San Salvador/Tegucigalpa– Expertos piden a España y otros países de Europa solidaridad con las víctimas de la violencia y el accionar de las pandillas en El Salvador y Honduras, y llaman a comprender la complejidad del fenómeno «maras», que ha evolucionado con el pasar de los años.
El sociólogo hondureño Pablo Carías y el vicerrector académico de Proyección Social de la Universidad Centroamericana (UCA, El Salvador), Omar Serrano, reaccionaron ante una serie de fallos de la Audiencia Nacional de España en las que se considera que el temor a las amenazas de las «maras» no es razón suficiente para lograr protección internacional.
Los expertos rechazaron los fallos de la Audiencia Nacional y expusieron en conversaciones con Efe que «solo el que no conoce el fenómeno de las pandillas no comprende sus consecuencias», como que las personas huyan de sus comunidades y barrios acechados por dichas bandas.
En El Salvador y Honduras predominan las pandillas Mara Salvatrucha (MS13) y el Barrio 18. Existen otras minoritarias que inciden con menos fuerza en las comunidades.
SOLIDARIDAD Y COMPRENSIÓN
Serrano dijo a Efe que «quien piense que ser víctima de las ‘maras’ y pandillas no es motivo para recibir algún tipo de ayuda humanitaria, no ha entendido nada de cómo es el actuar de las pandillas».
«La vida de la gente en las comunidades donde han dominado las pandillas ha sido un infierno, por eso la gente huye. El que no conoce el accionar de las pandillas y el flagelo que ha significado para las familias de las comunidades y barrios sometidos no ha entendido nada, no tiene idea», manifestó el experto en política y ciudadanía.
Añadió que «si una pandilla en El Salvador amenaza a alguien no está jugando» y que «solo el que no ha vivido esto y no lo ha visto de cerca puede pensar que no es motivo para conceder una solicitud de refugio, de asilo».
El sociólogo Pablo Carías dijo a Efe que «España no debería mostrar mayores preocupaciones, porque los que están metidos en las pandillas ya hicieron de su actividad delictiva su manera de vivir».
«Los hondureños que están saliendo son las víctimas de las ‘maras’ que controlan territorios; es decir, que están pagando justos por pecadores al negarles un asilo», subrayó.
Carías cree que quizá España lo que podría estar buscando al negarle asilo a inmigrantes hondureños y salvadoreños, es evitar que de vez en cuando algún pandillero pueda ingresar a ese país.
El profesional hondureño apuntó que no solo España, sino también otros países de Europa deberían de ser más solidarios con los latinoamericanos, especialmente con los de Centroamérica.
Añadió que esa solidaridad debería ser mayor por parte de España, porque es la puerta de Europa para los centroamericanos.
Carías abogó por una rectificación de España a favor de los inmigrantes hondureños y salvadoreños que buscan asilo en ese país, al que viajan «para trabajar en actividades que los españoles no quieren hacer, como en la construcción, la agricultura y cuidar ancianos, entre otras, con mano de obra barata».
Además, en su opinión, el tema de las pandillas y su actividad delictiva, que incluye la trata de personas y violaciones, debería ser abordado en las Naciones Unidas.
PANDILLAS, UN FENÓMENO COMPLEJO
Serrano explicó que el fenómeno de «maras» y pandillas es «muy complejo» que ha tenido una evolución a lo largo de los años, de pasar a ser grupos de organizaciones juveniles con casi ningún tinte criminal, a convertirse en crimen organizado de «altos quilates».
«Las pandillas tuvieron su origen en las deportaciones (desde EE.UU.) de salvadoreños. El país se volvió tierra fértil para la multiplicación y proliferación de las pandillas», zanjó.
Expuso que «la exclusión económica-social» es la base de la organización de las pandillas, la cual «se fundamenta en el control del territorio».
Añadió que diversos estudios revelan que «la organización interna de las pandillas, la organización a nivel nacional, la estructura de liderazgo a nivel nacional se creó por haberlos encerrado en centros penales», y que «el encierro propició una organización territorial».
Las pandillas, que son consideradas en El Salvador como una herencia de la guerra civil (1980-1992) y que se fortaleció con la deportación de pandilleros de Estados Unidos, han resistido a los planes de seguridad implementados en las últimas cuatro Administraciones.
De acuerdo con Carías, las «maras» -que en Honduras surgieron en el decenio de los 90 del siglo pasado- son grupos de jóvenes que se constituyen para delinquir, con características simbólicas, aunque no todas tengan eso, pero con «expresiones violentas».
Entre las características simbólicas figuran los tatuajes en su cuerpo, algunos ritos, el lenguaje de señas para comunicarse entre ellos, y el uso del grafiti en muros y paredes.
Según Carías, no todos los pandilleros son tatuados con las mismas características, porque eso les expone al peligro.
Otras características tienen que ver con la forma de reclutamiento de sus integrantes, que en muchos casos es forzado para incorporarse a la actividad propiamente delictiva.
Incluso reclutan mujeres jóvenes que son obligadas a sumarse para relaciones sexuales, añadió el sociólogo y ex docente universitario.
La MS13 se caracteriza por dedicarse preferentemente a la venta de drogas y «proteger» a los habitantes de los barrios que controlan de otros grupos que se dedican a la extorsión y el sicariato.
Además, recordó que la presencia de las pandillas en Honduras contribuye al empobrecimiento de la población, lo que se ve reflejado en la disminución de la inversión, principalmente en los barrios que controlan.
En esos barrios calientes por el accionar de las «maras» han desaparecido centenares de pulperías, talleres de zapatería, panaderías y otros pequeños negocios, cuyos dueños se han visto obligados a cerrarlos.
Los pandilleros también atentan contra el transporte colectivo y algunos hasta son propietarios de autobuses y taxis.