Tegucigalpa (Especial Proceso Digital/Por Jorge Sierra) – “Debemos comenzar el 2025 con dos grandes demandas: la CICIH y el tratado de extradición para que podamos avanzar hacia elecciones que tengan un mínimo de confianza”, expresó el padre jesuita, Ismael Moreno Coto.

– Recordó que en junio de 2025 se cumplen 50 años de la masacre de Los Horcones, un trágico acontecimiento que tiene que ver con la lucha por la tierra.

– No conozco otro camino que mi compromiso social a través del evangelio con el mundo de los pobres.

– La organización social no debe ser un partido político porque no busca el poder.

– Ojalá que en 2025 vayamos a elecciones y que sea sin violencia.

“Confiaría que el 2025 sea un año en el que se respeten básicamente los derechos humanos y la libertad de expresión”, señaló el Padre Melo en una plática amena con Proceso Digital.

Se definió como “un sacerdote en la marginalidad”, pero un ferviente defensor de los pobres en Honduras. Su voz es de las más respetadas y sus demandas sociales calan en las élites gobernantes, políticas y dominantes del país, aunque no siempre gustan, generan resquemores, pero también son aliento para los líderes sociales en diferentes regiones de Honduras.

Nacido un 1 de enero de 1958 en la aldea La Sarrosa, a 12 kilómetros al sur de El Progreso, Yoro, recuerda que cuando era pequeño su padre pertenecía a una cooperativa campesina, y fue ahí donde conoció al primer sacerdote, el emblemático, –Guadalupe Carney– un hombre alto, delgado, vestimenta blanca y lentes redondos, un defensor de los derechos humanos y trabajó junto a los pobres y los grupos campesinos hasta ofrendar su vida en su misión.

“Bendito sea Dios, vengo de una familia trabajadora, humilde, luchadora. Mi madre, de origen salvadoreño, y mi padre de Pespire, del sur, ellos se encontraron y aquí se conocieron mientras él era trabajador de las bananeras y ella vendía comida ayudándole a mi abuela”, rememoró.

Gracias a una beca logró ingresar a uno de los dos colegios que existían en aquella época, el San José, que pertenece a la orden de Los Jesuitas. Agregó que ha permanecido la mayor parte de su vida en El Progreso, a excepción de algunas etapas de estudio o de misiones apostólicas.

No conozco otro camino que mi compromiso social a través del evangelio con el mundo de los pobres.

En su etapa de adolescente se hizo muy cercano a un grupo de jóvenes españoles que organizaban excursiones y campamentos a los cerros. En ese momento, allá por 1973, se le despertó la vocación religiosa. “Yo quería ser como esos muchachos, entusiastas, comprometidos… ellos venían con disciplina de la Teología de la Liberación, me hice muy amigo de ellos y en 1977 cuando asesinaron al padre Rutilio Grande en El Salvador, había comenzado mis estudios de derecho en la Universidad Nacional, entonces busqué a uno de mis amigos jesuitas -el padre José María Tojeira– y le confesé que quería ser jesuita porque había que sustituir al padre que asesinaron”, describió.

Desde febrero de 1978 -está por cumplir 47 años, se convirtió en un miembro de la Compañía de Jesús, una de las órdenes más influyentes de la Iglesia Católica. La orden fue fundada por San Ignacio de Loyola y está en Honduras desde 1946, siendo el epicentro de la misión el departamento de Yoro y luego Colón, mientras en Tegucigalpa tienen el Centro Loyola.

El Padre Melo, como con cariño lo llaman los fieles, está por cumplir 47 años como miembro jesuita, él recuerda que, por aquella época, era difícil en el país ya que era gobernado por los militares. Para el caso en 1972 hubo golpe de Estado, en 1975 otro, en 1977 otro, en tanto en 1979 cerraron Radio Progreso, una radioemisora dirigida por los jesuitas y con una programación comprometida con la educación y la justicia social.

“En ese ambiente de efervescencia política y la búsqueda de transformaciones sociales fue que se me despertó la vocación para ser jesuita. Fue así que me ordené en 1989 (hace 36 años)”, dijo el líder religioso que sin ambages respondió a nuestras consultas.

La plática con el Padre Melo fue en los estertores del 2024. Hizo un repaso de sus luchas, los desafíos del país y rememoró momentos importantes de su vida.

Proceso Digital (PD): ¿Usted ha luchado por los pobres desde siempre, cuéntenos esos inicios en la búsqueda de la justicia social?

Se definió como “un sacerdote en la marginalidad”, pero un ferviente defensor de los pobres en Honduras.

Padre Melo (PM): Mi relación con la Iglesia a través de la Compañía de Jesús siempre fue desde la dimensión social y mis grandes amigos jesuitas siempre me inspiraron por el compromiso que ellos tenían. Yo recuerdo una anécdota cuando estaba para el noviciado en Panamá que el padre Fernando Cardenal tuvo que exiliarse en 1978 por la dictadura de Anastasio Somoza y platicando conmigo me dijo lo siguiente: ‘Mira Melo, un verdadero jesuita tiene que preocuparse siempre y buscar siempre estar viviendo con los pobres y defenderlos, pero siempre debe preferir vivir cerca de ellos, estar junto con ellos y esa debe ser la aspiración de todo jesuita, sin embargo tiene que prepararse para que si hay necesidad de ir a defender la causa de los pobres al Congreso de los Estados Unidos pues hay que hacerlo’. Esa dimensión social y esa cercanía con los pobres es lo que me ha motivado siempre a mí.

Recuerdo también que Monseñor Arnulfo Romero decía‘No se trata solamente de ayudar a los pobres, si hay que ayudarlos está bien, pero si solo ayudas a los pobres te van a premiar siempre y te van a dar reconocimientos públicos, por lo tanto, no basta solo ayudarlos, sino defender sus derechos’. Entonces claro, cuando se defienden los derechos de los pobres va a ser muy frecuente que tengas problemas con la gente del poder, pero es inevitable si en realidad quieres vivir y comprometerte con el evangelio, por eso han asesinado a decenas y decenas de sacerdotes. Yo no he conocido ningún otro camino que el compromiso directo con los pobres y entiendo mi relación con la Iglesia a partir de esta definición social de vivir en el evangelio y en la fe desde la alineación social comprometida con el mundo de los pobres.

PD: Sus luchas han sido por los migrantes, los campesinos, los ambientalistas, los jóvenes, pero ¿dónde ha encontrado mayores obstáculos?

PM: Siempre he encontrado dificultades porque cuando defendemos a los campesinos lo hacemos en el marco de una sociedad donde hay una absoluta injusticia en la tenencia de la tierra porque uno de los grandes conflictos en Honduras es el agrario. Ahora mismo en junio de 2025 se cumplen 50 años de la masacre de Los Horcones que tiene que ver con la lucha por la tierra, entonces al defender las luchas campesinas normalmente vas a tener conflictos con los terratenientes como en efecto se han tenido o por ejemplo cuando apoyas las luchas por el agua o estas en contra de la minería, normalmente te vas a encontrar con proyectos mineros que están liderados por grandes intereses de compañías canadienses o incluso grandes empresarios hondureños, entonces vas a tener problemas y no porque uno busca el conflicto, sino porque desde mi compromiso de fe me toca estar al lado de las personas que defienden su agua, sus territorios y minería amenazada.

Voy a poner un ejemplo. Hace unos quince años atrás me buscó un empresario llamado Lenir Pérez, varias veces me buscó e incluso me hizo ofrecimientos de ayudas -esto lo cuento con toda objetividad porque así ocurrió- me prometió ayuda de toda la que quisiera para los pobres, pero cuando lo escuchaba me retumbaban aquellas palabras “no se trata sólo de ayudar a los pobres, sino de defenderlos”. Entonces, él me dijo, mire, es que quiero que usted sea un mediador con las comunidades que están en mi contra, vamos usted y yo y ambos mediamos, entonces les ofrezco electricidad, centros de salud, escuelas, caminos de penetración… fue así que le respondí: mire Lenir, yo no puedo ser mediador porque yo estoy con las comunidades, si tú estás enfrentados con ellos, entonces estás enfrentado conmigo. Por supuesto, nunca jamás me volvió a buscar. Digamos que esos son los conflictos con los que uno se enfrenta.

Desde febrero de 1978 -está por cumplir 47 años, se convirtió en un miembro de la Compañía de Jesús, una de las órdenes más influyentes de la Iglesia Católica.

PD: ¿Cómo valora las luchas hondureñas por la justicia desde la base social?

PM: Creo que aquí en Honduras ha habido experiencias bastante importantes, organizativas y campesinas. En el siglo pasado en la década de los 60 hubo una gran organización campesina, también hubo organización sindical, obrera, luego también hubo en los 90 organización indígena y también estudiantil.

Han existido luchas valiosas, muy ricas, en la mayor de todas las huelgas en 1954. Ha sido la lucha organizada más importante en la historia de Honduras y que dinamizó toda la vida del país, no solamente en el campo laboral, también en el económico, de legislación y otras.

Sin embargo, hoy en estos años todas esas luchas han sido severamente y están debilitadas, muy dispersas. La gente del Aguán lucha por su cuenta, en occidente por la suya, en el sur por su causa y en el Valle de Sula lo mismo, entonces falta coordinación. En los años de Juan Orlando Hernández fueron reprimidas, pero ahora muchas de esas luchas han sido cooptadas porque muchos de aquellos dirigentes pasaron a ser parte del gobierno, y la organización social ha de mantener su identidad por la lucha social.

La organización social nunca deberá ser gobierno porque por ejemplo no deberá ser partido político, ya que el partido político busca siempre el poder y está bien, pero el movimiento social, no está para buscar el poder político del Estado, sino para presionar para que desde el Estado se responda a sus demandas, y creo que eso se ha perdido bastante en estos últimos años.

PD: ¿Visualiza amenazas hacia el espacio cívico, hasta qué punto?

PM: Sí, yo creo que hay un riesgo grande porque hay mucha centralización de las decisiones, hay sospecha hacia todo aquel movimiento u organización que no esté bajo la égida del gobierno y solapadamente hay como una especie de amenaza a la libertad de expresión y la organización social que no esté bajo el control de la política oficial, de la política del Estado, de manera que uno, los que estamos en medios de comunicación, a veces tenemos que pensar qué es lo que vamos a decir y cómo lo vamos a decir porque de algún modo hay una especie de autocensura.

No es que haya leyes que nos censuren, pero sí hay un ambiente que genera algún tipo de advertencia para que uno se cuide de lo que va a decir. Creo que más que censura pesa mucho la autocensura en estos tiempos que vivimos.

PD: Cuándo en el Congreso no se logran acuerdos mínimos y la decisión de avanzar es prácticamente inexistente, ¿cuál es la amenaza para la democracia?

PM: Control, peligro a que avance el autoritarismo porque en una sociedad que se basa en el estado de derecho hay democracia. Es absolutamente necesario la división de los poderes, que se complementen, pero desde la identidad de cada uno de ellos y además en que haya garantías de pesos y contrapesos, cuando no se llegan a acuerdos los debates son sumamente necesarios en democracia y a mí me gusta que los haya, pero cuando no se llegan a consensos desde la perspectiva de una administración pública que busca el control de los tres poderes del Estado, entonces el peligro es que se pierdan los pesos y contrapesos.

Dijo que un desafío de la iglesia hondureña es escuchar constantemente la voz de su pueblo, o sea estar cerca de ellos. La credibilidad de la Iglesia nunca va a estar en la cercanía con la gente del poder.

PD: ¿La misión internacional anticorrupción -la CICIH- es una utopía, se quedó en una promesa de campaña?

PM: La CICIH comenzó con una promesa de gobierno, es decir un compromiso oficial de gobierno, y ha terminado en una promesa de campaña, ese es el deslizamiento que ha habido, es decir la CICIH, su mayor traba para instalarse ha sido que las cúpulas políticas de los tres partidos nunca quisieron la CICIH, pero nunca lo dijeron porque todo ellos aceptarían una CICIH que esté bajo control del tripartidismo.

Si una CICIH no responde a la preocupación de las cúpulas por mantener su marco de disponibilidad, entonces la CICIH va a encontrar trabas como en efecto ha ocurrido en casi estos tres años, pero nadie se atreve a decirlo en público. En Honduras los acuerdos y pactos verdaderos son los no firmados, y frente a la CICIH hay un pacto no firmado para que no se instale, aunque todos digan públicamente que venga al país. La CICIH no se instala porque responde a un pacto político tácito entre las tres cúpulas del tripartidismo.

PD: Cuándo las cartas de libertad fluyen para los corruptos y hasta se anuncia la candidatura de más de alguno en estos a cargos de elección popular, ¿cuál es el sentimiento del Padre Melo?

PM: De indignación, una nueva frustración porque nos vamos moviendo en la lógica de la política clásica hondureña de la ley de los fuertes, del manto de impunidad que se maneja en Honduras. Todo mundo tiene derecho a defenderse, que se le escuche y se le respete su honor, pero cuando hay algunas sospechas de que un determinado personaje ha estado vinculado con alguna dinámica de corrupción o ha tenido que ver directamente o indirectamente con el narcotráfico, esas personas tendrían que quedar fuera de esos procesos que conducen a elección popular.

Lo que más me duele es que aquí en Honduras todos sabemos quiénes son los corruptos, quienes están vinculados con el narcotráfico, sin embargo, vamos a votar por ellos, para mí esa es la expresión más extrema de la decadencia de la política en Honduras.

Hay que cuidar las elecciones para que el dinero no venga del narcotráfico o de dineros sucios como ha ocurrido en el pasado, pidió el Padre Melo.

PD: ¿Cuáles son los desafíos de la Iglesia hondureña en estos momentos?

PM: No puedo hablar como líder de la Iglesia hondureña porque no participo de ninguna estructura de decisión, lo digo como un sacerdote en la marginalidad de las decisiones.

Aun así, un desafío de la iglesia hondureña es escuchar constantemente la voz de su pueblo, o sea estar cerca de ellos. La credibilidad de la Iglesia nunca va a estar en la cercanía con la gente del poder.

Me parece que un segundo desafío es mantener una palabra crítica y propositiva frente a los políticos y las estructuras de poder, y básicamente nunca ser confundida dentro de los poderes establecidos. Uno de los grandes errores de la Iglesia en Honduras en los últimos 20 años es que algunos líderes se les ha confundido como parte del poder y deben estar claros que nunca se les vincule con estructuras de poder.

Mientras, un tercer desafío es ser una voz que llame al diálogo y recuperar así la credibilidad que perdió en los últimos tiempos. Para ser creíbles como Iglesia debemos estar cerca del mundo de los pobres y defender sus derechos.

Un último desafío sería animar y hacer un llamado constante a la defensa de la casa común, a proteger los ríos, el agua, la minería, a los defensores del ambiente y derechos humanos.

PD: El 2025 será un año completamente electoral ¿para dónde va Honduras?

PM: Ojalá que haya elecciones y ojalá que sean sin violencia. Hay un riesgo enorme porque no hubo reformas electorales y el peligro de que haya fraude comenzando por las mesas electorales es muy grande. Yo espero que estas elecciones al menos tengan un nivel importante de credibilidad porque sin elecciones con una base de transparencia el peligro de mayor polarización es grande.

Hay que cuidar las elecciones para que el dinero no venga del narcotráfico o de dineros sucios como ha ocurrido en el pasado.

PD: ¿El poder del narco cómo lo percibe actualmente en Honduras?

PM: Sigue siendo probablemente uno de los mayores peligros porque el narco actualmente en Honduras sigue siendo un factor decisivo. Es la fuerza de poder más importante que cruza los partidos políticos, estructuras empresariales e instituciones del Estado tanto en el nivel central como municipal, entonces necesitamos que haya extradición porque las estructuras de la justicia hondureña son totalmente frágiles como para enfrentarse con los grandes barones del narcotráfico.

Reflexionó que probablemente uno de los mayores peligros sigue siendo el narco como un factor decisivo.

PD: ¿Qué representa el fin de la extradición para Honduras?

PM: Pese a las posturas me parece que los caminos no están cerrados totalmente. No echar marcha atrás es un error político, jurídico y humano que nos va a costar caro como país.

Lo ideal en una sociedad es que todas las estructuras sean hondureñas para que aquí se juzgue a los narcotraficantes y las redes de corrupción, pero la realidad nos dice que en Honduras estamos atrapados en dinámicas en donde la institucionalidad ha estado y sigue estando en manos de corruptos y narcotraficantes, por eso necesitamos la extradición y la CICIH.

PD: Ya pasaron 113 días desde el asesinato del ambientalista Juan López, ¿cuál es su llamado Padre a los encargados de impartir justicia?

PM: Necesitamos tres cosas: primero, que conozcamos la identidad de los autores materiales, que los tres imputados sigan con las audiencias para que los lleven a un proceso de enjuiciamiento; segundo, necesitamos sobre todo conocer la información que nos conduzca a enjuiciar a los autores intelectuales y eso significa hacer frente a estructuras poderosas; y tercero, que retomemos la lucha de Juan López, especialmente con la salida de las mineras y que se cumpla el Decreto 18-2024 que significa la protección definitiva de todos los parques de reserva comenzado por el parque nacional Carlos Escaleras.

PD: ¿Cuál es su mensaje final para la juventud y todos los hondureños que siguen de cerca sus reflexiones cotidianas?

PM: Les animo a que asumamos la responsabilidad que tenemos con nuestro país, es decir en el ámbito de lo político no sólo es de los partidos políticos y menos de las cúpulas, esta sociedad hondureña es nuestra, asumamos el ámbito de lo público porque si no lo hacemos cada vez más serán menos los que controlan el Estado y la justicia, y por lo tanto el peligro de los autoritarismos y el aumento de los caudillos en Honduras será mayor.

Así concluyó la plática con una de las voces más respetadas y reflexivas de Honduras.