San Juan – La banda puertorriqueña de reggae Cultura Profética celebra este mes sus 25 años de carrera, tiempo en el que, según afirman a Efe sus integrantes, ha «desnudado» su propuesta musical social guiada por «un hambre de cambiar el mundo».
«La música se trata de desnudarse. Es incómodo, pero la gente necesita a alguien con quien identificarse en los momentos de dolor y de introspección», aseguró Willy Rodríguez, uno de los miembros originales, principal cantante y bajista de la banda.
Fue el 16 de mayo de 1996 cuando cuatro jóvenes se unieron para crear Cultura Profética, que el 13 de agosto festejará finalmente sus cinco lustros con un concierto en el estadio Hiram Bithorn en San Juan, tras tener que posponer esta cita por la pandemia.
Sus inicios en la música coincidieron con una época convulsa en la isla. El arresto de funcionarios del Gobierno de Pedro Rosselló por corrupción y la privatización de la Puerto Rico Telephone Company, también conocida como «Telefónica», desataron protestas populares.
Estos sucesos impulsaron a Cultura Profética, que ha actuado recientemente en Costa Rica, Chile y Colombia y en otoño se presenta en Europa, a componer canciones que hicieran reflexionar a la juventud sobre sus perspectivas políticas y sociales.
El Reggae, música de conciencia
«Si vamos a hacer reggae, vamos a hacer música de conciencia», fue el mensaje que propuso Rodríguez al resto de la banda, entre ellos los guitarristas Omar Silva y Eliut González, al momento de organizarse y comenzar a grabar sus primeros temas.
Para Silva, quien entró a Cultura Profética dos años después de su fundación, uno de los objetivos del grupo fue mantener vigente la temática del género musical del reggae de defender la naturaleza y el movimiento «one love» (un amor).
«El plan fue: vamos a cambiar la historia y eso fue lo que planteó el proyecto», aseguró a Efe Silva durante la entrevista en una cafetería del distrito sanjuanero de Hato Rey.
«El proyecto en el que quería estar era uno con un camino a hacer música buena y que durase, pero a la misma vez referente, como Silvio (Rodríguez), Led Zeppelin, que tuviera una vigencia nítida. Ese era el sueño», rememoró Silva.
Tras completar el proceso de composición de su primer disco, «Canción de Alerta», el grupo se marchó a Jamaica a grabarlo en el estudio de Bob Marley, Toff Gung, cuya oportunidad Silva dijo que le brindó una «mayor credibilidad» a la banda.
Una canción que se incluyó en ese álbum y marcó la carrera del grupo, ya que adquirió mayor trascendencia y hasta se tocó en la radio pese a que defiende el uso de la marihuana, es «Fruto de la tierra».
Uno de los objetivos del grupo, según recordó Rodríguez, fue apostar a la música «como instrumento» para «cambiar el mundo», inspirados en las canciones de Bob Marley y Silvio Rodríguez.
De la denuncia social al amor y al Grammy latino
Luego de «Canción de Alerta», la banda lanzó los discos «Ideas Nuevas», «Diario» y «M.O.T.A.», que continuaron la línea de denuncia social y política, hasta que apareció el álbum «La Dulzura», con un contenido más romántico.
Para Rodríguez, el escribir temas románticos es «totalmente más difícil» que componer canciones sobre asuntos sociales «porque lo social es un desahogo».
«Cuando tú de verdad quieres decir algo lindo, toma trabajo ser original. Cuando grabamos ‘La Dulzura’, sabiendo que nuestro público ya esperaba algo específico de nosotros, pensábamos que iba a ser un ‘bluff’ (engaño). Pero lo quería hacer, porque era una necesidad y para que hubiera un balance en nuestra discografía», explicó.
En su opinión, el disco «M.O.T.A.» «hizo mucho y nos llevó a muchos lugares», pero «La Dulzura» «fue el que terminó de matar la cuestión» y «consolidó la seriedad del proyecto internacionalmente».
Después de más de dos décadas de carrera, conciertos multitudinarios y varios discos sobre sus hombros, finalmente el grupo obtuvo su mayor logro musical: ganar su primer Grammy Latino por su último disco, «Sobrevolando», lanzado a finales de 2019.
«Hay demasiada conexión en ese disco. Es una conexión energética y ancestral. No es pensado estratégicamente, (aunque) sí siento que hay una conexión espiritual en la música que hacemos», reflexionó Rodríguez.
«Ya es demasiado claro que somos buenos músicos, que tenemos la idea de cómo hacer las cosas bien, pero algo adicional pasa cuando hacemos música. Es como si viniera de otras vidas. Hay otra fuerza que no nos pertenece. Lo veo claramente y me dejo llevar por eso», puntualizó.