Phoenix (AZ) – Son agentes fronterizos y están acostumbrados a vivir situaciones extremas, pero, aun así, hay uniformados a los que el trato que a menudo reciben los migrantes cuando permanecen detenidos, especialmente los niños, les genera sentimientos de culpabilidad, estrés y numerosos traumas.
Un agente de la Patrulla Fronteriza (CBP) sector de El Paso al que llamaremos Fernando, nombre ficticio por cuestiones de privacidad, llega a casa y ve a sus propios hijos jugando en la seguridad de su hogar.
Es incapaz de abstraerse, de dejar atrás lo que ha visto y vivido. En su mente está presente el trato que reciben los menores migrantes que mantienen detenidos en la frontera sur.
En ocasiones ha querido doblar turno para no dejar a las familias migrantes en custodia de otros oficiales que califica de «racistas», pero el desgaste físico y emocional es mayor a sus fuerzas.
Pero no es el único, Fernando dice que los casos de oficiales fronterizos que sufren estrés o algún trauma psicológico es «grande».
MILES DE MENORES PASAN POR SUS MANOS
Y son muchos los niños que pasan por manos de agentes en esta situación.
En los últimos 16 meses, más de 88.000 niños migrantes sin la compañía de un adulto fueron detenidos o considerados inadmisibles a su llegada a la frontera. A esa cifra hay que sumar los que formaban parte de los más de medio millón de indocumentados que viajaban en unidades familiares.
Muchos de estos menores pasaron largos periodos de hacinamiento en centros de detención.
Recientemente un juez federal determinó que las condiciones que sufren los indocumentados detenidos en centros de detención de la Patrulla Fronteriza en el Sector Tucson violan sus derechos y ordenó a la agencia federal no retener a los inmigrantes por largos periodos si ya han sido procesados.
Fernando, que trabajó durante dos décadas en la frontera que divide Calexico (California) de Mexicali (México), denuncia en entrevista con Efe la falta de apoyo dentro de la agencia federal para afrontar los problemas psicológicos que enfrentan.
«Los índices de oficiales divorciados y con un trauma psicológico son muy altos en toda la Patrulla Fronteriza. Me tocaba ver compañeros a la hora de la comida hablando solos. También, te toca ver a muchos oficiales racistas que descargan toda su frustración y odio del mismo sistema contra la gente», explica Fernando.
«DISCRIMINACIÓN» SI RECIBEN APOYO PSICOLÓGICO
Dice que pese a que cuentan con un área de apoyo psicológico, la mayoría de los oficiales no hace uso de este «supuesto beneficio», ya que queda un registro en su expediente, lo que dificulta una futura promoción laboral.
«Es sabido que si pides apoyo psicológico piensan que estás loco, ya que queda en tu registro y creen que eres un peligro, es ahí donde vivimos la discriminación dentro de la misma dependencia», indicó.
Freida Adams, fundadora de Las Cruces Hospitality Coalition, coordinadora de Atención Médica en los refugios de Las Cruces (Nuevo México), asegura a Efe que oficiales de CBP acuden con frecuencia a las reuniones que ellos organizan, y algunos han confesado que están sufriendo de cuadros «severos de estrés» por lo que les toca vivir en su trabajo.
«Hay un problema que se conoce como trauma secundario, le sucede al testigo de los abusos y causa los mismos síntomas que una persona que está recibiendo directamente el trauma. Y eso les está sucediendo a muchos oficiales», asegura.
Adams reconoció que, al igual que conoce a agentes «abusivos» y «racistas», hay muchos otros oficiales con un sentido de responsabilidad y humanidad hacia los inmigrantes.
«Hace una semanas me dijo un oficial: ‘Yo tengo hijos también, yo voy a mi casa y veo a mis hijos y pienso a los niños que he visto y he atendido. Eso me lastima demasiado'», recuerda.
Su organización convoca desde marzo de 2019 reuniones en las que se buscan crear líneas de ayuda para encarar la crisis en la frontera y a las que han asistido uniformados que necesitan hablar de lo que han vivido para intentar paliar el sufrimiento interno que acarrean.
«Durante las reuniones los oficiales nos cuentan que están sufriendo traumas y depresión y no buscan ayuda para no perder la promoción en sus trabajos, así que solo tratan de esconder todo lo que están viviendo», dice.
MUERTE EN LA FRONTERA
Entre las situaciones más terribles que le tocó vivir a Fernando está el de una inmigrante que cayó cuando intentaba cruzar la valla fronteriza.
«Ya habían hecho la ampliación del cerco, y los ‘polleros’ (traficantes) la subieron hasta arriba y luego se les cayó de cabeza, la encontré muerta. Luego, dejaron a otro migrante colgado del cuello en el cerco», asevera.
Dice que, aunque las situaciones que viven los agentes no «sale a la luz», hay «demasiada gente que no es feliz dentro de la corporación; entraron con otras expectativas y se dieron cuenta de que no era lo que esperaban».