Washington, (EEUU). –(Especial para “Proceso Digital” -Por Alberto García Marrder).
Existe gran expectativa en Estados Unidos sobre lo que hará el presidente Donald Trump cuando deje el poder el 20 de enero, además de vengarse de los que propiciaron su derrota electoral el 3 de noviembre.

Ya se da por seguro que abandonará la Casa Blanca sin reconocer su derrota ante el exvicepresidente demócrata Joe Biden y gruñendo de que le han robado las elecciones. El ya sabe que no, pero el teatro tiene que seguir, pensando en los setenta millones de seguidores que le han votado y le creen todo lo que dice.Y hasta el último minuto, seguirá obstaculizando una transición pacífica con el equipo de Biden, lo que nunca se había hecho antes en los cambios de gobiernos en este país.Trump va a dejar el poder en Washington furioso, rencoroso y con ganas de vengarse.

Y con la fantasía que ha ganado. Para el, perder ha sido un palo tremendo. No se lo esperaba. Ni siquiera va a invitar a Biden y a su esposa Jill a la Casa Blanca, como lo hicieron en 2016 a él y a su esposa Melania, el presidente saliente Barak y Michelle Obama. De una manera muy elegante y generosa.A Trump le ha ocurrido, lo que más odia: perder. Y más aún frente a un político de carrera, Biden, al que ha venido ridiculizando durante la campaña electoral.Le espera ahora un futuro impreciso como empresario inmobiliario millonario, pero con enormes deudas y posibles bancarrotas en varios negocios no rentables.

Y los más grave, demandas fiscales de un tribunal de Nueva York por impuestos no pagados y exageradas deducciones.Por eso quería, desesperadamente, mantenerse otros cuatro años más en la Casa Blanca, por tener un cierta inmunidad y fuera ”intocable”.Lo más probable es que Trump inicie su “exilio” en su mansión en Florida, en Mar-a-lago (Palm Beach), donde va a meditar en su venganza. Y sobre todo, como poner zancadillas y debilitar al incipiente gobierno de Biden. Y tendrá muchas armas para eso.

La principal será recuperar, los republicanos, la mayoría que han venido disfrutando en el Senado en Washington y que solo está pendiente del recuento de votos en enero, en dos plazas de senadores en Georgia.Con esa mayoría republicana en el Senado, y con instrucciones de Trump a su lugarteniente, el líder Mitch McConnell, se intentaría bloquear los proyectos legislativos de Biden. Tal como lo hicieron con los de Obama y en sus nombramientos de candidatos al Tribunal Supremo.

 La mansión de Trump en Mar-a-lago, en Palm Beach, Florida.(Foto Idealdesignarch.com).

El objetivo de Trump son las elecciones presidenciales del 2024, en las que podría presentarse como candidato republicano el o algunos de sus hijos, Donald Junior o Ivanka (su ojito derecho). El actual vice presidente, Mike Pence, no entraría en esos planes “familiares”.Por el partido demócrata podría tener como rival a la vicepresidenta Kamala Harris, en caso que Joe Biden solo cumpla un mandato presidencial de cuatro años. En ese año, Biden tendría 82 años.

El presidente electo, Joe Biden. (Foto EPA-EFE).

Por ahora y más urgente (además de los problemas empresariales) es, según la prensa, montar un canal de televisión, pero digital que es más barato y más rápido de iniciar. Trump sabe mucho de televisión.
Por dos razones:

1-  Podría ser el vehículo de lanzadera para seguir vivo en la política americana y, con la mayoría republicana en el Senado, hacerle la vida imposible al gobierno de Biden. El canal y, por supuesto twitter, enviando cada día mensajes con dinamita para desestabilizar a Biden y los demócratas. 
2- Esta ya es personal y vengativa.  Quiere hacerle daño a su canal de televisión hasta hace poco favorito : Fox News. El que le ayudó a ganar las elecciones del 2016 y lo apoyo ciegamente durante sus cuatro años en la Casa Blanca. Trump no le perdona que en las elecciones diera como vencedor a Biden en el estado de Arizona, el único medio que lo hacía hasta en ese momento. Y de nada sirvió que sus hijos le pidieran a los directivos del canal de noticas que anularan esa decisión. Y el mismo Trump, inútilmente, con el dueño y magnate de prensa, Rupert Murdoch, que estaba en Londres.