Madrid – El trabajo infantil sigue aumentando, afecta a más de 300 millones de niños de todo el mundo, el doble de lo que dicen las estadísticas oficiales, y gran parte son explotados por multinacionales, denuncia el activista guatemalteco de los derechos humanos Fernando Morales-de la Cruz.
En una entrevista con EFE, apela, una vez más, al G7 y la Unión Europea (UE) para conocer de manera rigurosa la realidad de la pobreza, la escolarización y la explotación laboral infantil en cada país y región del mundo.
La OIT y Unicef estiman que 160 millones de niños y adolescentes (5-17 años) trabajaban en 2020 (unos 112 millones en el campo), un dato «muy seriamente cuestionado por mí y por muchos académicos», comenta el especialista. De ellos, 79 millones tenían ocupaciones peligrosas.
Y se debe a que los Estados obtienen la información de encuestas familiares. «La mayoría de padres jamás dirán que sus hijos no van a la escuela, al contrario, y tampoco que están trabajando», explica Morales-de la Cruz.
Cita una investigación de hace dos años de Guilherme Lichand y Sharon Wolf (universidades de Zúrich -Suiza- y Pensilvania -EE.UU.-) que apunta que los niños que trabajan son casi 400 millones (7-14 años).
Entonces, subestimar el problema impide resolverlo, pues se carece de un diagnóstico real, deduce el activista, y «fracasa» el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU de acabar con el trabajo infantil en 2025.
«Hemos ido hacia atrás, se han incrementado la miseria y el trabajo infantil. Sigo diciendo que hay más de 300 millones de niños trabajando en todo el mundo», subraya.
Incide en la necesidad de informes fidedignos sobre cuántos niños trabajan en la UE y «para» la UE, en alusión a lo que consume Europa producido fuera con mano de obra infantil. Y pide que la Comisión Europea cumpla el compromiso de 2019 de «tolerancia cero» con el trabajo infantil en los países comunitarios y en sus cadenas de suministro internacional.
Más miseria, más trabajo infantil
La realidad es que el trabajo infantil ha aumentado en la UE y en sus cadenas de suministro, según Morales-de la Cruz: «Esto demuestra que se ha incrementado la miseria porque el trabajo infantil solamente aumenta cuando se incrementa la miseria». Y la pandemia de covid-19 fue un detonante de ese aumento.
Distingue entre los niños que trabajan en beneficio directo de su familia, y los más de 140 millones, calcula, que lo hacen para empresas o sus cadenas de suministro, algo muy grave.
El número «se ha incrementado porque a las multinacionales nadie las frena», dice el fundador del programa Cartoons For Change. «El problema es que trabajan para corporaciones y empresas. Al final, es parte de un modelo de negocio, reducir costos e incrementar utilidades» (ganancias).
Y nadie se atreverá, constata, a preguntar a los ejecutivos de las grandes empresas cuántos miles de niños trabajan para ellas, incluso en países desarrollados.
América Latina
Según la ONU, es trabajo infantil el que priva a los niños de su infancia, potencial y dignidad, y perjudica su desarrollo físico y mental.
Es una grave violación de los derechos humanos, pero muchas familias vulnerables no tienen opción, como en países de América Latina. Los dos más poblados, Brasil y México, también son los que registran más trabajo infantil.
México reconoce 3,5 millones de niños en esta situación, pero pueden acercarse a cinco millones, según Morales-de la Cruz, como en Brasil.
En su país, Guatemala, son más de un millón, y mil llegan cada semana a EE.UU., según datos oficiales del Gobierno norteamericano, menciona el activista, de los que el 40 % encuentran trabajo clandestino enseguida.
La responsabilidad de los países ricos
«Los Gobiernos del G7 y la UE deben relanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible -insta-, aprendiendo de que, en los últimos ocho años, se ha incrementado la miseria, el hambre, la desnutrición y el trabajo infantil, incluyendo sus propios países».
Y para terminar con el trabajo infantil, se debe acabar antes con la miseria y la deserción escolar. «Y, sobre todo, los Gobiernos y las grandes empresas tienen que cumplir las leyes y no lo están haciendo».
Los países desarrollados tienen una obligación especial porque son ricos y la gran mayoría de multinacionales tienen la sede en ellos, apostilla.
Cartoons For Change es una iniciativa en la que caricaturistas e ilustradores de todos los continentes publican dibujos para defender los derechos de los niños.