Ciudad de Panamá – Los dos recientes accidentes de buses que trasladaban migrantes irregulares en Panamá, desde albergues en Darién hasta otro cerca de Costa Rica, son «una muestra» de que esos transportes «no son supervisados», dijo este sábado la Asociación de Residentes y Naturalizados de la República de ese país (Arena), que instó a las autoridades a revisarlos.

«Es una muestra de que estos aparatos no son supervisados y que con claridad observamos que no hay supervisión ante de salir», declaró el presidente de Arena, Rafael Rodríguez.

Un bus con 57 migrantes se incendió este sábado, sin fallecidos ni heridos, cuando se desplazaba hacia el albergue de Los Planes de Gualaca, en la provincia de Chiriquí, limítrofe con Costa Rica, desde otro en Darién, la peligrosa frontera con Colombia, quedando totalmente calcinado.

Hace unos 10 días, otro bus que también recorría la misma ruta con 66 migrantes -desde Darién hasta Chiriquí- cayó por un precipicio cerca del albergue de Gualaca dejando al menos 39 muertos y más de una veintena de heridos. Muchos cuerpos quedaron desmembrados, ya que el transporte quedó en siniestro total.

Ese fatal accidente está considerado como la peor tragedia de este tipo en la historia de Panamá.

«(Arena) lamenta y ve con gran preocupación que continúen sucediendo siniestros en los buses que trasladan a los migrantes desde el área de Darién a Gualaca», señaló Rodríguez.

Rodríguez instó a las autoridades de tránsito de Panamá a unirse «al equipo de trabajo para que supervise y dé fe de las condiciones en que se encuentra cada bus, se haga un estudio de cuantas veces a la semana se movilizan y garantizar el cambio de chóferes cada cierta distancia».

Miles de migrantes irregulares, procedentes de Suramérica, llegan a Panamá diariamente tras atravesar la peligrosa selva del Darién, la frontera natural con Colombia, en su camino hacia Norteamérica en busca de mejores condiciones de vida.

Al arribar a los albergues, buses particulares -costeados por los migrantes- los transportan hasta el albergue en Gualaca, cerca de Costa Rica, para que continúen su tránsito.

El Servicio Nacional de Migración explicó que en Panamá hay un «corredor humanitario» que permite a los migrantes llegar «a su destino final» y que los «flujos irregulares han sido atendidos desde el contexto humanitario» con un equipo multidisciplinario para evitar que sean víctimas del crimen organizado.

El año pasado, 248.284 transeúntes cruzaron esa mortal jungla, conocida como «el tapón del Darién», una cifra inédita liderada por el éxodo venezolano que provocó una crisis migratoria en la región. En lo que va de 2023, la han atravesado unos 37.000 migrantes irregulares.