto que se presume está en lista, y de acuerdo a analistas, como el sacerdote jesuita, Ismael Moreno, el “gobierno hondureño debe expresar oficialmente su posición pública en relación con los exfuncionarios que se han acogido a nacionalidad nicaragüense, y el proceso para lograr que (el) gobierno nica contribuya a la entrega a Honduras de esta gente acusada de corrupción”. Así lo posteó en su cuenta de Twitter.
Por ahora, Nicaragua se ha convertido en una especie de refugio dorado para quienes buscan evitar en Honduras convertirse en extraditables. El régimen de Daniel Ortega es el “amigo deseado” no solo de personajes hondureños, también de salvadoreños y de otras nacionalidades buscadas en el mundo por ligues de corrupción y criminalidad organizada.