Guadalajara (México).– Las notas de la tradicional música de mariachi son heredadas a las manos y las voces de decenas de niñas y niños que acuden a la Escuela Regional de Mariachi, en el oeste de México, y que ven en este género una manera de forjar su talento y preservar su identidad.
Cruzar el umbral de esta academia en el municipio de Cocula, al sur de Jalisco, es sumergirse a un espacio en el que conviven en caos los chillidos de las trompetas, las notas graves del guitarrón y donde tiernas voces repiten una y otra vez una frase hasta encontrar la cuadratura.
El charro y cantautor Jorge Negrete entonaba la melodía que sentenciaba que “de Cocula es el mariachi, de Tecalitlán los sones”, una frase que se quedó en la memoria de quienes habitan este poblado de unos 29.000 habitantes, uno de los semilleros de talentos de la música de mariachi.
Previo a la celebración del Día Internacional del Mariachi, Iván López contó a EFE que estudió ahí a mediados de la década de 1990, cuando la escuela recién había sido fundada para renovar una tradición que en aquel momento se estaba perdiendo y que quedaba en manos de un puñado de músicos de la tercera edad.
Al egresar, López se integró a un grupo de mariachi y ha llevado esta música por lugares tan lejanos como el norte de África sin descuidar su amor por enseñar a los más pequeños los sones, la alegría y el sentimiento que caracteriza a este género.
Con 12 profesores, uno por instrumento, la escuela acepta a niños y niñas desde los 6 o 7 años para moldear su talento sin importar su procedencia familiar o el conocimiento musical que tengan.
“Mientras no dejemos de sembrar esa semilla en los pequeñitos ellos van a seguir, hay mariachis como el Vargas de Tecalitlán que son (formados) generación tras generación y que por eso son lo que son, aquí se rompió eso y vamos empezando de cero, pero vamos a llegar a ese talento porque los niños vienen con todo”, dijo.
PULIR EL TALENTO
Los miércoles y domingos, la antigua escuela, cercana a la plaza principal, hierve de niñas, niños y adolescentes que llegan con su instrumento en mano a perfeccionar su talento. Lo primero es estudiar y dominar las notas y luego, si tienen perseverancia y disciplina, son seleccionados para integrarse a uno de los tres mariachis infantiles.
Melissa Bustos, tiene 11 años y es una de las voces del mariachi Tierra de Cocula. Narró a EFE que toca el violín desde los 7 años pero comenzó a cantar esta música desde los 4 años, animada por su madrina, integrante de un mariachi a quien solía acompañar a sus presentaciones.
La chica se siente lejana al beat de géneros como el reguetón o los corridos. Afirma que las melodías que generan los músicos de mariachi transmiten emociones que ningún otro tipo de música puede generar.
“Prefiero la del mariachi, para mi es muy importante, no la dejaría, no hay edades para el mariachi, es una música muy bonita. Me gustaría que todos escucharan las canciones”, asegura con la timidez que se borra cuando toma el micrófono.
Iván Eduardo López, siguió la tradición de su papá, el profesor Iván, a quien acompañaba a dar clases cuando era más pequeño, relató a EFE. Tocar el violín resultó una tarea complicada para sus pequeñas manos de seis años y eligió tocar la vihuela, un instrumento cuya rapidez ayuda a amainar su hiperactividad.
“Siento alegría (tocar) porque desde que estaba chiquito quería entrar a este mariachi. Es un sueño, es importante porque mi papá me lo transmitió a mi. He subido muchas veces al escenario y se siente adrenalina, empiezo a tocar y me siento relajado”, afirmó.
Con su oído musical apenas en formación, el chico de 10 años aseguró que la música de mariachi se “oye mejor” que otros géneros que son populares entre sus amigos.
“Yo les digo que prefiero el mariachi es el tradicional el que tiene más tiempo que el reguetón y es más bonito, ese sí transmite alegría”, señaló.
FORJAR UNA CARRERA MUSICAL
Con casi tres décadas de actividades y mucha dificultad para conseguir recursos económicos, la escuela ha formado a cientos de músicos de mariachi que empiezan desde cero y a quienes no solo les prestan instrumentos, sino que también impulsan para seguir su formación musical.
El profesor Iván López contó cómo quienes muestran interés por perfeccionar sus conocimientos reciben apoyo para migrar a Guadalajara, ciudad capital de Jalisco, para estudiar en la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara o en la Escuela Superior de Música Sagrada.
“Infundirles y enseñarles estos valores a los niños es muy grato, te llena plenamente, sin importar dinero sin importar aplausos, te llena que un niño sin saber tocar nada se esté desarrollando en un escenario”, concluyó. EFE