Río de Janeiro – El Carnaval de Río de Janeiro, la mayor fiesta a cielo abierto del mundo, calienta motores y aunque oficialmente comienza en marzo los grandes «blocos» (comparsas) de calle se dan cita este fin de semana, en una celebración que contará con más seguridad y menos desfiles en las calles.
El alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, y el presidente de la empresa pública de promoción turística Riotur, Marcelo Alves, presentaron este viernes en la capital fluminense las novedades y la logística del carnaval de Río, «el mayor evento del mundo», que reunirá a cerca de siete millones de personas.
La fiesta más emblemática de Brasil contará con una inversión de 72,4 millones de reales en la capital fluminense (cerca de 20 millones de dólares).
Del monto total, la inversión pública es de 31,4 millones de reales (8,45 millones de dólares), frente a los 38,5 millones del año pasado, mientras que 41 millones de reales (unos 11 millones de dólares) proviene de la inversión privada, a través de patrocinios.
Asimismo, se reforzará la seguridad a través de cámaras con reconocimiento facial y controles policiales y se desplegará un total de 3.480 guardias de seguridad por día en el sambódromo, 5.493 en los blocos de calle y 430 vehículos se destinarán exclusivamente a las operaciones en las comparsas en la vía pública.
Sin embargo, este año habrá menos desfiles callejeros que en 2018, 498 han sido aprobados frente a los 608 del año pasado, lo que supone una reducción del 15 %.
«Se han limitado los blocos y desfiles porque la ciudad necesita seguir respirando y viviendo», apuntó Alves.
La división de los desfiles se reparte en diferentes puntos de la ciudad, 114 en el centro, 52 en la Tijuca, 109 en la zona norte, 50 en la zona oeste, 46 en Barra da Tijuca y 127 en la zona sur, donde se encuentran los emblemáticos barrios de Ipanema y Copacabana.
Según la plataforma de reservas Booking, Río de Janeiro es el destino «más deseado» en carnaval para los turistas y la ocupación hotelera en la ciudad alcanza ya el 83 % para las fechas del carnaval, que oficialmente comienza el 1 de marzo.
En el sambódromo se facilitarán ayudas en la accesibilidad y disfrute de las escuelas de samba, con audio descripciones y mejoras en el transporte.
Además, tanto Alves como Crivella han insistido en las precauciones que se han de tomar para evitar accidentes, por lo que han prohibido a los vendedores ambulantes ofrecer botellas de vidrio y han pedido especial atención a los padres para que vigilen a los niños en las aglomeraciones.
Otra de las preocupaciones de la ciudad es la limpieza, por lo que se han vallado numerosas plazas y zonas de vegetación y se van a instalar 32.536 baños para evitar malos olores, mientras que las multas por orinar en la calle alcanzarán los 500 reales (135 dólares).
Crivella apuntó que la organización de la fiesta fue «muy difícil» por la compleja situación económica que todavía atraviesa el estado de Río de Janeiro.
Con respecto a las críticas recibidas por «desprestigiar» el carnaval o disminuir la inversión pública, el alcalde de Río, un pastor evangélico, explicó el hecho de «retirar los recursos públicos para aumentar las inversiones privadas» no significa «no valorar el espectacular carnaval de Río de Janeiro».
El carnaval moverá en Brasil 6.780 millones de reales (unos 1.786,6 millones de dólares) gracias al impulso de los ingresos de las actividades turísticas, primer crecimiento financiero del sector para este período después de tres años de caídas consecutivas, según un informe divulgado este viernes.
El estado de Río de Janeiro será el responsable por el 62 % del movimiento financiero durante la fiesta.