San Diego (EE.UU.) – Decenas de personas tomaron hoy las calles de San Diego, California, para ejercer «presión» en solidaridad con inmigrantes de la caravana centroamericana que aún esperan en la frontera a que autoridades estadounidenses reciban sus solicitudes de asilo político.
En el primero de dos días de movilizaciones anunciadas, activistas y miembros de la comunidad iniciaron su marcha en las afueras del consulado mexicano para luego partir hacia las oficinas de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) y finalmente llegar a la sede local de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE).
El objetivo es presionar a autoridades, tanto mexicanas como estadounidenses, para que respeten los derechos de quienes huyeron de su país por violencia y pobreza extrema, de acuerdo con los activistas.
«Es quizá esta la nueva forma de migrar de las personas, una nueva era, una situación donde inmigrantes en conjunto van encontrando seguridad y respaldo para este cruel camino de migración», comentó a Efe Adriana Jasso, activista del Comité de Amigos Americanos en San Diego.
Por ello, los activistas consideraron que de confirmarse la movilización de una nueva caravana, se deben tomar medidas en ciudades como Tijuana (México), donde los albergues y otros espacios se vieron rebasados por la alta afluencia de solicitantes de asilo.
Esta situación derivó en que esta semana autoridades en el condado de San Diego aprobaran un plan para buscar un sitio donde instalar un albergue para inmigrantes liberados de custodia federal, que requieren un techo temporal antes de partir a su destino.
A su vez, el gobernador de California, Gavin Newsom, aprobó ayer un fondo para un programa de respuesta comunitaria que apoye a organizaciones no lucrativas en sus servicios a estos grupos de migrantes.
Los activistas se mostraron inconformes, tanto con la retórica de la Casa Blanca de que existe una «crisis de seguridad en la frontera» como con la respuesta de agentes federales que en dos ocasiones han utilizado gases lacrimógenos en su intento por dispersar a inmigrantes que se aproximan al muro fronterizo.
«Mientras (el presidente) Donald Trump lanza gases lacrimógenos en contra de inmigrantes, tenemos la solidaridad de muchos médicos y abogados que están apoyando en Tijuana», dijo Antonio Arizaga, vicepresidente de la Alianza Internacional de Migrantes, quien recientemente viajó a dicha ciudad mexicana.
En noviembre del año pasado, una parte de los migrantes aceptaron ser llevados a un albergue temporal instalado en un deportivo Benito Juárez, en tanto que el alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), rechazó su presencia y dejó firme su intención de que sean deportados.
La primera caravana de miles de migrantes centroamericanos partió en octubre pasado desde la ciudad hondureña de San Pedro Sula y llegó hasta Tijuana, el límite fronterizo mexicano con California, Estados Unidos.