Nueva York/Roma – El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés) acoge con satisfacción la suma de $10.7 millones de la Fundación Rockefeller para ayudar a los niños vulnerables a tener un mejor acceso a alimentos nutritivos a través de programas de alimentación escolar en Benín, Ghana, Honduras y la India.
La iniciativa, de dos años y medio de duración, se centra en la inclusión de alimentos enriquecidos en las comidas escolares, así como en la defensa de una alimentación más nutritiva en todos los programas.
En Benín, Ghana y Honduras, se espera que el proyecto repercuta directamente en la vida de más de un millón de estudiantes.
El proyecto también promoverá la producción local de alimentos, beneficiando a los pequeños agricultores, y proporcionará a los cocineros escolares información sobre nutrición óptima para los niños.
En la India, el proyecto apoyará la asistencia técnica prestada por el WFP al programa gubernamental de alimentación escolar, beneficiando directamente a 325,000 niños, y pretende llegar a más de 110 millones de estudiantes mediante la fortificación de alimentos y campañas de comunicación que fomenten una alimentación más sana.
«Las comidas escolares proporcionan a decenas de millones de niños de estos países su única comida fiable del día. Ampliar los programas de alimentación escolar de forma que promuevan la adquisición de alimentos altamente nutritivos hará que esos niños estén más sanos, al tiempo que cataliza cambios más amplios en el sistema alimentario», afirmó Roy Steiner, Vicepresidente Senior de la Iniciativa Alimentaria de la Fundación Rockefeller.
Agregó que «en última instancia, los sistemas alimentarios que son nutritivos, regenerativos y equitativos tendrán el mayor impacto para acabar con el hambre y la malnutrición en el mundo».
Los programas de alimentación escolar son la red de seguridad social más extensa del mundo, ya que benefician directamente a 388 millones de niños en todo el mundo. Los estudios han demostrado sistemáticamente que estos programas también pueden apoyar la agricultura local, los mercados y dietas más sanas, al tiempo que mejoran la salud, la nutrición y la educación en las comunidades vulnerables.
Sin embargo, los países a menudo tienen dificultades para proporcionar alimentos sanos adecuados para prevenir la desnutrición en los niños en edad escolar. Más recientemente, los programas de alimentación escolar también han tenido que hacer frente al aumento de los costos del trigo y el maíz debido a los efectos combinados de la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania.
«El WFP y la Fundación Rockefeller comparten el compromiso de acabar con el hambre, fortalecer los sistemas alimentarios y garantizar la prosperidad de por vida para todos», afirmó Carmen Burbano, Directora de la División de Alimentación Escolar del Programa Mundial de Alimentos.
Sostuvo que «este proyecto avanza el apoyo que el Programa Mundial de Alimentos presta desde hace 60 años a los programas nacionales de alimentación escolar, pero llega aún más lejos, con el objetivo de transformar los sistemas que llevan alimentos a los escolares y sus familias.»
El proyecto recién anunciado se basa en una suma anterior concedida al WFP por la Fundación Rockefeller para hacer frente a la malnutrición infantil en Burundi, Kenia y Ruanda mediante la introducción de frijoles fortificados y harina de maíz integral fortificada en las comidas escolares. Para apoyar esta transición en esos países, el WFP está trabajando con agentes de la cadena de valor y molineros de mediana escala para el cambio hacia cereales integrales, que contienen cinco veces más nutrientes que los cereales refinados.
Estos aportes forman parte de la estrategia Good Food de la Fundación Rockefeller, que se centra en aumentar el acceso a alimentos asequibles y saludables, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sistema alimentario y ampliar las oportunidades económicas de los pequeños y medianos productores de alimentos.
Esta nueva iniciativa de $10.7 millones también contribuirá a la Coalición de Comidas Escolares, que reúne a 73 países comprometidos a garantizar que para 2030 todos los niños del mundo reciban una comida diaria sana y nutritiva en la escuela.